Vida Sana
A estas alturas, la mayoría de nosotros hemos comprendido que es mejor cocinar con aceites saludables ricos en grasas insaturadas y no con mantequilla o grasa de cerdo. Gran número de investigaciones han revelado que reemplazar las grasas saturadas con aceites vegetales puede reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, cáncer y otros problemas de salud y, de ese modo, agregar años de vida.
No obstante, muchos de nosotros no sabemos cómo elegir un aceite saludable.
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¿Cuán saludables son los aceites más nuevos de moda, como el de aguacate o el de linaza? ¿El aceite prensado en frío es mejor que el refinado? ¿Y qué pasa con el aceite de coco y el de canola?
“En los estantes del supermercado ahora hay una cantidad innumerable de aceites para elegir”, dice Keri Gans, dietista certificada, anfitriona del pódcast The Keri Report y autora de The Small Change Diet. “Ciertamente, puede ser abrumador para el consumidor”.
Para agravar la confusión, hay estudios contradictorios sobre los beneficios para la salud de distintos aceites, además de una falta general de regulación en cuanto a la calidad de esos aceites, y desacuerdo entre los expertos sobre qué aceites son realmente los mejores para la salud.
A continuación, algunos expertos en nutrición comparten sus mejores consejos sobre cómo elegir aceites y maximizar los beneficios para la salud.
1. No uses aceite de coco o de palma
La mayoría de los expertos en nutrición concuerdan en que es mejor evitar los aceites con gran contenido de grasas saturadas, como los de palma y coco. Hay estudios que vinculan las grasas saturadas con niveles altos de colesterol y enfermedades coronarias. La American Heart Association recomienda aceites con menos de 4 gramos de grasa saturada por cucharada. A pesar del alboroto en años recientes sobre el aceite de coco y su posible vínculo con la salud mental, ningún estudio a gran escala ha podido comprobar algún beneficio. El aceite de coco contiene aproximadamente un 90% de grasas saturadas, un porcentaje más alto incluso que el de la mantequilla. Si bien algunos estudios hallaron que las grasas en el aceite de coco (llamadas triglicéridos de cadena media) pueden mejorar el nivel de HDL (el colesterol bueno), también elevaron el nivel de LDL (el colesterol malo), que bloquea las arterias y puede contribuir a las enfermedades cardíacas.
“Piensa en él como si fuera mantequilla o cualquier otra grasa saturada y trata de limitarlo”, dice Noah Quezada, dietista certificado y fundador de Noah’s Nutrition.
2. Elige aceites vegetales ricos en grasas insaturadas
La mejor opción son los aceites extraídos de plantas, ricos en grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la American Heart Association.
Tanto las grasas poliinsaturadas como las monoinsaturadas se han asociado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, particularmente si se consumen en lugar de grasas saturadas. Pueden mejorar los niveles de colesterol en la sangre, aliviar la inflamación y estabilizar el ritmo cardíaco.
La American Heart Association sugiere los siguientes aceites de cocina que cumplen con sus estándares de salud: canola, maíz, oliva, maní, cártamo, soya y girasol, y también aceites especiales, como los de aguacate, de semillas de uva y de sésamo.
Shilpa Bhupathiraju, una epidemióloga que enseña Nutrición en la Facultad de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, dice que todos esos aceites son opciones saludables. Recomienda usar distintos tipos, según el tipo de comida que prepares y el sabor que desees obtener.
“En general, la variedad es una buena estrategia en lo que respecta a la nutrición”, dice Bhupathiraju.
3. Recurre regularmente al aceite de oliva extra virgen
Otros expertos tienen un favorito indiscutido cuando se trata de aceites saludables: el aceite de oliva extra virgen.
“No hay otro alimento que siquiera se aproxime al aceite de oliva extra virgen para la prevención y el tratamiento de enfermedades crónicas”, dice Mary Flynn, dietista investigadora en Miriam Hospital en Providence, Rhode Island, y profesora adjunta de Nutrición en Brown University.
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