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No hace mucho tiempo, estaba esquiando con mis hijas durante sus vacaciones de primavera cuando mi madre llamó.
Ella sabía que estaba esquiando, así que me preocupé al ver aparecer su número. Aparté el casco de mi oreja y dije hola, y ella fue directa al grano: "Me rompí la espalda".

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En It Doesn’t Have to Hurt: Your Smart Guide to a Pain-Free Life, (en inglés) Sanjay Gupta, M.D., comparte opciones efectivas para el alivio que puedes comenzar a practicar hoy para reducir significativamente tus probabilidades de sufrir dolor mañana.
Mi madre, de 81 años en aquel momento, y que casi nunca había estado enferma en su vida, había perdido el equilibrio mientras arrastraba su maleta y cayó de espaldas, aterrizando en posición sentada. Le dolió, y después sintió dolores de espalda, pero no le dio mucha importancia hasta que el dolor persistió.
A pesar de masajear su espalda, descansarla, ponerle hielo e incluso aplicarle calor durante unos días, el dolor no desaparecía. Entonces, casi una semana después de la lesión, se hizo una radiografía.
Mamá tuvo una fractura de la primera vértebra en su columna lumbar, una fractura de compresión L1 que aplastó el hueso y lo cambió de su forma cilíndrica normal a la de un panqueque.
"No puedo vivir así", me dijo. Sabía que el dolor insoportable podría durar al menos un par de meses, lo que para ella se sentiría como una eternidad. También sabía que no estaba interesada en tomar dosis altas de medicamentos opioides para el dolor. Finalmente, dejó en claro que no quería una operación agresiva, dada su edad y fragilidad.
Entonces, junto con su médico, optamos por un enfoque relativamente nuevo para tratar su dolor, un procedimiento mínimamente invasivo conocido como cifoplastia, en el que se usa una aguja hueca para insertar un pequeño globo en el hueso roto, que luego se infla.
A medida que el globo se infla, el hueso comienza a recuperar su altura normal. Las radiografías hacen posible evaluar cuándo el hueso parece casi normal nuevamente y luego el globo se puede desinflar y quitar. Finalmente, se inyecta una gota de cemento líquido caliente, que se endurece rápidamente y ayuda a la vértebra a mantener su anatomía normal.
En la mañana del procedimiento, ella me miró y dijo, "Si esto no ayuda con el dolor, creo que mi tiempo aquí en la tierra ha terminado". Fue devastador escucharlo. Mi mamá, tan fuerte, ahora parecía muy débil.
Ese es el asunto con el dolor. Cuando el dolor es profundo, lo abarca todo.
Afortunadamente, el procedimiento, que duró aproximadamente una hora, salió bien, y mi mamá sintió alivio casi instantáneo. Aunque la operación puede aliviar el dolor de muchas maneras diferentes, ciertamente parecía que una cantidad significativa de su alivio del dolor era psicológico, porque el procedimiento había proporcionado una dosis muy necesaria de esperanza.
Cualquiera que sea el caso, ella inmediatamente redujo su nivel de dolor de "quiero morirme" a un 3 de 10. El día que la dejé, ella estaba silbando mientras cocinaba.
La recuperación de mi madre no es un milagro, ni siquiera una anomalía. De hecho, se ha logrado una cantidad impresionante de progreso médico desde que me convertí en neurocirujano hace más de 25 años. Es mejor que entendamos qué causa el dolor, qué puede aliviarlo mejor, y qué podemos hacer para minimizar o incluso eliminar ciertos tipos de dolor.
Muchas de esas ideas que cambian la vida aún no se han puesto fácilmente a disposición del público. Si tienes dolor, hay muchas más opciones efectivas de las que te habías dado cuenta anteriormente, así como cosas importantes que deberías empezar a hacer hoy para reducir en gran medida tus posibilidades de sufrir dolor mañana.
Estas son estrategias que he comenzado a incorporar en mi vida, así como en las vidas de mi esposa, mis hijas adolescentes y mis padres.
Caja de herramientas para el manejo del dolor
Si has leído algo sobre el dolor en los últimos 20 años, probablemente te has indignado por la epidemia de opioides, una tragedia alimentada por la ignorancia, la arrogancia y la codicia.
Debido a que los opioides han consumido la mayor parte de la conversación, la mayoría de las personas ni siquiera se dan cuenta de que hay muchas otras opciones efectivas para ayudar a aliviar el dolor, incluyendo avances impresionantes que habrían sido inimaginables hace solo unos años.
La ciencia moderna y la sabiduría antigua han comenzado colectivamente a descifrar el código del dolor. Tú también puedes hacerlo. Considera esto como tu caja de herramientas para el manejo del dolor.
1. Endorfinas: Los analgésicos naturales de tu cuerpo
Sabes que los opioides son algunos de los analgésicos más potentes del mundo. Pero lo que quizás no sepas es que tu cuerpo es experto en producir compuestos naturales que tienen efectos similares. Se llaman endorfinas, un término que combina las palabras "endógeno" (que significa "desde dentro") y "morfina". Al aumentar las endorfinas, el dolor disminuye.
¿Qué efecto tiene? Los opioides se unen a los receptores ubicados en la membrana externa de las células nerviosas en el cerebro, la médula espinal y otros órganos, provocando una cascada de cambios químicos dentro y entre las neuronas, lo que produce sensaciones de placer, así como alivio del dolor.
Bajo un estrés extremo, las hormonas de lucha o huida pueden activar el sistema de opioides endógenos, lo que reduce enormemente el dolor. "[Es] una de las moléculas analgésicas, antidolor más potentes que existen", dice Daniela Salvemini, directora del Instituto de Neurociencia Traslacional de la Universidad de Saint Louis.
Estos beneficios de los opioides endógenos ocurren a un nivel subconsciente, pero ahora sabemos que simplemente moverse —trotar o salir a dar un paseo enérgico— puede desencadenar la liberación de endorfinas que proporciona lo que llamamos "la euforia del corredor". Mirar un atardecer o a un ser querido también puede ayudar a hacerlo.
Si no crees en el poder esencial de estos químicos, considera la historia de Dan Kruger, cuya carrera de 40 años como corredor de motos lo llevó a fracturarse la espalda, las costillas, las manos, las muñecas, los dedos, la pierna, los tobillos, los dedos de los pies, la mandíbula y las clavículas, y finalmente, a una adicción a los opioides. Kruger superó tanto el dolor como la adicción a través de meditaciones guiadas de 15 minutos y sus propios ejercicios de conciencia plena.
"Es increíble que mientras medito con la grabación guiada de 15 minutos, mi dolor crónico o migrañas desaparecen", dice. Lo compara con sus entrenamientos en el gimnasio para mantenerse en forma. "Entreno todos los días porque me da estas endorfinas que me ayudan a ser positivo, reducir el estrés y mantenerme en forma. La meditación hace prácticamente lo mismo por mí".
Con el tiempo, Kruger se fue desintoxicando cuidadosamente de los opioides, incluso los rechazó después de las lesiones y operaciones que siguieron. Después de un año completo de su recuperación sin opioides, la combinación de técnicas de entrenamiento cerebral y otras herramientas convencionales y complementarias para el manejo del dolor continuaron brindándole alivio adecuado, dice.
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