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Los 9 peores hábitos para tu hígado

Todo, desde lo que comes y bebes hasta cuánto te mueves, puede afectar la salud de este órgano vital.


Ilustración con figuras humanas y representación anatómica del hígado
Amanda Cotan

El hígado puede ser muchas cosas, pero no es perezoso. Este órgano trabajador está involucrado en varias funciones esenciales —desde descomponer la comida y almacenar nutrientes hasta filtrar toxinas de la sangre y combatir infecciones—, por lo que mantener tu hígado en forma es clave para mantenerte saludable a medida que envejeces.

Aun así, muchos de nosotros realizamos actividades cotidianas que pueden dañar el hígado con el tiempo. A continuación, nueve hábitos que los expertos en salud dicen que deberías cambiar por el bien de tu hígado.

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1. No hacer ejercicio

El hígado no quiere que seas sedentario. De hecho, le encanta hacer ejercicio, dice el Dr. Elliot Tapper, profesor adjunto en la División de Gastroenterología y Hepatología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Míchigan. "Y, en particular, el ejercicio de resistencia", añade.

"Incluso las personas que no pierden peso, cuando comienzan a hacer ejercicios de resistencia, el entrenamiento de los músculos cambia la forma en que circulan las hormonas", dice, y esto ayuda a "drenar la grasa" del hígado.

Un pequeño estudio publicado en la revista Gut encontró que los adultos sedentarios diagnosticados con enfermedad del hígado graso no alcohólico (la cual ocurre cuando se acumula demasiada grasa en el órgano) que hicieron ocho semanas de ejercicio de resistencia vieron una reducción del 13% en la grasa del hígado, (en inglés) independientemente de la pérdida de peso. También vieron mejoras en los indicadores de regulación del azúcar en la sangre, lo cual es otra señal de mejora en la salud del hígado. 

Eso no quiere decir que no debas hacer también ejercicios cardiovasculares. "Algo que haga latir tu corazón" beneficia al hígado, dice el Dr. James Hamilton, director de Hepatología en Johns Hopkins Medicine.

"Lo que generalmente recomendamos es hacer 30 minutos de actividad, cinco veces a la semana, algo que aumente el ritmo cardíaco", dice. "Incluso eso, sin pérdida de peso, se ha demostrado que reduce el hígado graso y mejora la resistencia a la insulina".

De hecho, un análisis de varias investigaciones publicado en The American Journal of Gastroenterology encontró que los adultos que participaron en los 150 minutos recomendados cada semana de actividad aeróbica moderada a intensa, como una caminata a paso ligero, vieron una mayor mejora en la grasa del hígado que aquellos que no alcanzaron esa cifra.

2. Tomar ciertos suplementos

Si pasas suficiente tiempo en las redes sociales, sin duda te encontrarás con anuncios de suplementos que prometen curar tu hígado. No des clic tan rápido al botón de "comprar ahora", dicen los médicos.

"Tu hígado es como un horno con una función de autolimpieza automática. Se desintoxica por sí mismo", dice Lisa Ganjhu, gastroenteróloga y hepatóloga en NYU Langone Health. Si tomas suplementos desintoxicantes, realmente corres el riesgo de lesionar el órgano.

"Los suplementos que me dan ataques cardíacos, que me mantienen despierto por la noche, son la cúrcuma y el té verde, y estos son cada vez más comunes", dice Tapper, enfatizando que la preocupación relacionada con estos productos surge cuando se consumen en forma de suplemento y no como alimentos. 

De hecho, una investigación publicada (en inglés) en el 2024 en la revista JAMA Network Open encontró que los suplementos de cúrcuma y té verde eran los más consumidos de seis suplementos asociados con la toxicidad hepática.

Como los suplementos no están regulados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de la misma manera que otros medicamentos de venta libre, los consumidores no siempre conocen los ingredientes en los frascos y la potencia de estas pastillas y polvos, explica Hamilton. "Y consumir demasiado puede ser potencialmente tóxico", agrega Ganjhu.

Es importante tener en cuenta que los suplementos también pueden interactuar con otros medicamentos que puedas estar tomando, y esto puede afectar el hígado "porque todo pasa por el hígado", dice Ganjhu. Por eso es clave, dice ella, mantener a tu médico al día sobre todos los medicamentos que estás tomando, incluyendo los medicamentos de venta libre y suplementos.

3. Dejar de tomar café  

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Lo creas o no, tomar café puede ser beneficioso para el hígado, así que no te saltes tu taza de la mañana, solo asegúrate de no añadirle crema y azúcar. Un estudio (en inglés) publicado en el 2022 en la revista Clinical Gastroenterology and Hepatology por Tapper y sus colegas encontró que las personas que bebían tres o más tazas de café al día mostraban una menor rigidez hepática, la cual está asociada con la enfermedad del hígado.

Otro estudio, publicado en la revista Cureus, encontró que las personas con un mayor riesgo de enfermedad hepática que beben al menos tres a cuatro tazas de café tienen un menor riesgo de desarrollar enfermedad del hígado graso no alcohólico (también llamada enfermedad hepática esteatósica asociada a la disfunción metabólica, o MASLD), que es un trastorno cada vez más común que afecta a alrededor de 100 millones de personas en Estados Unidos.

Según los expertos de la Cleveland Clinic, los antioxidantes que se encuentran en el café podrían ser la razón por la que es tan bueno para el hígado. También se piensa que los compuestos en el café ayudan a iniciar un proceso que elimina las células dañadas del hígado. 

¿No toleras la cafeína? Una investigación publicada en BMC Public Health encontró que el café descafeinado también tiene beneficios para el hígado (en inglés).

4. Comer demasiados dulces

"Lo que más odia el hígado cuando se trata de comida es el azúcar", dice Tapper, y especialmente el jarabe de maíz alto en fructosa, agrega Ganjhu, que encontrarás en bebidas endulzadas, como jugos y refrescos, y en bocadillos y postres procesados.

No solo es estresante para el hígado procesar el azúcar añadido, dice Tapper, sino que el hígado también convierte el azúcar en grasa hepática, lo que puede llevar a inflamación y cicatrización.

Un metaanálisis de seis estudios, publicado en la revista European Journal of Nutrition en el 2019, encontró que una mayor ingesta de bebidas azucaradas (en inglés) estaba asociada con un aumento del 40% en el riesgo de enfermedad del hígado graso en hombres y mujeres. Más recientemente, investigadores de Mass General Brigham realizaron un seguimiento de casi 100,000 mujeres posmenopáusicas y descubrieron que las mujeres que bebían al menos una bebida azucarada al día tenían un mayor riesgo de desarrollar cáncer de hígado y morir de enfermedad hepática crónica que las mujeres que no bebían más de tres bebidas azucaradas al mes. El estudio (en inglés) fue publicado en el 2023 en JAMA.

5. Beber demasiado alcohol

Esto puede que no sea una adición sorprendente a la lista, ya que los efectos del alcohol en el hígado están bien establecidos desde hace mucho tiempo. Pero la ciencia en torno al alcohol ha cambiado en los últimos años, y muchos expertos afirman ahora que ninguna cantidad de alcohol es segura para la salud humana.

"Realmente no existe una cantidad saludable de alcohol, por lo que menos alcohol siempre es mejor. Lo ideal es consumir menos de siete bebidas [por semana] en el caso de las mujeres y catorce bebidas [por semana] en el caso de los hombres", dice Hamilton, citando las pautas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sobre el consumo moderado de alcohol.

Sin embargo, hay buenas noticias para las personas que han estado excediendo esas pautas: reducir el consumo de alcohol puede mejorar parcialmente la salud del hígado, dice Tapper. Y, agrega, nunca es demasiado tarde en la vida para dejarlo completamente y revertir el daño hepático.

"Todos nosotros que hemos ejercido la medicina durante varios años tenemos docenas de historias de personas que pensaban que iban a morir por insuficiencia hepática debido al alcohol. Dejan de beber y, en cuestión de meses, su hígado puede sanar completamente hasta el punto en que nadie sabría que tuvieron una insuficiencia hepática hace meses o semanas", dice Tapper.

6. Comer alimentos ultraprocesados

No solo deberías evitar los alimentos azucarados. Las investigaciones sugieren que los alimentos ultraprocesados, como la  omida rápida, la comida congelada y los bocadillos empaquetados, también pueden dañar tu hígado. Estos alimentos suelen tener un alto contenido de azúcar añadido y grasas no saludables.

Un grupo de investigadores examinaron datos de casi 174,000 adultos de 40 a 69 años durante casi nueve años y descubrieron que las personas que comían más alimentos ultraprocesados tenían un mayor riesgo de enfermedades hepáticas, incluyendo fibrosis y cirrosis. Los resultados (en inglés) fueron publicados en The American Journal of Clinical Nutrition.

"Lo que realmente se recomienda más a menudo hoy en día para la salud del hígado, así como para la salud cardíaca, es una dieta al estilo mediterráneo", rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros, dice Hamilton.

7. No conocer tus "números"

Si tienes diabetes, mantener tus niveles de azúcar en la sangre bajo control es clave, dice Ganjhu, ya que la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado están estrechamente entrelazadas. Según los CDC, cuando tu azúcar en la sangre se mantiene elevado por un período prolongado, puede dañar tus órganos, incluyendo tu hígado. Los CDC estiman que hasta el 70% de las personas con diabetes tipo 2 también tienen enfermedad del hígado graso no alcohólico.

Ganjhu añade que también es importante mantener tu colesterol bajo control y tomar medicamento para reducir el colesterol si te lo han recetado.

8. No protegerte de las infecciones virales 

"A veces olvidamos que las infecciones virales pueden afectar el hígado", dice Ganjhu, especialmente la hepatitis A, B y C. (Otros virus, incluyendo los que causan el resfriado común y la mononucleosis, también pueden afectar temporalmente el hígado, causando un aumento en las enzimas hepáticas).

Hay vacunas para la hepatitis A y B, y estas generalmente se administran a bebés y niños pequeños. Si no sabes si te vacunaron, habla con tu médico sobre recibir las vacunas, especialmente si tienes planes de viajar internacionalmente.

Y aunque no hay una vacuna para la hepatitis C, que se propaga a través del contacto con sangre infectada, los CDC recomiendan que todos los adultos se hagan la prueba para detectar la infección al menos una vez en su vida. 

9. Fumar

No solo tus pulmones sufren cuando fumas; el hábito también puede dañar el hígado, especialmente si ya tienes una enfermedad hepática.

Los cigarrillos contienen más de 4,000 sustancias químicas tóxicas, y estas pueden alterar las células hepáticas y llevar a la cicatrización del hígado, según una investigación publicada (en inglés) en la revista Gastroenterology & Hepatology. Fumar también aumenta la inflamación, lo que puede dañar las células del hígado, y aumenta el riesgo de cáncer de hígado. Incluso si has dejado de fumar, tendrás un mayor riesgo de cáncer de hígado que aquellos que nunca fumaron, dice la Sociedad Americana contra el Cáncer.  

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