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Aumentan muertes por COVID-19 en hogares de ancianos: 20,000 muertos en 4 semanas

Se registraron más de 200,000 nuevos casos de COVID-19 en el mismo período, según revela un análisis de AARP.


| Los hogares de ancianos en Estados Unidos informaron el mes pasado su más alta tasa de mortalidad por COVID-19 desde que empezaron a enviar sus datos al Gobierno federal, según revela un nuevo análisis realizado por AARP (enlace en inglés). En el transcurso de cuatro semanas, desde fines de noviembre hasta fines de diciembre, fallecieron 19,386 residentes y 184 empleados de hogares de ancianos a consecuencia del virus.

spinner image Geoff Burke, director de la funeraria de Heller-Hoenstine Funeral Home, se prepara para recoger el cuerpo de una persona que murió de COVID-19 en un hogar de ancianos en las afueras de Lewistown, Pensilvania.
Tim Tai/The Philadelphia Inquirer via AP

Este vertiginoso aumento en la mortalidad se suma al saldo de unos 133,000 residentes y empleados de los centros de cuidados a largo plazo, quienes representan el 37% de todos los fallecidos por COVID-19 en Estados Unidos. Mientras tanto, más de 200,000 residentes y empleados dieron positivo en pruebas de detección de COVID-19 en el mismo período de cuatro semanas, por lo que corren peligro muchísimas vidas más.

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Estas cifras representan aumentos alarmantes en las muertes y contagios registrados en los hogares de ancianos de todo el país desde que AARP inició en septiembre sus análisis mensuales de los datos federales sobre el coronavirus. La tasa de mortalidad entre los residentes de hogares de ancianos se cuadruplicó, de 0.48 por cada 100 residentes —aproximadamente una muerte por cada 200 residentes— en el período informativo entre el 24 de agosto y el 20 de septiembre, a 1.88 por cada 100 residentes —casi una muerte por cada 50 residentes— en el período informativo más reciente, comprendido entre el 23 de noviembre y el 20 de diciembre.

Las nuevas cifras marcan las tasas más altas de mortalidad a causa de COVID-19 desde que los hogares de ancianos empezaron a enviar sus datos al Gobierno en mayo pasado.

Los nuevos casos entre residentes de hogares de ancianos se han cuadruplicado desde que AARP inició sus análisis mensuales, al aumentar de 2.6 a 10.8 por cada 100 residentes en los mismos períodos informativos, mientras que los nuevos casos entre empleados han aumentado de 2.5 a 9.3 por cada 100 residentes.

"Las cifras hablan por sí solas", dice Elaine Ryan, vicepresidenta de Defensa de Derechos y Estrategias Estatales de AARP. "Se trata simplemente de un devastador fracaso por parte de los Gobiernos federal y estatal, que no han podido proteger estas vidas".

Desde hace meses, dice Ryan, "ha sido la misma historia: altísimos niveles de contagios y trágicas muertes que pudieron haberse evitado".

"Ahora ocurre en todas partes"

Además, el análisis revela que ninguna región del país, a excepción de Hawái, se ha salvado de los estragos que ha causado la COVID-19 en los hogares de ancianos. Si bien los análisis anteriores detectaron tendencias nacionales impulsadas en gran medida por una serie de intensos brotes regionales, el análisis más reciente revela que el virus ya está fuera de control en casi todos los estados.

“Vimos brotes en la región noreste a principios de la pandemia, después, en los estados del sur durante el verano, y luego en la región central”, dice Ari Houser, asesor metodológico sénior de AARP y coautor del nuevo análisis. "Pero los datos más recientes revelan que ahora en todas partes se viven fuertes impactos".

Desde el período informativo de cuatro semanas finalizado el 20 de septiembre, el índice de nuevos casos entre residentes de hogares de ancianos ha aumentado en todos los estados con excepción de Hawái y Florida, mientras que la tasa de mortalidad entre residentes ha aumentado en todos los estados menos en Hawái, Florida y Carolina del Sur. Cabe destacar que Florida y Carolina del Sur habían visto fuertes aumentos en estas cifras en agosto y septiembre, pero después de lograr leves mejoras a principios del otoño, se han registrado aumentos en las cifras de muertes y casos en el período informativo más reciente.

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Además, la tasa de nuevos casos entre los empleados ha aumentado en todos los estados salvo en Hawái. Los empleados de hogares de ancianos —que en muchos casos trabajan en más de un centro para compensar sus bajos sueldos— terminan introduciendo, sin saberlo, el coronavirus en dichos centros, sobre todo cuando la transmisión comunitaria está en niveles tan altos.

La COVID-19 no solo está causando estragos en casi todos los estados, sino que "en esos mismos estados, el virus se encuentra en el interior de casi todos los hogares de ancianos, o está a punto de introducirse en dichos centros", dice Houser. En las cuatro semanas finalizadas el 20 de diciembre, el 87% de los hogares de ancianos tenían al menos un caso confirmado entre sus empleados. En el mismo período, el 59% de los hogares de ancianos registraron al menos un caso confirmado entre sus residentes.

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Desde inicios del 2020, el 90% de los hogares de ancianos en Estados Unidos han registrado casos de COVID-19 entre sus residentes.

Deficiencias en el control de infecciones

Se han logrado mejoras en el suministro de equipo de protección personal (PPE) a los hogares de ancianos en el transcurso de la pandemia, según reveló el análisis.

Entre el 1 y el 28 de junio —el primer período analizado por AARP— el 29% de los hogares de ancianos informaron de un suministro insuficiente de PPE, definido como un nivel inferior al suministro necesario de respiradores N95, mascarillas quirúrgicas, protección ocular, batas y guantes para una semana. Entre el 23 de noviembre y el 20 de diciembre, el 18% de los hogares de ancianos registraron una escasez de PPE. 

Sin embargo, Ryan dijo que el análisis ha revelado que las mejoras en el suministro de PPE, por sí solas, "no funcionan" ante persistentes deficiencias en el control de infecciones, un problema que afecta a los hogares de ancianos desde antes de la pandemia.

Eso se debe principalmente a que el personal de los hogares de ancianos ha recibido una capacitación inadecuada para la prevención de COVID-19, según afirma Toby Edelman, abogada del Center for Medicare Advocacy. Edelman dice que la decisión tomada a inicios de la pandemia por los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) de exigir solo ocho horas de capacitación en línea para la certificación de los auxiliares de enfermería —en lugar de las 75 horas que habían sido obligatorias— ha tenido graves consecuencias.

"Es complicado", dice Edelman acerca del uso correcto del PPE. "No es cuestión de recogerlo y ponértelo como si nada". El PPE tiene que ponerse y quitarse en cierto orden, y se necesita la capacitación para saber hacerlo bien.

"Hay que saber con qué frecuencia lavarte las manos, y con qué frecuencia y en qué circunstancias cambiar los guantes", dice Edelman. "Hay mucho que deben saber. Con tan solo ocho horas de capacitación, no veo cómo adquieren los conocimientos necesarios sobre el control de infecciones".  

Si bien los CMS diseminaron un programa (enlace en inglés) de capacitación a fin de ayudar al personal de los hogares de ancianos a combatir la propagación de COVID-19, al 17 de noviembre apenas unos 125,000 trabajadores —aproximadamente el 12.5% de los empleados de hogares de ancianos a nivel nacional— habían cursado el programa.

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Por otra parte, las deficiencias en la dotación de personal también contribuyen al control inadecuado de infecciones, según señala Charlene Harrington, profesora emérita e investigadora de temas relacionados con los hogares de ancianos en University of California, San Francisco.

"Al no contar con suficiente personal, los trabajadores se ven apresurados para pasar de un paciente a otro —dándoles de comer, llevándolos al baño, lo básico—", dice Harrington, "y las medidas como lavarse las manos quedan en el olvido". 

Ante el contagio de tantos empleados, hay más trabajadores temporales que entran a los hogares de ancianos. "Si los empleados no conocen a los residentes, ni conocen las rutinas y los procedimientos del centro, el control de infecciones puede verse gravemente afectado", dice Harrington.

Las vacunas llegan a paso lento 

Si bien casi todos los estados, siguiendo las pautas de los CDC, han priorizado la vacunación de los residentes y empleados de hogares de ancianos, esta labor se ha visto retrasada por la lenta distribución de las dosis y la participación deficiente por parte del personal, así como por problemas en el programa federal encargado de administrar la vacuna en los centros de cuidados a largo plazo en Estados Unidos.

"Aunque la vacuna contra la COVID-19 representa una gran esperanza para todos, es indignante que los más vulnerables no puedan recibirla en la práctica", dice Ryan, de AARP.

No será hasta bien entrado el mes de febrero cuando los residentes y empleados de los hogares de ancianos estén vacunados contra el virus, dice Sondra Norder, presidenta y directora ejecutiva de St. Paul Elder Services en Wisconsin. Para los residentes y empleados de los centros de vida asistida, esa fecha está aún más lejana. 

“Es necesario que la gente entienda la gravedad del riesgo a que siguen expuestos los centros como los nuestros, sobre todo ahora que los casos van en aumento en todo el país”, dice Norder. En fechas recientes se ha informado de más de 250,000 nuevos casos (enlace en inglés) y unas 4,000 muertes (o más) en Estados Unidos, cifras sin precedentes en lo que va de la pandemia.

"Si bien hay luz al final del túnel, para nosotros las luces siguen siendo rojas e intermitentes".

El análisis estuvo a cargo del Instituto de Política Pública de AARP (enlace en inglés) y del Scripps Gerontology Center de Miami University en Ohio (enlace en inglés), y se basa principalmente en datos del Nursing Home COVID-19 Public File de los Centros de Servicios de Medicare y Medicare (CMS) (enlace en inglés). Los hogares de ancianos son certificados por el Gobierno federal y están obligados a presentar informes al Gobierno semanalmente. En el análisis se agrupan los datos de acuerdo con los períodos informativos siguientes: del 1 al 28 de junio, del 29 de junio al 25 de julio, del 26 de julio al 23 de agosto, del 24 de agosto al 20 de septiembre, del 21 de septiembre al 18 de octubre, del 19 de octubre al 15 de noviembre, del 16 de noviembre al 6 de diciembre (informe especial con ocasión del Día de Acción de Gracias) y del 23 de noviembre al 20 de diciembre. Alrededor del 93% de los más de 15,000 hogares de ancianos del país enviaron datos para cada período informativo.

El análisis se concentra en cinco aspectos principales de los impactos de la COVID-19 —casos entre residentes, muertes de residentes, suministro de PPE, casos entre empleados y escasez de personal— y da cuenta únicamente de los hogares de ancianos certificados a nivel federal, a diferencia de otras fuentes que abarcan todos los centros de cuidados a largo plazo (entre ellos los centros de vida asistida, de vida independiente y de cuidados para la memoria). Esta es la cuarta entrega de una serie de análisis mensuales realizados por AARP. Se publicará un análisis actualizado el próximo mes, a medida que se disponga de nuevos datos federales.

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