
Joyce y Benjamin F., una maestra y un director escolar mayores de 60 años, estaban dispuestos a comprar una vivienda más pequeña en el 2017. Llevaban casi 25 años viviendo en su casa en Sparta, Nueva Jersey, y estaban contentos de haber encontrado una casa adosada de menor tamaño que estaba a la venta, ubicada cerca de sus hijos adultos y sus nietos, en la que podrían disfrutar de su jubilación.
Los cónyuges, quienes pidieron que no se revelara su apellido para proteger su privacidad, firmaron un contrato y se prepararon para el cierre de la venta; enviaron su pago de $91,500 mediante una transferencia bancaria al número de cuenta que su abogado de bienes raíces les había mandado por correo electrónico. Dos días después, se reunieron con su abogado y con el representante del vendedor para finalizar la venta, cuenta Benjamin, que ahora tiene 70 años. Pero después de que entregaron su comprobante de transferencia bancaria, el representante del vendedor dijo: “Esa no es nuestra cuenta”. El abogado preguntó: “¿Dónde consiguieron esa información?”.

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“Contestamos: ‘Nos las enviaste tú’”, recuerda Benjamin. “Él dijo: ‘Yo no les envié esa información’. Y entonces nos dimos cuenta de que tenía que ver con una estafa”.
Intentaron enseguida revertir la transferencia bancaria, pero ya era demasiado tarde.
Todos sus ahorros, así como el dinero que habían tomado prestado, habían desaparecido.
Ahora, seis años después, Benjamin explica: “Todavía estamos tratando de recuperarnos”.
El efecto fue devastador. Pero pérdidas como esa, en las que los delincuentes interceptan y roban el dinero transferido para las compras de bienes raíces, son desafortunadamente comunes.
Una “epidemia” de fraude
“Ahora, es una epidemia”, dice Diane Tomb, directora ejecutiva de la American Land Title Association, la asociación comercial nacional de la industria de títulos inmobiliarios. “Hace cuatro años, nos enterábamos de casos como esos un par de veces al mes. Ahora es varias veces al día”.
Estos robos se realizan a través de estafas de correo electrónico empresarial fraudulento, una categoría de delitos que incluye el fraude relacionado con transferencias bancarias de bienes raíces. Las pérdidas denunciadas, relacionadas con estafas de correo electrónico empresarial fraudulento, aumentaron de más de $676 millones en el 2017 a más de $2,700 millones en el 2022, según el informe 2022 Internet Crime Report (en inglés) del Centro de Quejas de Delitos Cibernéticos del FBI (IC3).
Según el FBI, este tipo de estafa es “uno de los delitos por internet de más rápido crecimiento y más perjudiciales desde el punto de vista económico” y “una gran amenaza para la economía mundial”.
Si bien la agencia no desglosa esas estadísticas para precisar la suma de las pérdidas por fraudes relacionados con transferencias bancarias de bienes raíces, los expertos de la industria dicen que es un delito generalizado, pues las grandes cantidades de dinero en estas transacciones atraen a los delincuentes.
“Si le preguntaras a cualquier persona de nuestra industria: ‘¿Cuál es la peor amenaza?’, te diría que es el fraude de transferencia bancaria”, señala Tomb.
Cómo funciona el fraude de transferencia bancaria de bienes raíces
Estos tipos de delitos a menudo comienzan cuando los delincuentes cibernéticos usan información de dominio público sobre propietarios de viviendas e información de registros públicos relacionada con bienes raíces para atacar. Así pueden enviar correos electrónicos selectivos y puntuales a alguien que participa en una venta, por lo general un agente de bienes raíces, un abogado de bienes raíces, un agente de título o, a veces, un comprador de vivienda. Podría ser un correo electrónico o un mensaje de texto de suplantación de identidad con un enlace que, al hacer clic, obtiene datos para iniciar sesión o descarga algún programa maligno. De esa forma, el malhechor puede controlar la computadora o la cuenta de correo electrónico de una persona.
Una vez que estos piratas informáticos obtienen acceso, monitorean la cuenta de correo electrónico, vigilan las instrucciones para el cierre, y las interceptan. Armados con la fecha y el importe de una próxima transferencia, se hacen pasar por una parte de confianza en la transacción y desvían las transferencias electrónicas a cuentas bancarias bajo el control del delincuente.
“A última hora, el comprador recibirá un correo electrónico que dice: ‘Se cambió el plan. Envíe su dinero aquí’”, explica Tomb, y agrega que “aquí” será una cuenta fraudulenta. El dinero se transfiere rápido para eludir el rastreo, a veces rebotando entre varias cuentas, con la ayuda de mulas de dinero, y por último al extranjero, según un reciente análisis de tendencias financieras (en inglés) sobre los correos electrónicos empresariales fraudulentos en el sector de bienes raíces realizado por la Red contra los Delitos Financieros del Departamento del Tesoro de EE.UU.