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Una trabajadora federal de Florida, recientemente jubilada, está posponiendo planes porque no está segura de cuándo llegará su pensión. Un vendedor de comestibles en Wisconsin ya no puede aceptar pagos de ayuda alimentaria SNAP en su tienda, pero está fiando a algunos de sus clientes mayores habituales. Una mujer de 79 años que vive en una isla cerca de Seattle se está arriesgando a cruzar al continente después de perder el beneficio de telesalud de Medicare.
El efecto dominó de un cierre del Gobierno federal que se ha prolongado durante semanas se siente en todo el país, afectando las vidas cotidianas de los adultos mayores. Los servicios del Gobierno detenidos y la cantidad de trabajadores federales suspendidos significan planes cancelados y mucha incertidumbre.

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El cierre comenzó el 11 de octubre, cuando el Congreso no cumplió con el plazo para aprobar un proyecto de ley de financiamiento. Ahora los adultos mayores están comenzando a ver que un Gobierno que no opera a plena capacidad representa riesgos para la atención médica, los beneficios, los viajes y la seguridad financiera. Sin embargo, los pagos de Seguro Social y Medicare todavía se están enviando como de costumbre.
Así es como los adultos mayores están comenzando a sentir los efectos.

Las interrupciones en telesalud junto con el financiamiento del Gobierno
Carol Sharpe, de 79 años, vive en una isla remota en el Puget Sound, justo al norte de Seattle. Rodeada de colinas tranquilas y playas cristalinas, la paramédica jubilada está a millas de distancia del bullicio de la vida urbana. También está a millas de distancia de los médicos que tratan su asma.
"Es al menos un viaje de una hora y media", dice Sharpe, sobre su viaje a su alergólogo. "A veces es un viaje en lancha. Otras veces tomamos el único puente que nos saca de la isla, lo cual toma unas dos horas, o más si hay congestión".
Durante años, Sharpe ha podido evitar ese largo viaje para la mayoría de sus citas y reunirse con su médico virtualmente, gracias a las exenciones de Medicare de la era de la pandemia que cubren las citas de telesalud. Ahora, debido al cierre, tendrá que hacer su visita en persona.
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Introducidas en marzo del 2020 para ayudar a mantener a los adultos mayores en casa y alejados de la COVID-19, las exenciones de Medicare abrieron una gama mucho más amplia de servicios de telesalud para los inscritos, incluyendo chequeos de rutina y renovaciones de recetas. Las citas virtuales resultaron ser muy populares, por lo que el Gobierno permitió que la cobertura continuara a través de una serie de extensiones.
Pero la última extensión expiró el 30 de septiembre. El Congreso no logró llegar a un acuerdo para renovarla, y el Gobierno cerró, por lo que el beneficio se interrumpió abruptamente para muchos adultos mayores del país. AARP está instando al Congreso a hacer permanentes los cambios de telesalud de Medicare de la era de la pandemia.
La próxima cita de telemedicina de Sharpe con su alergista estaba programada para noviembre, pero cuando llamó a la oficina para verificar si aún estaría cubierta por su seguro de Medicare, le dijeron que no lo estaría, a menos que asistiera en persona, dice. El costo de su bolsillo para mantenerla virtual sería aproximadamente $145.
Sharpe estimó que el costo de la gasolina, un boleto de ferry y otros gastos de viaje para llegar a una cita en persona sería menos de $145, así que planea hacer el viaje en noviembre.
Está agradecida de que aún puede conducir, pero "es traumatizante para alguien que vive en áreas rurales, que no está acostumbrado al tráfico, tener que entrar a una gran autopista y viajar a la ciudad, a ese entorno, para una cita con el médico", dice ella. "No es algo que se tome a la ligera".

La tienda de comestibles no puede certificar beneficios de SNAP
El Driftless Market & Deli de Royal Palmer en la ciudad universitaria de Platteville, Wisconsin, atiende a compradores locales mayores con ingresos fijos y a aquellos que dependen de la ayuda alimentaria para poder pagar comidas nutritivas.
Es un motivo de orgullo para Palmer y su familia, que manejan la tienda, servir las diversas necesidades de la comunidad. Pero últimamente, debido al cierre del Gobierno, eso ha sido un desafío.
Palmer, de 39 años, no ha podido renovar la licencia de minorista de su tienda con el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), lo que permite a su tienda aceptar beneficios bajo el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP).
Las llamadas a la línea directa de servicio están siendo respondidas con un correo de voz automatizado que dice que no se están procesando ni actualizando nuevas solicitudes hasta que el Gobierno reabra. La USDA dice en su guía de cierre que la mayoría de los trabajadores federales que cubren servicios de alimentos y nutrición están suspendidos hasta que se llegue a un acuerdo presupuestario.
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