Vida Sana

| En la actualidad, aproximadamente un 35% de la población de Estados Unidos tiene 50 años o más. Sin embargo, en el 2018, la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC) —la entidad nacional de protección de la fuerza laboral— publicó un abrumador informe especial sobre la discriminación contra los adultos mayores por razones de edad en Estados Unidos. Según las conclusiones del informe, aunque habían pasado 50 años desde que el Congreso prohibió la práctica, “la discriminación por edad continúa siendo un problema importante y costoso para los trabajadores, sus familias y nuestra economía”.

Victoria Lipnic, quien en esa época era directora interina de la EEOC, llegó a comparar esta discriminación con el acoso: “Todos saben que esto les sucede diariamente a los trabajadores en todo tipo de empleos, pero pocos lo denuncian. Es un secreto a voces”.

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Ese mismo año, una encuesta de AARP halló que:
- Casi uno de cada cuatro trabajadores mayores de 45 años han sido el blanco de comentarios negativos sobre su edad por parte de sus supervisores o sus compañeros de trabajo.
- Aproximadamente tres de cada cinco trabajadores mayores vieron o sufrieron discriminación por edad en el trabajo.
- El 76% de estos trabajadores mayores ven la discriminación por edad como un obstáculo para encontrar un nuevo empleo. Según otro informe, más de la mitad de los trabajadores mayores son desplazados de puestos de larga duración en forma prematura y el 90% de ellos nunca vuelven a ganar lo que ganaban.
Lo que cuenta Diane Huth no es poco común. “Tengo 69 años, y eso significa que soy inepta para el empleo”, dice Huth, quien vive en San Antonio. “Trabajé en el mundo corporativo estadounidense por más de 40 años para compañías muy conocidas, en comercialización. Pero no puedo conseguir un empleo, el mismo en el que triunfé hace 15 años. Ni siquiera puedo obtener una entrevista para ese empleo, por culpa de los mecanismos de selección. Soy simplemente demasiado mayor; nadie me toma en serio para un trabajo a mi edad, hasta para tareas en las que me destaqué”.
Esa discriminación generalizada causa una enorme reacción en cadena:
- El 29% de los hogares en EE.UU. donde los jefes de familia tienen 55 años o más carecen de ahorros para la jubilación o una pensión, por lo que sus integrantes tendrán que seguir trabajando o depender del Seguro Social para sobrevivir. Pero si el único trabajo que pueden conseguir no requiere destrezas y paga un salario mínimo, ¿qué les deparará el futuro?
- Los adultos mayores que no se sienten útiles son tres veces más propensos a padecer una discapacidad y cuatro veces más propensos a fallecer prematuramente, comparado con sus contrapartes que se sienten útiles, según un estudio del 2007 publicado en Journals of Gerontology. Si de repente el mundo empresarial hace caso omiso a más de 30 años de experiencia profesional, el efecto sobre su salud y su longevidad es innegable.
Paradójicamente, lo que la mayoría de las empresas no parecen entender es que los trabajadores mayores tienen conocimientos profundos y mucha experiencia por los que vale la pena pagar, que no pueden reemplazarse con facilidad y que pueden aprovecharse de muchas maneras.
“Ahora las personas se van de las compañías con una gran cantidad de propiedad intelectual en la mente”, afirma Paul Rupert, fundador y director ejecutivo de Respectful Exits, una firma de consultoría sin fines de lucro que crea conciencia empresarial sobre la discriminación por edad. “Saben cosas que son esenciales para el éxito de la compañía, y si esos conocimientos no se captan y se transmiten a la próxima generación, esa empresa pierde una parte enorme del capital y eventualmente pagará por eso”.
¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Y cómo podemos combatir la discriminación por edad que está tan generalizada?
Para contestar estas preguntas, AARP Bulletin me pidió que examinara independientemente la discriminación por edad en el trabajo para determinar las razones por la que es tan preponderante y lo que se puede hacer al respecto, a fin de proporcionar tanto un resumen como una guía sobre la situación de la discriminación por edad en Estados Unidos. A continuación, lo que aprendí.
Discriminación por edad: un prejuicio que se acepta
Si la discriminación por edad todavía no te ha afectado, eventualmente lo hará. Si solicitas un empleo en línea, hay una gran probabilidad de que el algoritmo de selección te descalifique automáticamente debido a tu edad. Si eres un trabajador de edad avanzada, es probable que hayas tenido que soportar comentarios y chistes relacionados con la edad. Y si buscas un ascenso o vas a una entrevista de trabajo, puede que te sientas obligado a disimular las canas, vestirte de manera más juvenil y actuar como si la tecnología fuera tu mejor amigo.
Esto se debe a que la discriminación por edad en el empleo tiene lugar todos los días a lo largo de este país. Además, se tolera o (lo que es peor) no se reconoce por lo que en verdad es: pura discriminación.
“La discriminación por edad es tan generalizada que la gente ni siquiera la reconoce como algo ilegal”, afirma Kristin Alden, abogada especializada en derechos del empleado en Alden Law Group en Washington D.C.
Lo que resultó evidente de inmediato mientras preparaba mi reportaje es que, como sucede con otros prejuicios y prácticas discriminatorias, hay muchos tipos de discriminación por edad. En el lugar de trabajo, hay tres áreas principales donde existe la discriminación ilegal por motivos de edad:
- Reclutamiento y contratación, cuando se favorece a los solicitantes más jóvenes simplemente debido a su edad.
- Prejuicios en el lugar de empleo, cuando los trabajadores mayores tienen menos oportunidades de capacitación, ascenso y recompensa, o son acosados.
- Cese o baja, cuando una empresa “refresca” su fuerza laboral o recorta presupuestos al despedir a sus empleados de mayor edad o animarlos a jubilarse.
Rupert, de Respectful Exits, sugiere —de manera persuasiva— que el problema proviene de nuestras raíces de libre empresa. Dice que el modelo empresarial predominante en este país todavía es el industrial, en el que las compañías ven a los empleados como “capital humano”. “Es triste, pero las compañías consideran a su fuerza laboral de la misma manera en la que perciben sus bienes de capital. Si lo compras, supones que tiene cierta vida útil y luego lo descartas y lo reemplazas con un modelo nuevo”.
Historias como estas son típicas:
“Me di cuenta de la discriminación por edad cuando les sucedió a un par de personas cercanas a mí”, dice Patti Temple Rocks, quien ha trabajado en comunicaciones por 38 años y es autora de I’m Not Done: It’s Time to Talk About Ageism in the Workplace. “Mi primera reacción fue: No permitiré que esto me pase a mí. Voy a estar muy al tanto de cuando ya no sea pertinente. Leí todo lo que pude sobre reinventarme. Pero cuando sucedió, me di cuenta de que todo lo que había estado pensando estaba equivocado. Todavía hacía mi trabajo tan bien como siempre, pero me transfirieron a un empleo no esencial para darle el puesto a alguien más joven. No estaba preparada para mi segunda etapa, porque todavía me encontraba en la plenitud de la primera”.
“Aprendí a estructurar mi currículo para que mi edad no resultara tan obvia”, dice un ejecutivo de ingeniería que tiene cerca de sesenta años, quien pidió mantener el anonimato. “Recibía llamadas, me iba muy bien durante la selección por teléfono, pero luego, cuando me entrevistaban —a veces viajaba en un jet empresarial— nunca más se comunicaban conmigo o me decían que le dieron el puesto a otra persona. A la larga, me di cuenta de lo que pensaban cuando me veían: este tipo no es ningún jovencito”.
Estos relatos son tan comunes como lo son los jovencitos. Entre 1997 y el 2018, aproximadamente 423,000 trabajadores en Estados Unidos denunciaron a la EEOC que los habían discriminado debido a su edad. Eso equivale a unas 19,200 denuncias al año y al 22% de todas las denuncias por discriminación en el lugar de trabajo. Pero hay algo importante que debemos tener en cuenta: en una encuesta de AARP, se descubrió que solo el 3% de los trabajadores mayores presentaron una queja formal de discriminación por edad a una agencia gubernamental o a alguien en el lugar de trabajo. Esto significa que es probable que otros cientos de miles de personas sencillamente aceptan los rechazos al buscar empleo, ignoran las denegaciones de ascenso, soportan el acoso laboral o aceptan la oferta de una jubilación temprana.
Según la EEOC, “el problema muchas veces no se denuncia”. Pero hay una cuestión de igual importancia: esta misma entidad. La EEOC, que carece de suficiente personal y está encargada de combatir todo tipo de discriminación, simplemente no ha podido luchar con fuerza para defender a los trabajadores mayores. Abajo aparece más sobre este tema, pero primero veamos algunos antecedentes.
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