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10 formas en que los cuidadores pueden cuidar mejor de sí mismos

Una escritora revela las estrategias que a ella le dan mejor resultado.


spinner image Una mujer escribiendo en su diario.
GETTY IMAGES

 

Los mejores cuidadores generalmente son los que, además, son su propio mejor amigo.

Ese es el tema principal de un nuevo e importante libro, Self-Care for Caregivers: A Practical Guide to Caring for You While You Care for Your Loved One, de Susanna White, escritora, creadora de un blog y cuidadora familiar con muchos años de experiencia. El libro contiene docenas de consejos prácticos de White, quien cuidó de sus padres, ambos ya fallecidos, durante años, y que incluso ahora —a los 70— continúa cuidando a otros miembros de su familia.

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 “Los cuidadores son los seres humanos más adaptables del planeta”, dice White. “Me preocupa la forma en que se concentran totalmente en otra persona y dejan de ocuparse de sí mismos. Eso es peligroso. Es una epidemia silenciosa”.

El autocuidado, dice White, es el delicado arte de priorizar tus propias necesidades, incluso cuando te ocupas del bienestar de un ser querido. Allí es donde la mayor parte de los cuidadores fallan. Ella estima que menos del 5% de los cuidadores practican el autocuidado de manera regular. Y ese es el motivo por el que tantos cuidadores se encuentran en una lucha diaria por sobrevivir. La lucha es física, emocional y espiritual. “Los cuidadores se merecen paz, bienestar y una vida feliz”, dice White.

¿Cómo lograrlo? White ofrece algunos consejos.

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Dedica tiempo para cuidar de ti mismo. De alguna manera, los cuidadores siempre pueden encontrar tiempo ilimitado para ofrecer cuidados a sus seres queridos, en especial en momentos de crisis. White sugiere separar el 15% del tiempo que dedicarías a tu ser querido y dedicarlo a ti.  “Todos sentimos el agotamiento del cuidador a veces, pero hay una gran diferencia entre chocar contra un muro a 15 millas por hora y chocar a 150”, dice. “No te va a partir un rayo si te tomas tiempo para ti mismo”.

Tómate descansos simples. La mayoría de nosotros necesitamos hacer una pausa porque tenemos hambre, estamos enojados, nos sentimos solos o estamos cansados, o por alguna combinación de estos motivos. Si tienes hambre, come un refrigerio. Si estás enojado, aléjate unos minutos.  Si te sientes solo, toma el teléfono y llama a algún pariente o amigo comprensivo. Si estás cansado, duerme una siesta corta. “Las personas a quienes cuidamos quieren que nos tomemos descansos. No quieren vernos exhaustos, frustrados o doloridos”, dice White. “No quieren sentirse culpables por la necesidad de que los cuidemos”. 

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Busca ayuda. Tal vez la mejor fuente de ayuda y consuelo sean otros cuidadores, que tienen la experiencia, el conocimiento, la habilidad práctica y la empatía que carecen las demás personas, dice White.  “Yo pensé que podía hacer todo sola hasta que me di cuenta de que estaba agotada”, recuerda.  Dice que cuando por fin pidió ayuda a otros —amigos, familiares y otros cuidadores conocidos—, “en realidad me agradecieron que finalmente hubiera acudido a ellos. Dijeron que estaban esperando para ayudarme”.

Deshazte de las influencias negativas. Si tienes personas a tu alrededor que ofrecen consejos o comentarios no solicitados —y con frecuencia, negativos— sobre tu tarea como cuidador, debes alejarte de ellas. “Debes deshacerte de todas las personas cercanas a ti que no te brindan sostén”, dice White. Incluso si se trata de familiares, este tipo de “ayuda” solo te hundirá, agrega. “Lo que debes hacer es rodearte solo de personas positivas, confiables, cariñosas y amables, que te brinden apoyo”.

Date el gusto de soñar despierto. Muchos cuidadores con frecuencia pierden el contacto con uno de sus aliados más importantes: la imaginación. "Debes mantener la ilusión por ese viaje que tal vez quieras hacer o ese sitio que te gustaría visitar”, dice. “Los cuidadores se merecen pensamientos positivos y momentos en los que soñar despiertos sobre el futuro”.

Crea un santuario. Podría ser encender una vela con fragancia o escuchar música relajante.  Un santuario debe verse bien, oler bien y aportar una sensación de paz, incluso si solo se trata de sentarte sobre la hierba a leer un libro, dice.

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Bebe y come bien. Tal como introduces una alimentación saludable en la vida de las personas a quienes cuidas, también debes comprar alimentos sanos para ti, especialmente refrigerios saludables, como barras de proteína, verduras frescas e incluso batidos, dice White. La hidratación también es fundamental para el bienestar. Cada vez que le acercas un vaso de agua a tu ser querido, bebe tú uno, sugiere White.

Usa ropa cómoda.  “Debes procurar sentirte tan bien físicamente como deseas que se sienta tu ser querido”, dice White. Ponte aquello que te resulte más cómodo.  Esto es especialmente importante en el caso de los zapatos. Pregúntale a tu enfermera favorita qué zapatos usa regularmente en el trabajo y considera invertir en ellos.

Sal al aire libre. Planifica varias pausas al aire libre durante el día, incluso si son muy breves. Por lo general, emocionalmente, es mejor caminar al aire libre que, por ejemplo, en el corredor de un edificio de apartamentos. “Salir al aire libre diez minutos puede ser transformador”, dice White.

Prémiate.  Dedica unos pocos momentos cada día a recompensarte con un pequeño premio, recomienda White.  Y agrega que su recompensa favorita siempre ha sido un helado. “Pensaba en una batalla que había ganado ese día y me premiaba comiendo un helado con mis padres”, dice.

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Perdónate.  Recuerda, no eres un santo. Hay veces en que perderás la paciencia. Eso no tiene nada de malo. “Sé tan amable contigo como lo eres con la persona a quien cuidas”, dice White.

Aprende de los errores. Por supuesto que te equivocarás. Aprende de la situación y sigue adelante, dice White. “Los errores son tu mejor amigo. Así es cómo aprendes”, afirma.

Acepta el enojo. “Enojarte con la persona a quien cuidas es algo totalmente normal. No es que seas mal cuidador. Aprende a procesar ese sentimiento”, aconseja.

Sé agradecido. Recuerda que cuidar de un ser querido es un privilegio, no una carga. Tómate el tiempo para detenerte y observar a esa persona en sus buenos momentos. “Cuidar de alguien que amas es un honor”, dice. 

Aprende a sanar. En el proceso de cuidar a su madre durante más de diez años, White pudo reparar y sanar la relación inestable que había tenido con ella cuando White era una joven de 20 años. “Ser cuidadora fue lo más difícil, y lo mejor, que he hecho en mi vida”, afirma.

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