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¿Cómo se relacionan la hipertensión, las enfermedades cardíacas y los derrames cerebrales?

Para apoyar tu cerebro, mantén tu corazón saludable.


spinner image Una mujer se lleva las manos al pecho en señal de dolor
SCIENCE PHOTO LIBRARY / GETTY IMAGES

Cuando que un paciente en recuperación de un derrame cerebral le pregunta al Dr. Kevin Sheth, neurólogo, cómo prevenir otro, siempre ofrece el mismo consejo: controla tu presión arterial, baja tu colesterol, haz ejercicio, no fumes, come una dieta saludable y duerme bien por la noche.  

“A menudo responden: ‘Doctor, sé que esas cosas son buenas para mi corazón, pero ¿qué tienen que ver con mi cerebro?’. Mi respuesta es: todo”.

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Las personas a menudo ven las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión y los derrames cerebrales como enfermedades separadas. Pero las tres están fundamentalmente conectadas.

“La parte más importante del envejecimiento saludable es cuidar tu cerebro, y la mejor manera de hacerlo es cuidar tu corazón y tu presión arterial”, dice Sheth, quien dirige el Yale Center for Brain and Mind Health. “Si incluso la mitad de las personas con presión arterial alta tuvieran un mejor control de esta, el mayor beneficio que verían sería en el cerebro”. La razón es bastante simple: la salud de los órganos del cuerpo depende de la salud del corazón y de los vasos sanguíneos, que transportan oxígeno y nutrientes a esos órganos. Cuando la sangre no puede llegar al corazón, lo que lo deja sin oxígeno, las células musculares del corazón mueren —un ataque cardíaco—. Cuando se corta el flujo sanguíneo al cerebro, las células cerebrales mueren —un derrame cerebral—.

“Lo que afecta nuestro sistema vascular tiene un impacto en otros órganos, especialmente el corazón y el cerebro. Todos los principales factores de riesgo tradicionales de enfermedades cardíacas son los mismos factores de riesgo principales de derrames cerebrales”, dice el Dr. Donald Lloyd-Jones, cardiólogo y presidente del Departamento de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, más de 877,500 personas mueren anualmente en Estados Unidos a causa de enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y otras enfermedades cardiovasculares. Las enfermedades cardíacas son la primera y los derrames cerebrales son la quinta causa principal de muerte en Estados Unidos, dicen los CDC. 

Hay dos tipos de derrame cerebral. Los más comunes, los isquémicos, son el 87% de todos los derrames cerebrales. Ocurren cuando un coágulo obstruye un vaso sanguíneo y corta la sangre al cerebro. El segundo tipo de derrame cerebral, llamado hemorrágico, ocurre cuando un vaso sanguíneo debilitado se rompe y causa sangrado en el cerebro.

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La conexión de la hipertensión

Formas de reducir la presión arterial para disminuir el riesgo de derrame cerebral

Cerca de la mitad de los adultos en Estados Unidos tienen presión arterial alta. Algunas personas con presión arterial alta necesitarán medicamentos para bajar la presión. Pero muchas pueden reducir su número a un rango saludable al hacer cambios en el estilo de vida. Estos mismos cambios también pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol.

  • Tener al menos 150 minutos de actividad física cada semana (unos 30 minutos al día, 5 días a la semana)
  • No fumar
  • Consumir una dieta saludable, que incluya limitar el sodio (sal) y el alcohol
  • Mantener un peso saludable
  • Controlar el estrés

A pesar de la prevalencia de ataques cardíacos y derrames cerebrales, el cuerpo humano a menudo revela muchas pistas de que estos problemas de salud podrían estar en camino. La hipertensión es un buen ejemplo: las lecturas de presión arterial constantemente altas sugieren que las paredes de las arterias se han vuelto menos elásticas, lo que, con el tiempo, disminuye el flujo de sangre y oxígeno al corazón. La presión también puede causar daños en el revestimiento de la arteria. Cuando el cuerpo responde a la lesión, se puede formar un coágulo que bloquea el vaso. “Cuando esto sucede, los glóbulos rojos no caben —y se bloquean—”, explica el Dr. Andrew Budson, profesor de Neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y jefe de Neurología Cognitiva y Conductual del VA Boston Healthcare System. Cuando el bloqueo impide el flujo sanguíneo al cerebro, “eso es un derrame cerebral”.

No es de extrañar entonces que la hipertensión “sea el factor de riesgo más importante para un derrame cerebral”, dice el Dr. Mitchell Elkind, profesor de Neurología y Epidemiología en la Universidad de Columbia y director de ciencias clínicas de la Asociación Americana del Corazón. Él calcula que la hipertensión contribuye a aproximadamente la mitad de todos los derrames cerebrales y a la gran mayoría —alrededor del 80%— de los derrames cerebrales hemorrágicos.

“Cuando hay años y años de presión arterial elevada golpeando las paredes de los vasos sanguíneos, esto daña las paredes”, dice Budson.

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Alrededor de 116 millones de adultos en Estados Unidos —casi uno de cada dos— tienen presión arterial alta (definida como 130/80 mmHg) o más. Según los CDC, solo aproximadamente uno de cada cuatro está tomando medicamentos o ha hecho cambios en el estilo de vida para reducir su número.  Muchas personas ni siquiera saben que tienen presión arterial alta porque no hay síntomas. Esa es una de las razones por las que se llama el “asesino silencioso”.

“Tratar la hipertensión es de vital importancia para reducir el riesgo de derrame cerebral”, dice la Dra. Beth Abramson, profesora Paul Albrechtsen de Prevención Cardíaca y Salud Cardiovascular de la Mujer en la división de Cardiología del Hospital St. Michael’s en Toronto. El envejecimiento sucede, pero podemos hacer algo en torno a la hipertensión; es un factor de riesgo controlable. “El tratamiento de la hipertensión, o presión arterial alta, tendrá un gran impacto en la reducción del riesgo de derrame cerebral”.

Cómo el colesterol alto aumenta el riesgo de derrame cerebral

El colesterol alto —que también puede causar acumulación de placa (depósitos de grasa, colesterol y otras sustancias)— es otro peligro. La hipertensión daña el revestimiento de los vasos sanguíneos, lo que permite que la placa se acumule en ellos —aterosclerosis—. Como resultado, los vasos sanguíneos se estrechan, y esto hace más fácil que un coágulo se atasque. A veces, se pueden desprender trozos de placa y alojarse en un vaso sanguíneo estrecho. Si ese vaso está en el cerebro, puede ocurrir un derrame cerebral; si bloquea el flujo al corazón, puede ocurrir un ataque cardíaco.

La presión arterial en cifras

La presión arterial normal es de 120/80, y eso es cierto para adultos de todas las edades. El primer número, la presión sistólica, mide la presión en las arterias cuando el corazón late; el segundo, la presión diastólica, mide la presión en las arterias cuando el corazón descansa entre latidos. La presión arterial se mide en milímetros de mercurio (mm Hg). Desde el 2017, el American College of Cardiology y otras 10 organizaciones han recomendado el tratamiento de cualquier persona cuya presión alcance 130/80 o más.

Categoría de presión arterial Presión arterial sistólica (mm Hg) Presión arterial diastólica (mm Hg)
Normal menos de 120 menos de 80
Elevada (prehipertensión) 120-129 menos de 80
Hipertensión en etapa 1 130-139 80-89
Hipertensión en etapa 2 140 o más 90 o más
Crisis de hipertensión más de 180 más de 120

Alrededor de un cuarto de los adultos en Estados Unidos, o más de 86 millones, tenían colesterol total de 200 mg/dL o más en el 2017-2020, según un informe del 2023 de la Asociación Americana del Corazón. Los niveles óptimos son aproximadamente 150 miligramos por decilitro (mg/dL) de colesterol total; alrededor de 100 mg/dL de LDL (el colesterol “malo”); e igual o más de 40 mg/dL de HDL (el colesterol “bueno”) en los hombres y 50 mg/dL en las mujeres. Los niveles de triglicéridos deben ser inferiores a 150 mg/dL. Cuando se padece hipertensión, el LDL se convierte en el blanco principal. Debe reducirse por debajo de 70 mg/dL, con medicamentos para reducir el colesterol o cambios en la dieta.

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La fibrilación auricular también aumenta el riesgo de derrame cerebral

Otro factor de riesgo de un derrame cerebral es un ritmo cardíaco irregular o una arritmia conocida como fibrilación auricular. Según los CDC, las personas con fibrilación auricular tienen cinco veces más probabilidades de sufrir un derrame cerebral que las que no tienen el trastorno. Se estima que 1 de cada 7 derrames cerebrales es el resultado de la fibrilación auricular. El riesgo aumenta con la edad y la hipertensión.

“Cuando el corazón entra en una fibrilación auricular, el ritmo de las cámaras superiores cambia drásticamente de un ciclo eléctrico normal predecible a ondas caóticas rápidas e impredecibles de electricidad que se mueven hacia adelante y hacia atrás”, dice Lloyd-Jones. “Esas cámaras superiores no se contraen de manera organizada, simplemente se contonean. Parecen una bolsa de gusanos”.

Cuando esto sucede, la sangre puede estancarse, dice. “Cada vez que la sangre se queda quieta, tiende a coagularse”, explica. “Cuando se forma y se rompe un coágulo, el lugar más común al que irá es al cerebro”.

Algunas personas no tienen síntomas de fibrilación auricular y no saben que la tienen. Otras pueden experimentar latidos cardíacos irregulares, palpitaciones cardíacas, mareos, fatiga extrema, dificultad para respirar y dolor en el pecho. La fibrilación auricular se trata con medicamentos y a veces con cirugía, y se puede diagnosticar con un electrocardiograma, una prueba que a menudo forma parte de un examen físico de rutina, dice Elkind.

En resumen, cuando se trata del corazón y el cerebro: están estrechamente vinculados.

“Ambos tienen arterias que necesitan permanecer abiertas para que la sangre y el oxígeno lleguen a sus tejidos”, dice Budson. “El cerebro y el corazón tienen una relación. Si quieres mantener tu cerebro saludable, tienes que mantener tu corazón saludable”.

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