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Después de haber sido estafadas, muchas víctimas tienen problemas de salud mental

Sufrir un fraude a menudo puede tener un efecto devastador, tanto económica como emocionalmente.

spinner image Hombre consternado sostiene su rostro entre las manos
ANCHIY / GETTY IMAGES

La vida de Rose Stein sufrió un gran vuelco este año; todo comenzó con un mensaje breve en Instagram. Stein, quien tiene 75 años, está divorciada y vive en las afueras de Los Ángeles, había sido admiradora de un periodista de televisión por mucho tiempo. Al descubrir su perfil en las redes sociales en abril, decidió publicar un breve mensaje para felicitarlo: “Hiciste un gran trabajo en tu último programa”. Más tarde, recibió un mensaje que parecía ser de ese periodista: “Te agradezco mucho por ser una fan”.  

En el mensaje se sugería que empezaran a comunicarse por Skype para tener mayor privacidad, y así comenzaron a intercambiar mensajes amistosos. Luego un día, Stein recuerda que él le envió un mensaje: “‘Voy a mandarte un regalo’. Y contesté: ‘No quiero nada. Me basta con nuestra amistad’. Y él dijo: ‘No, cuando tengo admiradores especiales, me gusta mandarles un regalo’”.

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Stein no tenía ni idea de que ese “regalo”, que según él llegaría desde Suiza, se convertiría en una pesadilla cada vez más extraña que le cambió la vida. La supuesta compañía de envíos empezó a pedirle que pagara cargos e impuestos para seguir procesando el envío internacional, y el “periodista” la instó a que pagara porque el dinero de él “estaba atado”. Después, la compañía le informó que había descubierto que el paquete contenía dinero en efectivo y que sería acusada de lavado de dinero si no pagaba $15,000.   

Cada vez la compañía le exigía más dinero —a veces mediante una transferencia bancaria o por medio de tarjetas de regalo o bitcóin— incluso después de que ella le informara que solo le quedaban $500 para comprar comestibles y pagar sus cuentas.

Stein, quien se sentía demasiado apabullada y apenada para contárselo a nadie, dice que “lloraba todos los días. No sabía qué hacer. Y estaba sacando dinero de mis fondos para la jubilación y los ahorros que había acumulado durante años”. Agrega, con lágrimas en los ojos, que hubo un momento en el que “iba a suicidarme”. Condujo su propio automóvil hasta el hospital, donde la ingresaron enseguida. Cuando le contó su historia al psiquiatra que estaba de turno, él dijo, compasivo: “La estafaron”.

Stein acabó perdiendo unos $70,000 a manos del estafador que se hizo pasar por el periodista que ella tanto admiraba. Desde entonces, ha estado lidiando con las consecuencias emocionales.

Más allá de la pérdida de dinero

Las personas en el país denunciaron pérdidas por la cantidad total sin precedentes de $6,100 millones debido a fraudes en el 2021 —un aumento vertiginoso de los $3,300 millones del año anterior, según la Comisión Federal de Comercio (FTC)—. Sin embargo, esas cifras ni siquiera empiezan a revelar el verdadero impacto de estos delitos. No solo se cree que muchas de las estafas no se denuncian, sino que además las víctimas sufren consecuencias mucho peores que el vaciado de sus cuentas bancarias.

Las dos terceras partes de las víctimas de estafas que participaron en una encuesta de la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera (FINRA) en el 2015 (en inglés) dijeron que estaban sufriendo consecuencias emocionales negativas específicamente debido al fraude. “Estas consecuencias variaron desde la ansiedad grave hasta los trastornos del sueño, la depresión y el síndrome de estrés postraumático”, dice Christine Kieffer, directora sénior de FINRA Investor Education Foundation. “Son síntomas reales de trauma”.

Aunque las víctimas de otros tipos de delitos podrían reaccionar de forma parecida, el fraude agrega algunos otros aspectos, señala Stacey Wood, corredactora del libro A Fresh Look at Fraud, un compendio del 2022 con las últimas investigaciones sobre el fraude. Wood, profesora de Psicología en Scripps College, trabaja mucho con las víctimas de estafas. “Lo que es distinto para las víctimas de fraude es que su conjunto de síntomas incluye pensamientos negativos sobre sí mismas. Quizás se pregunten si es que no son inteligentes, si tienen problemas con su capacidad cognitiva o su capacidad para juzgar a los demás”. 

Wood menciona que si alguien se mete en tu casa y te roba el televisor, “eso sí da mucho miedo y es invasivo, pero no te hace pensar que no sirves para tomar decisiones”.

Además, las víctimas de robos tal vez reciban más compasión y apoyo de otras personas, dice Kieffer, porque, a diferencia de lo que ocurre en casos de fraude, “no necesariamente culpamos a la víctima”.

Casi la mitad (47%) de los participantes en la encuesta de FINRA sentían que ellos tenían la culpa del delito; el 61% dijeron que se fiaban demasiado. La mayoría informaron que se sentían enojados, arrepentidos, traicionados, indefensos y avergonzados.

Cada víctima de una estafa reacciona de una manera un poco diferente, dice Amy Nofziger, directora de Apoyo a Víctimas de la Red contra el Fraude, de AARP: “Les cuento que he visto todo tipo de respuestas emocionales por parte de las víctimas. Hay quienes maldicen y gritan, quienes lloran, quienes se quedan aturdidos, quienes sienten una gran conmoción. No hay necesariamente una manera correcta de reaccionar”.

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Sin embargo, una reacción común es sentirse muy avergonzado y culparse a sí mismo, como se detalla en “Blame and Shame in the Context of Financial Fraud” —en inglés— (Culpa y vergüenza en el contexto del fraude financiero), un informe preparado este año por la Red contra el Fraude, de AARP y FINRA Investor Education Foundation. Stein cuenta que su experiencia la hizo sentir muy avergonzada, tanto así que cuando el psiquiatra le dijo que su proceso de recuperación empezaría al compartir su historia con amigos y familiares, contestó: “Creo que no podré decírselo a mis hijos. Me parece que no podré contárselo a nadie. Me da tanta vergüenza que siento como si tuviera el alma manchada. [...] Me cuesta creer que duró tantos meses y que me creí todo eso. Me sentí estúpida, como si ya no valiera nada”. Por un corto período, la muerte parecía la única forma de liberarse del dolor.

Nofziger, que supervisa la línea de ayuda gratuita de la Red contra el Fraude, de AARP (877-908-3360), indica: “Nos dicen eso por teléfono: ‘No sé qué más hacer. Más me valdría suicidarme’”. Menciona que los voluntarios capacitados que atienden las llamadas de la línea de ayuda “se toman en serio todas las amenazas de daño” y ayudan a las víctimas a encontrar la ayuda que necesitan.

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No existen estadísticas sobre el número de personas que han muerto por suicidio después de una estafa, pero los datos anecdóticos son inquietantes, como por ejemplo, un hombre de 82 años en Alabama que murió por suicidio el año pasado luego de haber perdido sus ahorros de toda la vida por una estafa de premios falsos. Adolescentes en todo el país han muerto por suicidio después de haber sido objeto de sextorsión, una práctica en la cual las víctimas son amenazadas o coaccionadas para que envíen imágenes explícitas por internet, y luego chantajeadas. (El FBI advirtió sobre el aumento en extorsionistas sexuales que chantajean a adolescentes, que “ha dado como resultado un número alarmante de muertes por suicidio”).

La cantidad de dinero perdido —o la importancia de la pérdida para el presupuesto general de esa persona— puede afectar el desgaste emocional. Si una víctima pierde $10,000 y no tiene otros ahorros, por ejemplo, podría padecer peores síntomas de trauma que alguien que haya perdido la misma cantidad, pero tenía más dinero en el banco, dice Kieffer. Según Kieffer, otro factor que puede empeorar el trauma de una víctima es cuando otra persona, tal como su cónyuge, está sufriendo un impacto negativo debido a la estafa, pues esa “victimización secundaria empeora el sentimiento de responsabilidad de la persona que ha sido blanco del fraude”.  

Los problemas de salud mental también afectan la salud corporal. Stein cuenta que durante su terrible experiencia de cuatro meses, perdió más de 20 libras, empezó a fumar dos cajetillas de cigarrillos a diario (por lo general, ella antes fumaba un máximo de uno o dos cigarrillos), no podía dormir y se le disparó la presión arterial.

Dolor

Nofziger compara la recuperación después de una estafa al proceso de duelo: “Mañana, quizás te sientas un poco mejor que hoy, pero no necesariamente olvidarás lo que te sucedió”. Eso es muy cierto si perdiste mucho dinero, porque “tendrás un recordatorio a diario cuando tengas que recortar tus gastos y rehacer tu presupuesto”.

La aflicción puede ser más profunda si se trata de una estafa de romance, dice Kieffer: “Todos sabemos que al terminar un noviazgo, incluso si fue de forma amistosa, tenemos una sensación de pérdida. Imagínate cómo te sentirías si todo se basaba en mentiras”.

Cómo ayudar a un ser querido que ha sido víctima de una estafa

Escucha sin juzgar. “Muchas personas tienen miedo de contarle a un ser querido que las estafaron, porque les preocupa cómo va a reaccionar”, dice Krough. “No juzgues ni regañes”.

Empieza con comprensión y empatía. “Di: ‘No sé cómo arreglarlo. Pero te acompañaré paso a paso. Y cuenta conmigo’”, sugiere Nofziger.  

Ayúdalo a desconectarse del estafador. Si la estafa se hizo por correo electrónico, mensaje de texto o teléfono, y la persona estafada no domina mucho la tecnología, puedes ayudarla a bloquear al delincuente para asegurarte de que ya no estén en contacto.

Mantén activo a tu ser querido. Invita a esa persona al cine o a almorzar; “ayúdala a regresar al mundo exterior”, aconseja Nofziger, “igual que lo harías si estuviera de duelo por una muerte”.

Puede ser como estar de luto por una muerte, dice Nofziger sobre las estafas románticas, “porque estrictamente hablando, esa persona para ti está muerta. La ilusión murió. Así que no hay manera de recuperarse rápido. No existe el ‘tienes que seguir adelante’. No le dices a alguien que acaba de perder a su cónyuge: ‘Ya es el momento de que sigas adelante’. Pienso que es más saludable permitir que las personas expresen su tristeza y su rabia”.

Además, es posible que estés más aislado que antes de conocer al estafador, señala Jessica Krough, gerente de programas de la Red contra el Fraude, de AARP. “Tal vez perdiste amistades porque has estado pasando tu tiempo comunicándote con esta otra persona, y ahora [cuando te das cuenta de que es un estafador] no tienes amigos en quien confiar”, justo cuando necesitas amabilidad y apoyo.

Compartir tu experiencia

El proceso de recuperación a menudo empieza cuando les cuentas a otras personas sobre tu experiencia, dice Nofziger. Sugiere que “busques ayuda dondequiera que te sientas cómodo”, ya sea de AARP (ver abajo), tu terapeuta, tu médico o un amigo de confianza o familiar.

Pero después de haber perdido dinero porque las estafaron, muchas víctimas de fraude no se lo dicen a sus amigos y familiares más cercanos. Wood menciona que ha hablado con víctimas que por años no habían dicho nada sobre su experiencia, “y eso las estaba corroyendo por dentro y distanciándolas de sus familiares. Pero descubrieron que al admitir que habían perdido ese dinero, podían empezar a recuperarse”.

Es importante darte cuenta de que al compartir tu historia, podrías ayudar a otras personas a evitar convertirse en víctimas. Kieffer dice que cuando las víctimas de estafas se dan cuenta de que de esta manera pueden hacer algo positivo, “eso les da una sensación de autonomía, de control sobre lo que sucedió”.

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Pocos días después de que a Stein la hospitalizaran, le pidió a una buena amiga que fuera a verla para hablar. Pasaron el día juntas y Stein reveló su historia. “Después de que la compartí con ella, comencé a sentirme un poco mejor”, dice. Lo más difícil fue decírselo a su hijo. “Tengo que contarte algo horrible”, le dijo. “Me estafaron”.

Después, dice, “me sentí aliviada. [...] Él ha sido tan comprensivo”; también fue así con sus amigos íntimos.

Ha sido todo un proceso. Durante bastante tiempo, dice Stein, “me despertaba gritando a mitad de la noche”. Además, ha sufrido ataques de pánico. Participó en el grupo de apoyo de AARP varias veces y eso la ayudó, en particular cuando supo sobre las experiencias de otras víctimas de estafas, entre ellas la de una mujer que perdió más de $200,000. Dice que pensó: “Ay Dios mío, esta es una mujer verdaderamente inteligente. Esto puede pasarle a cualquiera”.

Ese es un punto importante que las víctimas deberían interiorizar, señala Alan Castel, autor de Better With Age: The Psychology of Successful Aging. Castel, profesor de Psicología en la Universidad de California, en Los Ángeles, estudia las secuelas de las estafas. “Esto puede sucederle a cualquiera, tal como cualquiera puede tener un accidente de auto o a cualquiera lo pueden robar”. Menciona que los estafadores son manipuladores hábiles que engañan a las víctimas cuando estas se encuentran en la situación más vulnerable, con frecuencia mientras están en un estado emocional extremo. Los autores de fraudes son “en el fondo, psicólogos que se desenvuelven en un entorno sin control”, que han acumulado una cantidad increíble de datos que los ayudan a determinar lo que funciona y lo que no.

Varios meses después de revelarse la estafa, Stein sabe que hay pocas probabilidades de que recupere ese dinero, aunque denunció el incidente a la Policía y al FBI. Pero dice: “Pienso que estoy mucho mejor.  He empezado a tener ganas de hacer cosas. Sé que voy a superarlo”.

¿Y el verdadero periodista con quien Stein creyó que se comunicaba? “Sí veo su programa”, dice. “Lo he desvinculado del estafador”.

Dónde encontrar apoyo para la salud mental

Grupo de apoyo de la Red contra el Fraude, de AARP 

El programa VOA ReST (Resiliencia, Fuerza y Tiempo), una colaboración entre AARP y Volunteers of America (VOA), ofrece sesiones gratuitas facilitadas en línea que brindan apoyo emocional para víctimas de fraude. Puedes participar en todas las sesiones que desees; solo necesitas inscribirte por adelantado en línea (en inglés).

Peer Support Program (programa de apoyo entre pares) de Cybercrime Support Network (CSN)

CSN, en colaboración con la fundación de FINRA, ofrece un programa gratuito de apoyo para los sobrevivientes de estafas de romance, que pueden asistir a 10 sesiones grupales de una hora facilitadas por un consejero de salud mental. Su enfoque es ayudar a las víctimas a combatir sentimientos de pérdida, bochorno y aislamiento, al tiempo que educa y promueve la concienciación sobre los delitos cibernéticos. Encuentra más información aquí (en inglés).

Successful Aging through Financial Empowerment (SAFE)

El Instituto de Gerontología de la Universidad Estatal Wayne ofrece asesoramiento financiero gratuito a las víctimas de fraude de más edad. Puedes encontrar talleres gratuitos y recursos sobre la resiliencia financiera en su sitio web (en inglés).

Cómo luchar contra los estafadores

1. Denuncia el delito. Haz una denuncia policial. Si notas resistencia, insiste; podrías necesitar documentación sobre tu experiencia más adelante. Además, puedes presentar una denuncia ante la Comisión Federal de Comercio en reportefraude.ftc.gov o al Centro de Quejas de Delitos en Internet de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en ic3.gov. Ambas agencias usan las denuncias de fraude para orientar sus investigaciones; cuanta más información tengan, mejor podrán identificar los patrones y vincular los casos.

2. Aprende más sobre el fraude. Ármate de información sobre cómo operan estos delincuentes y asume el control para que reconozcas y evites los intentos de estafa. “Los estafadores venden sus listas de contactos a otras personas”, dice Castel. “Por eso, si te estafaron una vez, o hasta si sigues hablando por teléfono [con un estafador] por más de cinco minutos, ahora estás en una lista y pueden volver a llamarte”.

Castel dice que esta es una “situación cíclica y peligrosa”. El sitio de la Red contra el Fraude, de AARP (aarp.org/fraude) contiene noticias sobre el fraude y consejos para combatirlo y detener a los delincuentes. Allí puedes suscribirte a las alertas de vigilancia (en inglés) quincenales, por mensaje de correo electrónico o de texto, para estar al tanto de las últimas estafas.

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