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AARP defendió el Seguro Social en estos momentos clave

El apoyo de decenas de millones de socios ha permitido a la organización enfrentar amenazas a los beneficios y los servicios.


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A principios del 2005, poco después de su reelección, el presidente George W. Bush volcó su atención en su propuesta de "arreglar" el Seguro Social, que permitiría a los trabajadores desviar los fondos de los impuestos sobre la nómina que financian el programa a "cuentas personales de jubilación".

En su discurso sobre el estado de la Unión de ese año, Bush dijo que su plan salvaría el Seguro Social para las generaciones futuras, alentando a los trabajadores a invertir en el mercado de valores ese dinero destinado al pago de impuestos.

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AARP se opuso. El grupo de defensa de derechos de los adultos mayores más grande de la nación se unió a otros críticos que dijeron que la propuesta básicamente desmantelaría el principal programa de seguridad jubilatoria y sometería a la población mayor a la volatilidad de Wall Street en sus años dorados.

"Todo el concepto del Seguro Social estaba en juego", dice Eric Kingson, profesor emérito de la Universidad de Syracuse que ha estudiado y abogado por el Seguro Social durante décadas.

AARP estaba lista para la lucha, armada con datos de encuestas, argumentos detallados y una avalancha de anuncios de televisión y radio. Otra arma potente: sus socios, que se estimaba que en ese momento ascendían a alrededor de 36 millones, quienes inundaron las líneas telefónicas de sus congresistas para expresar su oposición.

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Has trabajado duro y has aportado al Seguro Social con cada cheque de nómina. Esto es lo que puedes hacer para ayudar a mantener la solidez del programa:

"Dedicaremos prácticamente todos nuestros esfuerzos a ello", dijo William D. Novelli, director ejecutivo de AARP por aquel entonces.

Esa lucha es quizás el ejemplo más destacado del poder del activismo de AARP en defensa del Seguro Social. Pero desde su fundación hace 67 años, AARP ha instado a los legisladores en Washington a abordar docenas de problemas relacionados con el programa, desde la aprobación en 1972 de los ajustes automáticos anuales por costo de vida (COLA) hasta la lucha de este año para preservar los servicios que el Seguro Social ofrece por teléfono a los beneficiarios. 

"Es el tema más importante que nos ocupa, porque es la garantía de la seguridad financiera de las personas", dice Bill Sweeney, vicepresidente sénior de Asuntos Gubernamentales de AARP. Cuando los legisladores trabajan para abordar los costos de vivienda, transporte o atención médica, Sweeney les recuerda que el Seguro Social "engloba todos esos problemas" en uno solo.

Manifestantes con pancartas durante una protesta contra la privatización del Seguro Social.
Manifestantes con pancartas durante una protesta contra la privatización del Seguro Social el 10 de marzo de 2005 en Louisville, Kentucky. El presidente George W. Bush visitó la ciudad como parte de una gira para promover el plan.
Mike Simons/Getty Images

Una batalla inesperada por el ajuste por costo de vida

Existe un apoyo arrollador por el Seguro Social hoy en día: el 96% de las personas en el país dicen que es un programa importante y el 74% lo califican como uno de los más importantes, según una encuesta de AARP publicada en julio.

Pero el programa fue "muy vulnerable" a ataques después de que el presidente Franklin D. Roosevelt lo promulgara en agosto de 1935, dice Daniel Beland, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad McGill en Montreal y autor de Social Security: History and Politics from the New Deal to the Privatization Debate.

Eso es principalmente porque en los primeros años del programa, el Gobierno estaba recaudando impuestos sobre la nómina de decenas de millones de trabajadores, pero pocas personas habían empezado a recibir beneficios, explica Beland. Sin embargo, para la década de 1950, había un consenso bipartidista a favor del Seguro Social, a medida que crecía el alcance del programa entre los adultos mayores en el país y se expandía para cubrir a los cónyuges de los jubilados, a los sobrevivientes y a las personas con discapacidades.

"Se convirtió, gradualmente, en un programa muy popular e intocable a nivel político", añade Beland.

A pesar de que el Seguro Social ha sido denominado el "tercer riel" de la política estadounidense, muchos funcionarios electos han intentado recortar el programa. De hecho, Sweeney dice que uno de los mayores logros de AARP tuvo lugar en el 2012, cuando los legisladores propusieron usar un índice de inflación más conservador para calcular el COLA anual.

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En 1972, AARP presionó a los legisladores para que esos ajustes por costo de vida fueran automáticos en lugar de estar sujetos a una votación en el Congreso, como había ocurrido desde el inicio del Seguro Social. Esa campaña fue un triunfo y, tres años después, el primer COLA anual fue depositado en las cuentas bancarias de los beneficiarios, aumentando los beneficios en un 8%.

Bajo esa ley, los cambios anuales al COLA están vinculados a una medida federal de inflación conocida como el Índice de Precios al Consumidor para Trabajadores Urbanos (CPI-W). Pero en el 2012, mientras el presidente Barack Obama y los miembros del Congreso consideraban formas de reducir el gasto federal, el método de calcular el COLA de repente volvió a ser tema de discusión. AARP y otros grupos entraron en acción de inmediato, presionando a los legisladores para que abandonaran el IPC encadenado, un indicador de inflación más restrictivo, que con el tiempo habría reducido los beneficios. 

Esa medida les habría "costado $112,000 millones a los beneficiarios actuales y futuros del Seguro Social en los próximos 10 años", escribió Barry Rand, director ejecutivo de AARP en ese momento, en una carta al presidente Obama y a los miembros del Congreso en noviembre del 2012. Calificó el cambio como "inapropiado e injustificado", señalando que "el Seguro Social no es la causa de nuestros grandes déficits presupuestarios actuales".

La medida no ganó terreno, y para el 2014, Obama había eliminado el cambio en el cálculo del COLA de su plan presupuestario.

"Es probable que nos hayamos embarcado en 100 luchas similares a lo largo de los años", indica Sweeney. "Es el tipo de trabajo que AARP hace día tras día ... para que el Seguro Social se mantenga fuerte y esté allí cuando lo necesites".

Personas con camisetas de AARP con temática del Seguro Social esperan el inicio de un evento.
Luke Sharrett/Bloomberg/Getty Images
Personas con camisetas de AARP con temática del Seguro Social esperan el inicio de un evento para John Kasich, gobernador de Ohio y candidato presidencial republicano en 2016, en Madison, Wisconsin.

El servicio al cliente se convierte en el foco de atención

Avancemos hasta marzo del 2025, cuando la Administración del Seguro Social (SSA) anunció en una llamada con periodistas que ya no permitiría a los beneficiarios confirmar su identidad por teléfono y en cambio requeriría que lo hicieran en persona o en línea. Eso significaría que las personas que no tienen una cuenta de My Social Security en internet tendrían que ir a una oficina local del Seguro Social para solicitar sus beneficios.

Sweeney dice que él y sus colegas de AARP se reunieron rápidamente para discutir el anuncio y decidieron en una sola hora que AARP tenía que oponerse.

"Elaboramos un plan para resistir firmemente e intentar revertir la medida", relata Sweeney. ¿Cuál fue la clave? Hablamos con el personal de las oficinas estatales de AARP en todo el país sobre cómo la medida crearía dificultades para los adultos mayores en sus comunidades.

"La respuesta de la oficina de AARP en Alaska fue la que se quedó grabada en mi mente", recuerda Sweeney. "Dijeron, 'En Alaska, hay muchas personas que tendrían que viajar en avión para llegar a la oficina del Seguro Social más cercana'".

AARP rápidamente movilizó a sus socios "para que comunicaran directamente sus preocupaciones", añade. "Según creo, en el transcurso de dos semanas, alrededor de 2 millones de personas enviaron correos electrónicos al Congreso instándolos a resistir esta decisión".

En un mes, la SSA había abandonado el plan.

A finales de julio, AARP se apresuró a oponerse (en inglés) a un nuevo plan de la SSA que limitaría el acceso telefónico para cuatro servicios rutinarios, entre ellos reportar cambios de dirección a la agencia o solicitar documentos tributarios. La propuesta, cuyo objetivo era requerir el uso de un sistema de verificación de identidad en línea, habría obligado a más de 3.4 millones de clientes al año a acudir en persona a las oficinas locales del Seguro Social para servicios que en la actualidad están completamente disponibles por teléfono.

Cuando AARP les pidió a los funcionarios de la SSA que reconsideraran su decisión, la agencia revisó su propuesta haciendo opcional el uso de la verificación en internet. Kingson, el profesor de Syracuse, dice que la membresía de AARP es su herramienta de activismo más poderosa.

"Para la mayoría de los asuntos relacionados con el Seguro Social, involucrar a la población del país es probablemente nuestro recurso más eficaz para proteger el sistema", afirma Sweeney. "Y AARP tiene uno de los mejores mecanismos [para lograrlo]".

El siguiente enfrentamiento

Sweeney dice que AARP ya se está preparando para la próxima gran batalla: fortalecer las finanzas del Seguro Social. El informe anual del 2025 (en inglés) de la Junta de Fideicomisarios del programa, publicado en junio, proyecta que los fondos fiduciarios del programa se agotarán en el 2034. A menos que el Congreso tome medidas para abordar el déficit, los beneficiarios enfrentarán un recorte estimado del 19% en sus pagos mensuales.

AARP presionó al Congreso para abordar la última crisis de solvencia en 1983, lo cual fue esencial para proteger los beneficios de todos los beneficiarios. La organización no se opuso al proyecto de ley que finalmente fue aprobado y promulgado. Pero sí se opuso a algunas de las disposiciones específicas, en parte porque la medida aumentaba gradualmente la edad plena de jubilación, señala David Certner, asesor legislativo de AARP durante mucho tiempo, recientemente jubilado. Para evitar un déficit esta vez, el Congreso tendrá que aumentar los ingresos tributarios que financian el Seguro Social, reducir su gasto total en beneficios (por ejemplo, incrementando de nuevo la edad plena de jubilación) o adoptar un plan que combine ambos enfoques.

"Sin duda será una lucha difícil", señala Sweeney. No obstante, está seguro de que los legisladores tomarán medidas, porque no querrán regresar a sus estados y decirles a los electores que enfrentarán una reducción de casi el 20% en sus pagos del Seguro Social.

AARP ya ha estado presionando a los miembros del Congreso para que consideren las diversas opciones ahora en lugar de esperar hasta que los fondos fiduciarios estén a punto de agotarse, y para que aborden el problema del Seguro Social de manera transparente y deliberada en lugar de poner el problema en manos de una comisión de "vía rápida", como muchos legisladores han propuesto. 

"Mi trabajo es hablar con los miembros del Congreso sobre los temas que importan a nuestros socios", declara Sweeney. "Y siempre les recuerdo que para el socio promedio de AARP, es decir, para una persona promedio mayor de 65 o 67 años, ese pago [del Seguro Social] lo es todo. Es el dinero que usan para poner comida sobre la mesa, cubrir sus gastos de atención médica y mantener un techo sobe sus cabezas".

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