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Cómo el peso afecta tu salud después de los 50

Nada interfiere tan intensamente en nuestra salud física o mental como el peso corporal. Aquí te decimos lo que esas libras de más significan realmente para la salud y la longevidad, y la forma de combatirlas con eficacia.


spinner image Ilustración de una mujer mirándose en el espejo y rodeada de recordatorios sobre el peso, tales como una báscula, monitor de presión arterial y un monitor cardíaco.
Ilustración de Christine Rösch

Estos son los años más pesados. Los 50 son la etapa de la vida en que más peso tienes: se considera que el 44.3% de las personas de 40 a 59 años en Estados Unidos son obesas; un porcentaje más alto que el de los grupos de mayor o menor edad. En realidad, los índices de “obesidad grave” son el doble entre las personas de 40 a 59 años que entre las de 60 años o más.

¿Por qué ocurre esto?

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Entre los 50 y los 60 años confluyen numerosas tendencias. Los cambios hormonales que ocurren en esta década producen una acumulación de grasa, sobre todo en la sección media del cuerpo. Al mismo tiempo, la pérdida de masa muscular vinculada a la edad disminuye la capacidad del organismo para quemar calorías o procesar el azúcar en sangre con la misma eficacia. Según los expertos, todo ello lleva a un mayor riesgo de obesidad y, a su vez, a una serie de complicaciones para la salud: alta presión arterial y colesterol, diabetes tipo 2, apnea del sueño y disminución de la capacidad física, entre otras.

La cantidad de libras que pesas no es lo único importante, ya que muchas personas pesan más de lo indicado y gozan de buena salud. Pero consideramos que el peso es un indicador de la cantidad de grasa corporal que tenemos. Y la grasa corporal, incluida la localizada, afecta enormemente la salud de muchas formas que no son tan obvias. Piensa que la grasa corporal es una especie de órgano endócrino que continuamente produce y segrega hormonas que intervienen en la función sexual, la coagulación de la sangre, la presión arterial, la sensibilidad a la insulina y muchas otras funciones. Tener peso de más no necesariamente constituye un problema grave de salud, pero ser obeso y tener mucha grasa abdominal que produce sustancias químicas, sin duda lo es. Entonces, ¿dónde está ese límite? ¿Cómo podemos saberlo?

Los médicos utilizan la escala del IMC o “índice de masa corporal” para medir la grasa corporal y determinar si tu peso es inferior al normal, si tienes un peso saludable, si tienes sobrepeso o si eres obeso. Para determinar el IMC, la estatura y el peso se integran en una fórmula (el peso en libras multiplicado por 703, dividido por la estatura en pulgadas, al cuadrado; pero conviene usar una calculadora de internet). El peso saludable se sitúa entre 18.5 y 24.9, y la obesidad a partir de 30. “Estos límites están bien definidos”, señala la Dra. Gitanjali Srivastava, directora médica de Medicina de la Obesidad del Centro Médico de la Universidad Vanderbilt, en Nashville, Tennessee. “Las personas obesas corren el riesgo de sufrir complicaciones metabólicas y cardiovasculares”.

Sin embargo, el IMC es una medida imperfecta porque no puede revelar en qué parte del cuerpo se encuentra la grasa, y eso puede ser lo más importante. “La grasa visceral es la que se oculta en la cavidad abdominal”, explica Jean-Pierre Després, profesor del Departamento de Kinesiología de la Universidad Laval en la ciudad de Quebec, Canadá. Si tienes demasiada, puede ser un indicio de que hay un exceso de grasa alrededor del corazón y en el hígado. Y eso es mucho más peligroso que otros tipos de grasa corporal. Tener una mayor cantidad de grasa visceral significa algo más que una cintura más ancha: implica un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes y derrames cerebrales.

Aumento de peso a partir de los 50

Existen varias razones por las que el peso puede estar aumentando progresivamente entre los 50 y los 60 años, y (casi) nunca se debe a malos hábitos. “A partir de los 50, el cuerpo es distinto del que teníamos a los 20 y 30 años”, nos dice Srivastava.

1. La pérdida de masa muscular ahora es evidente

A partir de los 30 años, comenzamos a perder músculo a un ritmo del 3 al 8% cada década. Tener menos masa muscular significa que un mayor porcentaje del cuerpo está compuesto de grasa. “En los adultos razonablemente saludables, se produce un aumento natural del porcentaje de grasa corporal hasta después de los 80 años”, señala la Dra. Kristen DeCarlo, una geriatra que ejerce en las áreas de endocrinología, diabetes y metabolismo de UI Health, en Chicago.

2. Es probable que sigas comiendo como si tuvieras 30 años

Los hábitos alimentarios de tus años de juventud —cuando eras más activo y quemabas más calorías— pueden no variar solo porque tengas más años y más sabiduría. “Somos criaturas de hábito”, según DeCarlo. “Observamos que los adultos más jóvenes gastan entre 300 y 500 calorías más por día que los adultos mayores. Sin embargo, tal vez sigan comiendo de la misma manera porque se han acostumbrado con los años”. Este creciente excedente calórico causa un aumento de peso, y una cantidad desproporcionada de ese peso —hasta el 70%— es grasa acumulada.

3. La grasa se desplaza

Con la edad, los cambios hormonales hacen que la grasa que hay debajo de la piel (llamada grasa subcutánea) empiece a migrar hacia el abdomen, donde se transforma en la peligrosa grasa visceral. Quizás incluso peses lo mismo que a los 30, pero tengas una figura corporal muy distinta. En un estudio del 2020, unos científicos austríacos escanearon el vientre de 10,894 personas y observaron que las de 20 años tenían en promedio menos de una libra de grasa visceral. Esa grasa aumentó a casi 1.7 libras en el caso de las mujeres y a 3.6 libras en el de los hombres de 50 a 60 años, y a más de 2 y 4 libras, respectivamente, a partir de los 60 años.

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4. La menopausia produce cambios

En las mujeres, la disminución de estrógeno durante esta etapa es un factor principal en la creación de una nueva forma corporal. Hasta el 70% de las mujeres suben de peso durante la transición, lo que supone un aumento de peso de 1.5 libras al año hasta los 60. Al final de la menopausia, entre el 15 y el 20% de la grasa corporal de una mujer es grasa visceral, frente a solo del 5 al 8% antes de la menopausia. Lamentablemente, estos cambios se vinculan a un aumento en la presión arterial arterial, el colesterol, la resistencia a la insulina y la inflamación, según un análisis del 2022 (en inglés) a cargo de investigadores de la Universidad de Columbia.

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5. Además, el tono muscular se debilita

¿Te aprietan demasiado los cuellos de las camisas abotonadas? No es culpa de la tintorería. Con los años, los músculos se aflojan y se vuelven más flácidos, y “puede haber más depósitos de grasa en las zonas cercanas a la base de la lengua”, explica Srivastava. Según ella, una talla de cuello superior a 16 pulgadas en las mujeres o 17 en los hombres puede indicar que existe un exceso de grasa en el cuello, con el consiguiente riesgo de padecer trastornos que incluyen la apnea obstructiva del sueño.

Los peligros de las libras adicionales

¿Hasta qué punto son peligrosas esas libras de más? La respuesta es más compleja de lo que piensas.

“Con la edad, se produce un cambio en lo que se considera un peso “prudente” o “razonable”, explica DeCarlo. Los que tenían sobrepeso a una edad temprana afrontan consecuencias más preocupantes que los que tienen sobrepeso a una edad avanzada. En efecto, un estudio amplio (en inglés) concluyó que quienes tenían un peso normal poco después de los 30 años, pero fueron aumentando poco a poco (sin llegar a ser obesos) al llegar a la mediana edad o más tarde, vivieron más que quienes mantuvieron un peso “saludable”.

Si bien muchos controlamos el peso por vanidad, los médicos sugieren considerar que controlar el peso, el IMC y el contorno de cintura es tan importante como controlar la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre y colesterol. Si se descontrolan, puedes exponerte a riesgos. Cuando los científicos hicieron un seguimiento de 190,672 adultos durante diez años o más, observaron que la obesidad elevó el riesgo de ataques cardíacos, derrames cerebrales e insuficiencia cardíaca, y casi triplicó las probabilidades en el grupo más obeso de los de mediana edad. Todas esas libras de más son el motivo principal de que, a pesar de los grandes avances en medicamentos y procedimientos, las cardiopatías sigan siendo la causa principal de muerte a partir de los 50 años, tanto en los hombres como en las mujeres. “En esta sociedad predominan importantes factores causantes de enfermedades cardiovasculares: la obesidad, la diabetes y el síndrome metabólico”, indica el Dr. Anekwe Onwuanyi, profesor de Medicina y jefe de Cardiología de la Facultad de Medicina Morehouse, en Atlanta.

Según Morgana Mongraw-Chaffin, profesora adjunta de Epidemiología y Prevención de la Facultad de Medicina de la Universidad Wake Forest de Winston-Salem, Carolina del Norte, hasta las personas que no son obesas pueden correr un mayor riesgo debido a la grasa visceral. Mongraw-Chaffin realizó un estudio (en inglés) con 1,005 mujeres y hombres de mediana edad, ninguno de los cuales tenía obesidad. Pero los que tenían niveles más altos de grasa abdominal aumentaron el riesgo de diabetes en un 51% y duplicaron el riesgo de síndrome metabólico, que es conjunto de factores de riesgo que incluye niveles bajos de colesterol HDL (que favorece el corazón), niveles altos de triglicéridos (que comprometen el corazón) y presión arterial o azúcar en sangre por encima de lo normal.

La ventaja de la grasa visceral es que se puede eliminar con rapidez: en un estudio se observó que solo cuatro semanas de caminatas a paso ligero reducían en una pulgada el contorno de la cintura. “Con ejercicio, puedes perder grasa visceral aunque no adelgaces”, señala Després. Reducir aproximadamente 1.5 pulgadas de contorno de cintura puede disminuir el riesgo de diabetes en un 60%.

El peso y la inmunidad

Si bien hace tiempo que sabemos que el sobrepeso o la obesidad considerables en la mediana edad pueden aumentar notablemente el riesgo de contraer enfermedades, nada lo demostró tanto como la pandemia de COVID-19.

El motivo: alrededor de los 50 años, el sistema inmunitario comienza a manifestar signos de envejecimiento, afirma la Dra. Cornelia Weyand, investigadora del sistema inmunitario en Mayo Clinic de Rochester, Minnesota. Además, como era de esperar, tener un sobrepeso considerable aumenta ese riesgo.

La mediana edad es el momento ideal para la insatisfacción corporal porque nos ataca el “doble golpe” de la sociedad. Debes ser delgado y no deberías envejecer.

Debra Safer, M.D. 

Esto se ha puesto de manifiesto durante los años de la pandemia. Los investigadores analizaron recientemente el efecto del peso en la evolución de unos 150,000 pacientes de COVID-19 (en inglés). Descubrieron que los pacientes que tenían un IMC de 30 a 34.9 (apenas por encima del umbral de “obesidad”) tuvieron un 7% más de probabilidades de ser hospitalizados y un 8% más de probabilidades de morir que las personas que tenían un peso saludable. Los que tenían un IMC de 45 o más (considerados obesos “mórbidos”) tuvieron un 33% más de probabilidades de ser hospitalizados y un 61% más de probabilidades de morir. El mayor vínculo se observó entre los pacientes menores de 65 años.

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“La obesidad aumenta las señales inflamatorias. Es como si la alarma de incendios estuviera siempre sonando sin que haya ninguna emergencia, de modo que, con el tiempo, las células inmunitarias se insensibilizan ante el estímulo”, explica Jessica Lancaster, profesora adjunta de Inmunología de Mayo Clinic, en Phoenix. “A partir de los 50 años, aproximadamente, disminuye la magnitud de la respuesta a la infección, además de producirse un retraso. Cuando circula un virus mortal y el sistema inmunitario responde con lentitud debido al peso y al envejecimiento, el riesgo es mayor”.

Sin embargo, el sistema inmunitario se puede recuperar cuando se controla el peso. En el 2022 (en inglés), unos investigadores italianos indicaron que, cuando las personas con obesidad —de una edad promedio de 51 años— perdían un 10% del peso, el sistema inmunitario respondía mejor a la vacuna de ARNm contra la COVID-19. Por otra parte, un estudio que se llevó a cabo en el 2022 (en inglés) en el Brigham and Women's Hospital con personas obesas que perdieron el 18% del peso corporal después de someterse a una gastrectomía en manga (una intervención quirúrgica para perder peso en la que se extirpa una gran parte del estómago) concluyó que el sistema inmunitario de los pacientes había mejorado perceptiblemente en tan solo tres meses.

Reflexión sobre el peso después de los 50

Todo este debate sobre la grasa corporal y las enfermedades oculta un punto importante: para muchos de nosotros, el peso es, ante todo, una inquietud psicológica. La imagen que nos devuelve el espejo suele producir sentimientos intensos sobre la autoestima y sobre la forma en que nos percibe el mundo. Esas emociones también pueden tener repercusiones físicas.

Si en la mediana edad no estás conforme con un cuerpo que de pronto es más pesado, más ancho y más flácido, no eres el único:

Los resultados de un extenso estudio (en inglés) de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill indicaron que el 89% de las mujeres de 50 a 60 años no estaban conformes con su cuerpo.

En un estudio de la UCLA (en inglés) con más de 52,000 adultos del país, los resultados indicaron que el 46% de los hombres de 50 a 65 años no estaban conformes con su cuerpo por ser “demasiado pesado”.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, cerca del 52% de las mujeres y los hombres de 40 a 60 años intentan adelgazar, más que todos los demás grupos de edad. Además, la percepción que tenemos de nuestro propio peso no siempre coincide con la realidad: según este estudio, el 26.5% de las personas que hacen dieta para adelgazar en realidad tienen un peso normal o bajo.

La mediana edad es el momento más propicio para sentirse descontento con el cuerpo, porque la sociedad nos presiona por partida doble, explica la Dra. Debra Safer, psiquiatra y profesora adjunta de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Stanford, quien se especializa en el tratamiento de trastornos de nutrición y de peso. “Debes ser delgado y no debes envejecer”.

“Es un círculo vicioso”, comenta Safer. “Se podría pensar que el estigma del peso nos hace adelgazar, pero con el tiempo tomamos peores decisiones”. El descontento con el cuerpo se vincula a un mayor riesgo de depresión, atracones (detectados en el 19 al 26% de las mujeres de mediana edad y mayores en un estudio reciente), una dieta menos saludable y menos actividad física, y puede vincularse a un menor control propio de la diabetes, además de evitar las mamografías, los exámenes de la piel y otros controles oncológicos.

“Es similar al modo en que tratas un par de zapatillas viejas en comparación con un par nuevo”, nos dice Lisa Kilpela, investigadora de la imagen corporal y profesora adjunta del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio. “Cuando no valoramos nuestro cuerpo, no lo tratamos muy bien”.

En definitiva, quizás tengas más peso entre los 50 y los 60 años que en cualquier otro momento de la vida. No obstante, el número que ves en la balanza solo explica una parte de la historia. Ahora es el momento de tomar medidas positivas que pueden tener un enorme impacto en la salud actual y futura.

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