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Alrededor de 1 de cada 10 adultos mayores tiene migrañas frecuentes. Si ese es tu caso, es probable que este verano esté siendo especialmente difícil.
Entre los muchos desencadenantes de las migrañas —el estrés, la falta de sueño, las luces intermitentes, los olores intensos, los ruidos fuertes— un cambio dramático en el tiempo es uno de los más comunes, dice el Dr. Vincent Martin, director del Headache and Facial Pain Center en el Gardner Neuroscience Institute de la Universidad de Cincinnati y presidente de la National Headache Foundation. Eso es cierto durante todo el año, sin importar la estación. Sin embargo, Martin sugiere que los cambios provocados por la sofocante combinación de calor y humedad son especialmente duros para quienes sufren de migrañas. En un estudio presentado a principios de este verano en la reunión científica anual de la American Headache Society, Martin y un grupo de investigadores compararon los diarios de dolores de cabeza de 660 pacientes con migraña que registraron la frecuencia y la gravedad de sus jaquecas. Cuando compararon las aproximadamente 71,000 entradas de diario con los datos meteorológicos regionales para el mismo período, encontraron que por cada aumento de 10 ºF en las temperaturas diarias, había un aumento del 6% en la frecuencia de migrañas para ese día.

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¿Por qué nos afecta tanto el calor? En realidad, el calor en sí mismo no es el culpable, sino algo a lo que quizás prestes poca o ninguna atención cuando consultas el pronóstico del tiempo: el patrón climático.
"Hay muchos patrones climáticos diferentes que pueden provocar dolores de cabeza", explica Martin. Por ejemplo, "un sistema de baja presión que se aproxima puede causar una disminución en la presión barométrica y un aumento de las temperaturas y la humedad". Se cree que esa combinación crea el escenario perfecto para las migrañas.
"Muchas veces, las personas desarrollan dolor de cabeza antes de que llegue el sistema de baja presión, son como barómetros humanos", añade Martin. "Pueden detectar que un sistema de baja presión cercano va a causar una caída de la presión barométrica, junto con el aumento en las temperaturas y la humedad, y posteriormente lluvia si la humedad no disminuye".
Cómo logran hacerlo aún está por determinar (la investigación es inconclusa), pero "una posibilidad es que la nariz y los senos paranasales tienen sensores que detectan estos cambios en la presión barométrica", señala Martin. "O podría tratarse de un proceso del oído interno. El oído interno, de hecho, es capaz de percibir la caída de la presión barométrica".
También podrían influir una serie de factores asociados con el verano. Por ejemplo, las investigaciones sugieren que los relámpagos desempeñan un papel específico en desencadenar dolores de cabeza, aumentando la probabilidad en las personas que tienen migrañas frecuentes en alrededor del 30% en días en los que hay relámpagos, en comparación con los días sin ellos.
Aunque los expertos no están completamente seguros del motivo, "es probable que los relámpagos afecten las sustancias químicas en el aire", dice Martin.
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