Las tasas de mortalidad prematura están aumentando. Toda una década de progreso en la reducción de las tasas de mortalidad prematura entre los adultos mayores se ha echado a perder. Hubo un 17% de aumento en las tasas de mortalidad prematura entre el 2019 y el 2020, en gran parte debido a la pandemia. “Ese es el mayor aumento que hemos visto”, dice Randall, quien señala que casi dos terceras partes de quienes representan esos aumentos tuvieron un diagnóstico de COVID-19 en su acta de defunción. Las personas mayores de color en EE.UU. tuvieron los aumentos más marcados: los hispanos tuvieron un aumento del 48% en las tasas de mortalidad, y las tasas de los afroamericanos, asiáticos y nativos estadounidenses aumentaron aproximadamente un tercio. La tasa de mortalidad prematura en el 2020 fue 3.2 veces más alta entre los adultos afroamericanos de entre 64 y 75 años que los adultos mayores multirraciales.
Las muertes causadas por fármacos se han duplicado entre las personas mayores. La pandemia de COVID-19 no es suficiente para explicar los aumentos en las tasas de mortalidad prematura. Las muertes causadas por medicamentos desempeñan un enorme papel en esta ecuación, destaca Randall. La tasa de muertes causadas por medicamentos se duplicó entre los adultos mayores de 65 años en EE.UU. entre el 2008 y el 2010, y entre el 2018 y el 2020, de 4.2 a 8.4 muertes por cada 100,000 personas. “Perdimos 8,620 adultos mayores adicionales en una década”, dice ella. Aunque este cambio ocurrió en todos los grupos de edad, fue más obvio en las personas entre 65 y 74 años: un aumento del 147%. La mayoría de estas muertes, dice ella, se debe a que los adultos mayores tomaron medicamentos opioides que no se los recetaron a ellos. Esto es alarmante, especialmente porque las personas mayores no metabolizan los medicamentos igual de bien debido a los cambios relacionados a la edad que ocurren en el hígado.
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Muchos adultos mayores dicen que están más sanos que nunca. En el 2020, unos 20 millones de adultos mayores en el país reportaron altos niveles de buena salud, lo más alto que se ha visto en la última década, observa Randall. Desde el 2011, hubo un aumento del 13% en los adultos mayores que reportaron que su salud ya es muy buena o excelente, del 38.4% al 43.5%. Gran parte de esa mejoría ocurrió en el último par de años, con un aumento del 41% en el 2019 al 43.5% en el 2020. Esto es sorprendente dado el aumento en la tasa de mortalidad y la tasa de mortalidad causada por sobredosis de medicamentos, pero puede ser que quienes están relativamente saludables se sientan resistentes. “Algo de esto es la sensación de, ‘Oye, mírame, sobreviví la pandemia y todavía estoy vivo y coleando”, dice Randall. “Pero también podría ser que los adultos mayores valoran la capacidad de obtener atención médica en casa a través de telesalud, y el reconocimiento de que la atención médica es más que tan solo los 15 minutos que pasan en un consultorio médico”.
Un lado bueno: el aumento en las tasas de vacunación contra la influenza entre los adultos mayores. La tasa aumentó el 100% en la última década, del 60.6% en el 2011 hasta el 67.3% en el 2020, dice Randall. En el 2020, unos 35 millones de adultos mayores se vacunaron contra la influenza, la tasa más alta desde que el “Informe sobre adultos mayores de America’s Health Rankings” empezó hace una década. “Muchos adultos mayores se vacunaron contra la influenza y COVID-19 al mismo tiempo, lo que tal vez haya ayudado al aumento”, explica ella. “Solo necesitamos asegurar que ese número no retroceda de aquí en adelante”.
Prevalecen las desigualdades en el cuidado de la salud a nivel racial y económico. Las tasas de mortalidad causada por fármacos entre los afroamericanos mayores de 65 años eran 10.4 veces más altas entre el 2018 y el 2020 que entre los asiáticos mayores, quienes tuvieron las tasas más bajas. Los adultos mayores blancos con estudios universitarios que ganaban más de $75,000 al año tenían más probabilidades de reportar un mejor estado de salud que las personas de color o quienes solo estudiaron hasta la escuela secundaria. Un ejemplo de esto: los egresados de la universidad reportaron un mejor estado de salud 2.7 veces más que quienes tenían menos estudios que la escuela secundaria, y quienes ganaban más de $75,000 al año reportaron este estado 2.2 veces más que quienes tenían ingresos menores de $25,000. Los adultos más ricos también eran menos propensos a ser obesos.
Algunos estados están haciendo un mejor trabajo para los adultos mayores que otros. Utah ocupa el primer lugar en la lista de los estados más sanos para las personas mayores en Estados Unidos, según el informe. Entre sus éxitos: bajos índices de fumadores y bebedores en exceso, y bajo riesgo de aislamiento social. Vermont, Minnesota, Connecticut y Colorado completan la lista de los cinco mejores. ¿Al final de la lista? Misisipi, con una alta tasa de mortalidad prematura, alto riesgo de aislamiento social y muy bajos niveles de actividad física. Pero ningún estado es perfecto, señala Randall. “Cada estado en este informe tiene puntos fuertes, y cada estado tiene aspectos que pueden mejorar”. Utah, por ejemplo, tiene una alta prevalencia de caídas y una escasez de proveedores geriátricos, mientras que Misisipi tiene bajas tasas de bebedores en exceso, caídas y problemas de vivienda.
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