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Tal vez estés ayudando a un padre a cuidar a su cónyuge que vive con una enfermedad crónica o apoyando a un hermano que está cuidando a uno o ambos de tus padres. De cualquier manera, eres parte del grupo creciente, pero a menudo pasado por alto, de cuidadores familiares secundarios.
Christy y Megan Callahan han pasado los últimos dos años apoyando a su padre, Bob, mientras este cuida de su madre, Colleen, quien fue diagnosticada con demencia en el 2019 y se mudó a una comunidad de cuidado de memoria el año pasado. Aunque sus padres generalmente habían seguido roles tradicionales en casa, Bob asumió completamente el papel de cuidador al encargarse de la cocina, las compras, la limpieza, la gestión de medicamentos y las tareas diarias hasta que el fuerte deterioro de su esposa a mediados del 2024 lo dejó abrumado.
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Christy, una enfermera titulada, rápidamente intervino y se convirtió en el respaldo de fin de semana, conduciendo dos horas hasta Green Bay, Wisconsin, casi cada semana para bañar, vestir y pasar tiempo con su mamá para que su papá pudiera descansar y simplemente tomar un respiro. Megan, una consejera profesional licenciada en Míchigan, se encargó del laberinto administrativo y financiero, investigando agencias de cuidado en el hogar y el programa de protección para cónyuges de Medicaid, y navegando el papeleo con el apoyo de su esposo y hermano.
Un momento importante llegó cuando Megan descubrió a la asesora en asuntos de demencia Sheri Fairman, propietaria de Dementia Care Solutions, cuya orientación ayudó a la familia a comunicarse más abiertamente, dividir responsabilidades y eventualmente elegir la comunidad de cuidado de memoria adecuada, una donde su madre ahora está prosperando. En el proceso, las hermanas aprendieron lecciones poderosas: no manejar la demencia en silencio, no depender únicamente de los medicamentos para manejar comportamientos y no dudar en buscar apoyo profesional.
Sus roles coordinados —Christy en el terreno, Megan manejando la logística y su hermano asistiendo con la supervisión financiera— han permitido que su papá permanezca profundamente involucrado sin agotarse, y han mantenido a su madre segura, tranquila y bien cuidada.
“El cuidado no puede recaer en un solo par de hombros”, dice Christy. “Una vez que intervenimos para apoyar a papá, todo se sintió más ligero, como si finalmente estuviéramos llevando esto juntos".
¿Qué es un cuidador secundario?
Los cuidadores secundarios a menudo son la mano derecha del cuidador principal, interviniendo siempre que se necesita apoyo adicional. A veces llamados cuidadores de apoyo, puede que no carguen con la mayoría de las tareas diarias, pero su papel es esencial para llenar vacíos, mantener rutinas y dar al cuidador principal el respiro que rara vez obtiene. Los cuidadores secundarios a menudo navegan una danza delicada con el cuidador principal: ofreciendo ayuda sin sobrepasarse, manteniendo su apoyo sin tomar el control de lo que el cuidador principal ya está manejando.
"Los cuidadores secundarios son las fuerzas silenciosas que orbitan alrededor del cuidador principal —hijos, hermanos, amigos— que intervienen para estabilizar el sistema cuando la tensión diaria se vuelve demasiado para que una sola persona la sostenga", dice Joan Monin, profesora de Salud Pública en la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut.
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