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Vivaz. Entusiasta. Enérgico. ¿En qué medida te describen esas palabras? En un metaanálisis del 2025, 3 de cada 5 adultos mayores de 60 años dijeron que se fatigaban fácilmente (en inglés) al realizar actividades normales. Esta disminución del ritmo no es saludable. La fatiga relacionada con la edad está asociada a un mayor riesgo de muerte debido a la probabilidad de deterioro físico y a la aparición de trastornos que afectan la capacidad para realizar las tareas diarias.
No tiene que ser así. Los investigadores que estudian el metabolismo energético dicen que hay cuatro cosas —perfectamente realizables— que pueden ayudar a retroceder el reloj de las células y restaurar tu nivel de energía y mantenerlo bien hasta tus últimos años.

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Por qué se descargan nuestras baterías
Las mitocondrias son estructuras que actúan como los procesadores de energía de nuestras células. Usando los alimentos que comemos, crean una molécula llamada trifosfato de adenosina (ATP), la "moneda de energía" química con la que funcionan todas nuestras células. "Las mitocondrias no son las únicas proveedoras de energía, pero son las que hacen el trabajo pesado, especialmente cuando se trata de las actividades de la vida diaria", explica Ian Lanza, profesor de Medicina en la Facultad de Medicina y Ciencias de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota.
A medida que envejecemos, nuestras células se vuelven menos eficientes, lo que pone mayor demanda sobre las mitocondrias. "Las células queman más energía de la que deberían para hacer la misma cantidad de trabajo. Es como si fuera el motor de un auto que se está oxidando, necesita usar más energía para recorrer la misma distancia", dice Martin Picard, psicobiólogo especialista en mitocondrias en la Universidad de Columbia.
A medida que el cerebro percibe que las células están trabajando a toda máquina, busca conservar energía en otros lugares: retarda el proceso de reconstrucción de los músculos, y eso causa la pérdida de masa muscular. Reduce la producción de melanina, lo cual genera canas. Y, naturalmente, la actividad física disminuye, lo que atrofia los músculos y alienta al cuerpo a producir menos mitocondrias para ahorrar aún más energía. Esta pérdida de energía natural, conocida como el modelo de "conservación de energía cerebro-cuerpo en el envejecimiento", termina siendo contraproducente porque crea fatiga física, lo que disminuye la vitalidad y la salud del cuerpo a largo plazo. "Esto inicia una espiral descendente hacia la fragilidad", dice Picard.
Pero esta espiral no es inevitable. Los cambios en el estilo de vida pueden aumentar la cantidad de mitocondrias y ayudar a que tus células —y tú— se mantengan más enérgicos.
1. No dejes de moverte
Como los músculos, las mitocondrias funcionan bajo la premisa de "si no lo usas, lo pierdes", dice Lanza. "Hay grandes diferencias en el metabolismo de energía entre las personas que llevan un estilo de vida sedentario contra aquellas que realizan actividad física", dice. "Cuando los adultos mayores pueden mantener los niveles de actividad física saludables recomendados, la función mitocondrial tiene menos déficits relacionados con la edad".
Tu siguiente paso: apunta a los 150 minutos recomendados de actividad de intensidad moderada, más dos días de actividad de fortalecimiento muscular cada semana. ¿Cómo sabes si estás trabajando a un nivel de esfuerzo suficiente? "Si haces algo y descubres que estás respirando más rápido —ya sea al subir escaleras, caminar a algún lugar, tener relaciones sexuales—, estás estimulando las mitocondrias", dice Picard.
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