Un regalo en su mesa
Un relleno dulce o salado hace parte de casi todas las culturas culinarias del mundo.
Casi todas las culturas del mundo tienen en su tradición culinaria alguna mezcla de masa de harina con rellenos dulces o salados. Quizás una de las más famosas sea la empanada gallega pero en realidad, cada país tiene su propia versión de esta singular combinación. El origen se remonta siglos atrás, cuando los peregrinos recorrían grandes distancias y necesitaban hacer alguna parada en las posadas del camino. Junto con algún caldo de ocasión, al peregrino se le acogía con un pan relleno con lo que hubiera.
Con el tiempo, la idea del pan y el relleno evolucionó a la creación de la masa pensada para “comer con algo”. Ya fuera dulce o salado, la preparación de una empanada evocaba siempre la idea del ofrecimiento. Es un plato nacido para regalar y quizás por eso pueda prepararse de tantas maneras y sabores distintos.
La empanada, o el polvorón que aparece en nuestra receta de hoy, puede hacerse con pollo, carne, pescado o ingredientes dulces. También, en muchos casos, se mezcla lo dulce con lo salado dándole un toque muy distinguido y peculiar. Un ejemplo de esa deliciosa combinación es la pastella moruna, que incluye pasas, azúcar y canela en su combinación de harina con pollo o pescado.
Si miramos a la historia de los pueblos, encontraremos los panes en sus diferentes formas como platos de ofrecimiento, de agasajo. Así también las empanadas, tortas o polvorones, que revelan una voluntad de concordia entre quienes las ofrecen y aquellos que las reciben. En ese sentido, la empanada reúne la esencia misma de una cena, en la que más allá de los platos lo que debe primar es la relación familiar o fraternal entre los invitados. Un plato que nace de la necesidad de alimentar a un peregrino para que continúe su ruta adquiere en su evolución latinoamericana el papel de ofrenda, de ofrecimiento de alimento y buena voluntad.
Hoy en día es muy común ver estos platillos en las grandes ciudades de los Estados Unidos. La empanada gallega sigue reinando entre los hispanos porque durante la migración española a Latinoamérica fue adquiriendo nivel de plato de fiestas. Nuestros pueblos cambiaron la manera de preparar la mezcla de harina con relleno pero dejaron intacta la empanada gallega. Es así que nace el polvorón y también los diferentes pies de harina que abundan en nuestras cocinas. Es así que nacen las empanadillas de diferente tipo que se comen desde Argentina hasta el Caribe. Pero independientemente de cuál sea la combinación o la forma que se les dé, la razón de cocinarlas es siempre la misma, ofrecerlas junto con los mejores deseos a nuestros invitados.
Este año, cuando esté en los preparativos de la despedida, no se olvide de cocinar en casa un polvorón o alguna empanada. No importa cuál sea el relleno ni la forma que tenga, lo esencial en esta mezcla tan maravillosa es que cuando se ofrezca a los invitados, se haga con mucha buena voluntad y vibra positiva, para este año y el próximo.