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El cierre del Gobierno está golpeando fuerte a los adultos mayores

La falta de fondos y servicios federales se siente en todo el país.


diferentes personas afectadas por el cierre del Gobierno
Getty Images; cortesía de Elise Riley y John Simson; Sara Stathas; cortesía de Rolando Chang Barrero; Sara Stathas

Una trabajadora federal de Florida, recientemente jubilada, está posponiendo planes porque no está segura de cuándo llegará su pensión. Un vendedor de comestibles en Wisconsin ya no puede aceptar pagos de ayuda alimentaria SNAP en su tienda, pero está fiando a algunos de sus clientes mayores habituales. Una mujer de 79 años que vive en una isla cerca de Seattle se está arriesgando a cruzar al continente después de perder el beneficio de telesalud de Medicare.

El efecto dominó de un cierre del Gobierno federal que se ha prolongado durante semanas se siente en todo el país, afectando las vidas cotidianas de los adultos mayores. Los servicios del Gobierno detenidos y la cantidad de trabajadores federales suspendidos significan planes cancelados y mucha incertidumbre.

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El cierre comenzó el 11 de octubre, cuando el Congreso no cumplió con el plazo para aprobar un proyecto de ley de financiamiento. Ahora los adultos mayores están comenzando a ver que un Gobierno que no opera a plena capacidad representa riesgos para la atención médica, los beneficios, los viajes y la seguridad financiera. Sin embargo, los pagos de Seguro Social y Medicare todavía se están enviando como de costumbre.

Así es como los adultos mayores están comenzando a sentir los efectos.

Carol Sharpe
Carol Sharpe (derecha) debe tomar un ferry hasta Washington para poder recibir atención médica.
AARP (David Weese Jr/Getty Images, Cortesía: Carol Sharpe)

Las interrupciones en telesalud junto con el financiamiento del Gobierno

Carol Sharpe, de 79 años, vive en una isla remota en el Puget Sound, justo al norte de Seattle. Rodeada de colinas tranquilas y playas cristalinas, la paramédica jubilada está a millas de distancia del bullicio de la vida urbana. También está a millas de distancia de los médicos que tratan su asma.

"Es al menos un viaje de una hora y media", dice Sharpe, sobre su viaje a su alergólogo. "A veces es un viaje en lancha. Otras veces tomamos el único puente que nos saca de la isla, lo cual toma unas dos horas, o más si hay congestión".

Durante años, Sharpe ha podido evitar ese largo viaje para la mayoría de sus citas y reunirse con su médico virtualmente, gracias a las exenciones de Medicare de la era de la pandemia que cubren las citas de telesalud. Ahora, debido al cierre, tendrá que hacer su visita en persona.

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Introducidas en marzo del 2020 para ayudar a mantener a los adultos mayores en casa y alejados de la COVID-19, las exenciones de Medicare abrieron una gama mucho más amplia de servicios de telesalud para los inscritos, incluyendo chequeos de rutina y renovaciones de recetas. Las citas virtuales resultaron ser muy populares, por lo que el Gobierno permitió que la cobertura continuara a través de una serie de extensiones.

Pero la última extensión expiró el 30 de septiembre. El Congreso no logró llegar a un acuerdo para renovarla, y el Gobierno cerró, por lo que el beneficio se interrumpió abruptamente para muchos adultos mayores del país. AARP está instando al Congreso a hacer permanentes los cambios de telesalud de Medicare de la era de la pandemia.

La próxima cita de telemedicina de Sharpe con su alergista estaba programada para noviembre, pero cuando llamó a la oficina para verificar si aún estaría cubierta por su seguro de Medicare, le dijeron que no lo estaría, a menos que asistiera en persona, dice. El costo de su bolsillo para mantenerla virtual sería aproximadamente $145.

Sharpe estimó que el costo de la gasolina, un boleto de ferry y otros gastos de viaje para llegar a una cita en persona sería menos de $145, así que planea hacer el viaje en noviembre.

Está agradecida de que aún puede conducir, pero "es traumatizante para alguien que vive en áreas rurales, que no está acostumbrado al tráfico, tener que entrar a una gran autopista y viajar a la ciudad, a ese entorno, para una cita con el médico", dice ella. "No es algo que se tome a la ligera".

Royal Palmer
Royal Palmer, dueño de Driftless Market & Deli en Platteville, Wisconsin, no ha podido procesar beneficios SNAP desde que el Gobierno cerró.
Cortesía: Sara Stathas

La tienda de comestibles no puede certificar beneficios de SNAP

El Driftless Market & Deli de Royal Palmer en la ciudad universitaria de Platteville, Wisconsin, atiende a compradores locales mayores con ingresos fijos y a aquellos que dependen de la ayuda alimentaria para poder pagar comidas nutritivas.

Es un motivo de orgullo para Palmer y su familia, que manejan la tienda, servir las diversas necesidades de la comunidad. Pero últimamente, debido al cierre del Gobierno, eso ha sido un desafío.

Palmer, de 39 años, no ha podido renovar la licencia de minorista de su tienda con el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), lo que permite a su tienda aceptar beneficios bajo el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP).

Las llamadas a la línea directa de servicio están siendo respondidas con un correo de voz automatizado que dice que no se están procesando ni actualizando nuevas solicitudes hasta que el Gobierno reabra. La USDA dice en su guía de cierre que la mayoría de los trabajadores federales que cubren servicios de alimentos y nutrición están suspendidos hasta que se llegue a un acuerdo presupuestario.

Debido a que no puede aceptar fondos de asistencia alimentaria federal en este momento, "he permitido que mis clientes habituales abran líneas de crédito o una cuenta", dice Palmer. "Si reciben beneficios de SNAP, pienso que es porque están pasando por una situación económica difícil, y no quiero ser una carga al no poder aceptarlos".

SNAP apoya a más de 11 millones de adultos mayores de 50 años.

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Aunque algunos miembros generosos de la comunidad han ofrecido pagar las cuentas de los clientes después de escuchar la difícil situación del mercado, "simplemente, no es algo sostenible", dice Palmer. Los pagos de SNAP representan aproximadamente un tercio de las transacciones del mercado.

Marjorie Bierbrauer, de 82 años
Marjorie Bierbrauer, de 82 años, depende de la tienda Driftless Market para sus compras diarias.
Cortesía: Sara Stathas

Si el cierre continúa, Palmer dice que puede tener que establecer límites en la cantidad de cuentas que puede aceptar. Ya estima que son hasta unos pocos miles de dólares en crédito.

Incluso una vez que el Gobierno reabra, a Palmer le preocupa qué tan rápido se procesarán las solicitudes pendientes, especialmente si hay más reducciones de personal en la USDA, que supervisa el programa SNAP.

Un cierre prolongado y factores de estrés financiero podrían obstaculizar la capacidad del comercio de Palmer para apoyar a la comunidad local, dice él, especialmente a los clientes mayores que dependen de la tienda por sus ofertas saludables y su ubicación conveniente.

Marjorie Bierbrauer, de 80 años, es una de esas clientas. Ella viene a la tienda tres veces a la semana, casi sin falta. Como vegetariana, dijo que es realmente la única tienda cercana que se adapta a su dieta.

No sé qué haría sin ellos", dice ella.

Carmen Pabón
Carmen Pabón, de 55 años, se jubiló hace poco de la FAA, pero aún no sabe cuándo empezará a recibir su pensión.
Cortesía: Zack Wittman

Preocupaciones sobre retrasos en las pensiones federales

Carmen Pabón se jubiló el 1.º de octubre de la Administración Federal de Aviación después de más de 20 años de servicio federal.

A lo largo de su carrera, Pabón, de 55 años, también cuidó a tiempo completo de su padre, quien tiene demencia. En la jubilación, esperaba entrenarse para convertirse en agente de bienes raíces, obtener la certificación como asesora de servicios financieros y planear más visitas a su nieta.

Pero el cierre ha puesto un freno a "todo", dice la residente de Davenport, Florida.

Pabón espera recibir alrededor de $1,200 al mes de su pensión federal, pero con la incertidumbre sobre dónde está su solicitud en el proceso, le preocupa que los pagos se retrasen. En algunas agencias, el personal federal de recursos humanos (HR) y de nómina podría estar suspendido, lo que puede retrasar el procesamiento de nuevas solicitudes de jubilación y dificultar que los empleados federales recién jubilados obtengan actualizaciones sobre el estado de sus casos.

Pabón ha pospuesto su inscripción en clases debido a los costos. Puede buscar préstamos por dificultades económicas para cubrir su hipoteca y gastos diarios si el cierre se prolonga.

"Es simplemente aterrador en este momento", dice Pabón. "Estoy buscando trabajo casi en cualquier lugar, tan solo para pagar las cuentas".

Hay esperanza para aquellos cuyas solicitudes llegaron a la Oficina de Administración de Personal de EE.UU. (OPM) antes del 1.º de octubre. El personal allí sigue trabajando durante el cierre, pero es una sola oficina para atender a toda la fuerza laboral federal —casi 2 millones de personas— y que, históricamente, ha estado abrumada por la alta carga de casos y la escasez de personal.

Dan Johnston, de 66 años, también se pregunta cuánto tiempo tomará cobrar su cheque de pensión después de dedicar más de dos décadas a ayudar a los contribuyentes con sus impuestos en el Servicio de Impuestos Internos.

El residente de Dakota del Norte dice que está en el limbo, sin saber si esperar retrasos debido al cierre y a un aumento de despidos de empleados del Gobierno. Para asegurarse de estar cubierto financieramente, tomó una decisión importante.

"Saqué una parte del dinero de mi cuenta 401(k); en realidad, la mayor parte, para poder pagar mis tarjetas de crédito y cubrir el déficit en mis ingresos", dice.

Elise Riley y John Simson
Cuando la caminata ‘Walk to Defeat ALS’ se canceló por el cierre del Gobierno, Elise Riley y su esposo John Simson organizaron una versión no oficial en su vecindario.
Cortesía: Elise Riley y John Simson

Eventos comunitarios cancelados

El año pasado, la Dra. Elise Riley, de 74 años, asistió por primera vez a la Caminata Anual para Derrotar la ELA de la Asociación de ELA. Fue su manera de reconocer públicamente que tiene la enfermedad neurodegenerativa progresiva conocida como esclerosis lateral amiotrófica, o enfermedad de Lou Gehrig.

“Fue mi fiesta de presentación”, dice Riley, una exdirectora médica de cuatro clínicas de salud en Maryland que vive en Silver Spring, Maryland.

Este año había planeado regresar para el evento anual de recaudación de fondos para la investigación y concienciación sobre la ELA, que se lleva a cabo en el Monumento a Washington en el National Mall. Pero el cierre del Gobierno cerró todos los eventos en los terrenos del monumento, y la caminata fue cancelada.

Riley se enteró un jueves que el cierre pospuso el evento, pero tenía amigos y familiares llegando de fuera de la ciudad para apoyarla al día siguiente. Así que ella y su esposo pensaron rápidamente y crearon una caminata no oficial de ELA en su vecindario. Más de 80 personas, incluidos vecinos, se unieron.

Pero sabe que muchos extrañarán la conexión y el ambiente festivo de la caminata oficial.

“Hay algo muy especial cuando estás en el National Mall, y sabes que estás en los terrenos del monumento, y... estás allí con otras personas con ELA, lo cual es importante”, dice Riley.

La Asociación de ELA planea anunciar pronto un lugar y hora alternativos para la caminata oficial.

Rolando Chang Barrero
Rolando Chang Barrero notó la falta de personal en el Parque Nacional Yosemite.
Cortesía: Rolando Chang Barrero

El desafío de los parques nacionales con personal limitado

Estos días, Rolando Chang Barrero, de 63 años, un viajero de larga distancia, y su compañera de cuatro patas, Bella, rara vez están en un lugar por mucho tiempo.

Eso es, por supuesto, a menos que el retirado galerista de arte de Florida esté atrapado en el tráfico por dos horas al salir del Parque Nacional de Yosemite. Esa fue su experiencia reciente después del cierre del Gobierno.

Muchos parques nacionales permanecen parcialmente abiertos, y los visitantes siguen llegando. Pero el personal está muy limitado, y Barrero está preocupado por la falta de control del tráfico y la aplicación de normas alrededor del estacionamiento en los bordes de las carreteras y el exceso de velocidad en los parques. Las redes sociales del parque no se están actualizando con información oportuna sobre cierres de carreteras y condiciones, y los servicios de emergencia podrían tardar más en responder en ciertas áreas.

“No hay nadie allí para guiarte”, dice él.

Como resultado, Barrero dice que está pasando menos tiempo del que había planeado en algunos parques y no está tomando ningún riesgo, especialmente como un viajero solitario mayor.

“Este país es hermoso”, escribió en su página de viajes documentando su viaje. “Y seguiré buscando esa belleza donde pueda. Pero hoy, lo hago con un poco más de precaución, y un poco menos de fe en los sistemas que se suponía que debían estar allí para todos nosotros".

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