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5 jubilados encuentran un propósito con una segunda etapa de su carrera

El coronavirus ha dificultado la búsqueda de nuevos proyectos, pero no la ha detenido.


spinner image Retratos de Karen Gedney, Chris Stevens, Russ Eanes, Holly Carter, y Raymond Jetson
FOTOS DE LAUREN CASTO, UNIVERSITY OF NOTRE DAME, CORTESÍA DE RAYMOND JETSON, HOLLY CARTER Y RUSS EANES

 

Hace poco, AARP pasó tiempo con cinco jubilados para enterarse de la manera en la que lo que están haciendo después de jubilarse aporta significado a su vida y marca una diferencia en el mundo, incluso mientras continúa la pandemia del coronavirus. Estas son sus historias.

spinner image Karen Gedney parada afuera del centro médico del Departamento Correccional de Nevada en Carson City
FOTO DE KAREN GEDNEY POR LAUREN CASTO

Dra. Karen Gedney

Después de ser médica, se convirtió en mentora

“La jubilación tiene que ver con ikigai”, dijo Karen Gedney, de 63 años, quien hace cuatro años se jubiló de su empleo como médica sénior en el centro médico del Departamento Correccional de Nevada en Carson City. Esta palabra en japonés se traduce como un sentido de propósito y significado en la vida, y una sensación de bienestar.

“Para mí, significa dar un paso adelante y probar cosas nuevas”, explicó Gedney. “No se trata de replegarse y recluirse. Decidí que deseaba participar, en vez de ser espectadora. Por eso, todos los días me levanto con un propósito y tengo una razón para levantarme de la cama”.

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Sabe lo que dice. Ya no está de moda aquella visión de pasar los años de jubilación arreglando el jardín, jugando golf y viajando. Lo que es muy popular es hacer algo significativo, ya sea o no remunerado. Desde que dejó su carrera de tres décadas, Gedney empezó a participar en una serie de actividades. “Cuando me jubilé, el mayor desafío fue: ‘¿En qué deseo enfocar mi energía?’”, afirmó.

Pero poco a poco lo descubrió. Escribió una autobiografía, 30 Years Behind Bars: Trials of a Prison Doctor, y pasa tiempo dando discursos y charlas sobre reforma carcelaria. “Deseaba que el mundo exterior lo viera desde otro punto de vista, el de una persona que quería curar”, dijo.

Regresó a la universidad y obtuvo un certificado de especialidad en medicina regenerativa y de antienvejecimiento. “Me encanta enseñar, pero no quise hacerlo como negocio, porque tiene mucho que ver con aprovecharse de las inseguridades de la gente. Por eso ofrezco talleres gratuitos sobre el envejecimiento saludable y la nutrición”, señaló.

“En esta etapa de mi vida, contar con tiempo para tener un impacto sobre los niños es esencial para encontrar significado”. 

— Karen Gedney

También es voluntaria como integrante de la junta directiva de Ridge House, una organización que ofrece ayuda residencial y ambulatoria para personas que luchan por recuperarse de la adicción.

Y también se destaca por ser mentora de niños en riesgo cuyo padre o madre está encarcelado. En la actualidad, es mentora de un niño de 12 años y una joven de 16 años. “Se han vuelto más como mis ahijados”, afirmó Gedney. “Juntos hacemos ejercicio, jugamos básquetbol y hacemos caminatas”. Últimamente ha recurrido a su experiencia médica para enseñarles a los niños sobre el coronavirus.

No es de sorprender que Gedney haya tenido que suspender algunas de estas actividades debido al coronavirus. “No he podido llevarlos al gimnasio, a un centro comercial, al cine, ni tampoco enseñarles o alimentarlos en mi hogar”, dice. “Me comunico con ellos por teléfono y les llevo artículos básicos y regalitos, como helado. También les mandé mensajes para recordarles que son importantes para mí y que esta cuarentena terminará”.

Pero ahora ya puede volver a interactuar con los niños. “El fin de semana pasado, llevé a Dante, el de 12 años, a jugar golf”, dijo. “Tuvimos conversaciones interesantes sobre el movimiento Black Lives Matter y la muerte trágica de George Floyd”.

“En esta etapa de mi vida, contar con tiempo para tener un impacto sobre los niños es esencial para encontrar significado”, señaló Gedney. Pero también es la recompensa por explorar un camino interno que la eludió. “Ahora tengo un ritual diario en el que medito, hago ejercicio y estoy aprendiendo a hablar español de mi vecino, quien es un traductor internacional. Anoto estas tareas en mi librito y las marco a medida que las hago. Tener una lista de las cosas que he logrado me hace sentir bien”.

spinner image Russ Eanes en el Camino de Santiago de Compostela, España
CORTESÍA DE RUSS EANES

A veces, encontrar lo que uno quiere hacer durante la jubilación es un trayecto solitario. Hace tres años, Russ Eanes, quien tenía 60 años, dejó su trabajo en una casa editorial. “Era demasiado joven para jubilarme, pero suficientemente mayor para saber que necesitaba cambiar el ritmo de mi vida”, dijo Eanes, quien vive en Harrisonburg, Virginia. “Decidí que no me jubilaría formalmente, sino que trabajaría a un ritmo más lento en algo que me encantara y fuera significativo para mí”.

Por eso, Eanes pasó cinco semanas recorriendo a pie las 500 millas del Camino de Santiago en España, un antiguo camino de peregrinos. “Había sido mi sueño durante dos décadas y no quería seguir aplazándolo”, explicó. “Fue una experiencia profundamente transformadora”.

“Lo próximo que pienso hacer durante la jubilación es ayudar a otros a contar su historia y a publicar su propio libro”.

— Russ Eanes

Por primera vez, lo único que tenía en su agenda todos los días era levantarse, empacar sus cosas en su mochila y caminar hasta el próximo pueblo. “Fue una vida sin programación, sin apuros y sin planes”, afirmó Eanes. “Bajé gradualmente el ritmo de la vida y me tomé el tiempo para fijarme en las cosas”.

En ese tiempo, se le ocurrió una idea: “Durante mi carrera editorial, conocí muchas personas con historias que compartir”, dijo. “Lo próximo que pienso hacer durante la jubilación es ayudar a otros a contar su historia y a publicar su propio libro”.

Para comenzar, Eanes escribió un libro. Se demoró un año en hacerlo, pero en el 2019 publicó The Walk of a Lifetime: 500 Miles on the Camino de Santiago. Escribir este libro fue casi tan interesante como el peregrinaje, dijo Eanes.

“Siempre me ha encantado escribir, pero entre el trabajo y la familia, nunca tuve tiempo”, comentó.

Eanes estuvo junto a su cuñado cuando este falleció a los 56 años, 30 días después de que le diagnosticaran que tenía cáncer. “Él no hizo muchas cosas que quería hacer, porque pensaba hacerlas después de jubilarse”, afirmó Eanes. “Nunca las hizo, y yo decidí que no iba a postergar las cosas. Deseo vivir para algunas cosas que quiero hacer ahora y no esperar hasta una edad mágica de jubilación, y quizás no hacerlas realidad nunca.

No tengo que demostrarle nada a nadie”, señaló. “Ahora tengo tiempo. Si mi hijo me pide que lo ayude a arreglar el techo de un cobertizo, puedo decir ‘por supuesto’ y dejar de lado lo que esté haciendo para ayudarlo”.

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Debido al coronavirus, ha tenido que suspender temporalmente sus caminatas. “Aplacé por un buen rato mi próximo proyecto de escritura sobre una caminata en Umbria, Italia, por la región donde vivía San Francisco. Es probable que pase un año antes de que pueda regresar a Italia para ir en una caminata de tres semanas”, dijo Eames.

Pero eso no es un gran problema. Ahora su centro de atención es otra idea para un libro, sobre un viaje de una semana en bicicleta desde Pittsburgh hasta Washington D.C., por el Great Allegheny Passage hasta el camino de sirga del Canal Chesapeake y Ohio (C&O). “Calculo que un recorrido largo como este de 330 millas ya se podrá hacer durante el verano, y será divertido escribir sobre eso. Por eso, aunque preferiría viajar a Italia, no me molesta quedarme más cerca de mi hogar”.

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Walker Press, el negocio de corrección y autopublicación de Eames, está prosperando. “Debido a que todos mis clientes son mayores de 60 años, quizás la crisis actual los ha motivado más aún para por fin empezar los libros y las autobiografías que han querido escribir”, afirmó. Y contribuye su tiempo para ayudar a un granjero local que necesita que alguien realice entregas gratis de alimentos, pues el mercado agrícola local está cerrado.

Mientras tanto, se siente aliviado por haberse jubilado cuando lo hizo. “Me alegro por la decisión que tomé hace dos años”, dijo. “No querría estar de nuevo en mi puesto antiguo, preocupándome sobre los empleados y acerca de cómo voy a pagarles”.

spinner image Holly Carter cabalgando un excaballo de carreras en un refugio al lado de una mujer que sostiene las riendas.
CORTESÍA DE HOLLY CARTER

Holly Carter

Regresó a la silla de montar

A Holly Carter, de 68 años, le encantaba redecorar propiedades residenciales y comerciales para sus clientes de diseño interior. Pero cuando cerró su negocio y se jubiló en el 2013, regresó a su pasión de la infancia: los caballos. “Vengo de una familia de artistas y músicos”, dijo Carter. “Cuando tenía 4 años me dieron un violonchelo, pero lo que yo quería era un poni y fui persistente”.

Sus padres cedieron cuando ella tenía 8 años. Gracias a uno de sus compañeros de trabajo, su padre se enteró de que en una granja cercana había un poni desnutrido y descuidado que necesitaba amor y alimentación adecuada. Lo rescató para ella y lo trajo a su hogar en la parte trasera de su camioneta.

En esa época, la familia vivía en un hogar alquilado en una granja lechera de 500 acres, y su padre le consiguió al nuevo miembro de la familia un lugar donde vivir. “Antes y después de la escuela, debes cuidar al poni, y tienes que practicar tu violonchelo, o te quedas sin poni”, contó Carter que le dijeron sus padres. “Aprendí a levantarme temprano todas las mañanas. Ansié tanto tenerlo que eso me inculcó una ética laboral”.

Como adulta, su pasión por los caballos nunca disminuyó. Carter montaba caballos de carrera y eventualmente fue dueña de caballos y participó en competencias de salto de obstáculos. Sin embargo, durante 15 años tuvo que dejar de montar a caballo mientras atravesaba un divorcio difícil y desarrollaba su negocio de diseño interior.

“Retribuir a los animales que me bendijeron tanto fue una pasión instintiva”.

— Holly Carter

Con el tiempo, se dio cuenta de que la manera en la que podía regresar a su amor por los caballos era adoptar a un antiguo caballo de carreras de pura raza que ya no participara en el mundo de las carreras debido a una lesión o falta de velocidad, o porque su dueño ya no podía pagar por su cuidado. “Encontré mi primer caballo rescatado gracias a Canter USA, una organización que encuentra hogares para excaballos de carreras”, afirmó Carter. “Pagué $800 por Winter Escape. Él había participado en 105 carreras durante cinco años. Eso lo afectó; tenía artritis, pero también un corazón de oro. Y luego compré dos más por $750 cada uno. Lo pagué todo con lo que gané con mis diseños”.

Para darles a los caballos una segunda etapa, Carter usó su gentil talento para la caballería. Casi sin darse cuenta, había encontrado su nueva vocación: Winter Farm, OTTB Rescue & Retirement, un programa sin fines de lucro de adopción de caballos de pura raza ubicado en Southern Pines, Carolina del Norte. Lo nombró por su primer caballo rescatado, quien ahora tiene 23 años y a quien Carter todavía abraza por la mañana y le da zanahorias. OTTB es la abreviatura en inglés de “pura sangre que abandonó la pista” y la organización se dedica a proporcionar una segunda etapa y una vida segura y saludable a caballos de carrera jubilados.

Carter vive en un apartamento encima de un granero de ocho compartimientos, en un terreno alquilado de 20 acres. Se despierta antes de las 5 a.m., alimenta a los caballos y luego limpia los compartimientos. “Hago la mayoría del trabajo, aunque tengo unos voluntarios maravillosos que ayudan cuando pueden”, señaló Carter.

El presupuesto anual de la organización: $175,000. Hasta ahora, Carter ha rescatado casi 200 caballos de varios lugares, que incluyen corrales de muerte donde los caballos lesionados y rechazados esperan a que los vendan para el matadero.

“Es algo espiritual”, dijo Carter. “Sentí que debía retribuir. La vida me bendijo, aunque cometí errores durante mi vida. Las bendiciones siempre llegaron a través de los contactos que hice por medio de los caballos, y los mentores en mi vida fueron personas maravillosas con caballos. Me encantan los caballos, desde el primer poni que mi padre rescató para regalármelo. Retribuir a los animales que me bendijeron tanto fue una pasión instintiva”.

El coronavirus ha afectado su negocio. “Lo estoy manteniendo”, afirmó Carter. “El mayor problema es con donaciones y patrocinadores mensuales, pues han disminuido y eso tiene un gran impacto sobre el ingreso mensual. Y debido al distanciamiento social, no tengo voluntarios para ayudarme a cuidar a los caballos. Así que yo hago todo, lo cual es difícil. Son días largos y noches cortas”.

spinner image Raymond Jetson hablando en un evento.
CORTESÍA DE RAYMOND A. JETSON

Raymond A. Jetson

MetroMorphosis

Raymond Jetson, de 64 años, pasa mucho tiempo trabajando para cambiar el concepto de lo que significa la jubilación. Se jubiló dos veces y ahora dirige una empresa social que se llama MetroMorphosis, con sede en Baton Rouge, Luisiana. Esta organización sin fines de lucro se concentra en crear un enfoque distinto para el cambio comunitario y, específicamente, para los problemas que afectan a los niños y a los hombres de color.

Su interés empezó cuando iban a suspender a más de una docena de adolescentes afroamericanos de una escuela secundaria en su comunidad porque pertenecían a un “club de boxeo”. “No participaban en peleas callejeras y su intención no era perjudicar a nadie”, dijo Jetson. “Solo se ponían guantes de boxeo y boxeaban en vestuarios y baños después de la escuela”.

Su situación difícil lo enterneció. “¿Dónde se encontraban los hombres afroamericanos que podrían haber desempeñado el papel de modelos de conducta, mentores y amigos? ¿Dónde estaban los adultos cariñosos que hubieran podido prevenir eso? ¿Dónde andaba yo?”, preguntó Jetson.

Para Jetson, MetroMorphosis, que se concentra en apoyar el cambio en vecindarios urbanos marginados, es el corazón de esa labor. “Atraemos a organizaciones de mentores y capacitamos a los mentores para que formen parte de nuestro trabajo en general”, dijo. Esa iniciativa reúne a casi dos docenas de organizaciones que forman una red para reclutar y capacitar a jóvenes y conectarlos con mentores. Hasta ahora, el grupo tiene a 1,000 mentores en etapa de capacitación.

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“Deseo ver cambios reales en la vida de niños de color en vecindarios urbanos marginados, donde estos niños afroamericanos no se gradúan de la escuela secundaria”, afirmó Jetson. “Por eso, todos los días me despierto y me pregunto: ‘¿Qué harás hoy que importará en 20 años?’”.

No es de sorprender que Jetson decidiera participar, pues su carrera de casi 25 años estuvo definida por el servicio público. Fue director ejecutivo de Louisiana Family Recovery Corps, una organización sin fines de lucro que se concentra en apoyar a las familias impactadas por desastres para que se recuperen. Antes de unirse a Recovery Corps, Jetson fue subsecretario del Departamento de Salud y Hospitales de Luisiana. Además, representó al distrito 61 en la Cámara de Representantes de Luisiana durante más de 15 años.

“Hay una línea muy fina entre permanecer por suficiente tiempo para tener un verdadero impacto y quedarte por demasiado tiempo y convertirte en parte de la situación que no cambia”, señaló Jetson. “Me di cuenta de que estaba en un punto de transición difícil. Había trabajado en servicio del estado por casi 25 años, así que decidí jubilarme a los 55 años”.

“Por eso, todos los días me despierto y me pregunto: ‘¿Qué harás hoy que importará en 20 años?’”.

— Raymond A. Jetson

Durante el tiempo que trabajó en servicio público, también perteneció al clero. “Mi intención fue abandonar el Gobierno estatal y enfocarme en el clero por un tiempo”, contó. Fue pastor en Star Hill Baptist Church, la iglesia a la que asistió durante su infancia, durante 23 años, antes de jubilarse en diciembre del 2017.

Pero en realidad no se jubiló. “Me fui de vacaciones por una semana a Florida, jugué golf todo el día, comí bien, regresé y me sumergí en mi trabajo en MetroMorphosis, la organización que fundé y luego constituí en el 2012”, dijo. “Quería enfocarme más en arreglar mi vecindario y vecindarios urbanos marginados como el mío. Mi pasión tenía raíces profundas en la angustia que sentía por lo que veía”.

“Soy un hombre afroamericano con educación universitaria, y crecí en el tipo de vecindarios donde viven estos adolescentes”, afirmó. “Estoy convencido de que cuando nosotros, como hombres negros mayores, nos demos cuenta de la riqueza del posible impacto que podemos tener sobre nuestras comunidades, nos será posible lograr cambios”.

Debido al coronavirus, ha tenido que improvisar. “Esta época de trastornos, incertidumbre y COVID-19 me ha hecho reflexionar más profundamente sobre la manera en la que practico el liderazgo y lo que se encuentra al centro del trabajo que busco hacer”, señaló Jetson. “He pasado mucho de mi tiempo conectándome y trabajando con otros en persona. El cambio profundo en lo que será la ‘participación’ después de la COVID-19 me desafía”.

MetroMorphosis ahora depende de manera significativa de las plataformas virtuales, dijo Jetson. “Mantener la dedicación del personal y las expectativas comunitarias, evaluar el progreso y a la larga, el impacto, se ha convertido en una tarea muy distinta que demanda otras aptitudes y otra mentalidad”.

spinner image Chris Stevens en el campus de Mendoza College of Business
CHRIS STEVENS POR MATT CASHORE/UNIVERSITY OF NOTRE DAME

Chris Stevens

Regresó a la universidad

Cuando Chris Stevens, quien entonces tenía 60 años, concluyó su carrera empresarial hace ocho años y necesitó un lugar que lo inspirara, decidió regresar a enseñar en su antigua universidad, University of Notre Dame en South Bend, Indiana. “Me encontraba en un punto en la vida en el que quería girar, pero todavía me quedaban muchas cosas que podía hacer”, dijo.

Stevens pasó su infancia temprana en hogares de acogida, desde Texas hasta el norte del estado de Nueva York y la zona de Washington D.C. Encontró su propio camino mientras asistía a la universidad. Se graduó de Notre Dame en 1974, donde estudió Economía y jugó básquetbol.

Posteriormente, Stevens trabajó en una variedad de puestos de nivel ejecutivo en ventas, mercadeo y gerencia, en empresas como Procter & Gamble y Anheuser-Busch. En 1996, fue uno de los cuatro integrantes del equipo original de Keurig Inc.

Desde que se unió al profesorado de Notre Dame, ha dado clases a estudiantes de licenciatura, de maestría en administración de empresas, de maestría en administración de empresas para ejecutivos y del programa ESTEEM (Maestría de Excelencia Empresarial en Ingeniería, Ciencia y Tecnología) de la universidad. Su repertorio va desde cursos sobre resolución de problemas empresariales hasta liderazgo, gestión de cambio y empresariado.

“Al principio de cada semestre me aprendo de memoria los nombres y las caras de todos mis estudiantes y les pido que me cuenten sobre su vida, sus metas y sus sueños”, afirmó Stevens. “Intento lograr que piensen a dónde desean llegar”.

“Pueden ofrecerse como voluntarios para servirles comida a los desamparados o ayudar a recoger la basura, pero deben hacer algo...” 

— Chris Stevens

Uno de los ejercicios favoritos de Stevens es escoger una noche antes de una de sus clases y enviarles a sus estudiantes un mensaje por correo electrónico en el que les dice que no vayan a clase y que en vez de eso ayuden a alguien en la comunidad. “Pueden ofrecerse como voluntarios para servirles comida a los desamparados o ayudar a recoger la basura, pero deben hacer algo y luego preparar un escrito para la clase que nos cuente lo que hicieron y la manera en la que eso se relaciona con quién son”, dijo Stevens. "Es poderoso. En mis clases, trato de hacer muchas cosas que inspiren y motiven. Logro hacerlos llorar y reírse”.

El empeño más reciente de Stevens: es codirector de la Inspired Leadership Initiative de Notre Dame. En esta iniciativa, que se encuentra en su segundo año, participan 15 personas con logros quienes concluyeron con éxito carreras de dos o tres décadas y están listas para dedicar un año académico a estudiar en Notre Dame. Pueden asistir como oyentes a cursos, ir a charlas, trabajar con estudiantes de licenciatura en proyectos y viajar al extranjero, a los centros mundiales de Notre Dame, al tiempo que contemplan lo próximo que desean hacer. Para el año académico del 2020-2021, el plan es aumentar el número de estudiantes a 25. Debido a la pandemia de COVID-19, el inicio se aplazó hasta enero y el programa se basará en el año calendario.

El coronavirus no ha logrado que Stevens baje la velocidad. Todavía tiene unos 200 estudiantes y está enseñando tres cursos en línea: Principles of Management (Principios de administración), Sports Management Experiential Learning (Aprendizaje experiencial de administración de deportes) y Sales Leadership for the Entrepreneur (Liderazgo de ventas para empresarios), un curso de maestría.

Se adaptó con rapidez al salón de clase virtual. “Todos tuvimos que acostumbrarnos a participar en una llamada por Zoom y aprender a enviar a los estudiantes a salas de subgrupos”, dijo. “Trato de lograr que las clases sean lo más interactivas y entretenidas que puedo”.

Al comienzo de las sesiones virtuales les preguntó directamente a los estudiantes sobre sus mayores preocupaciones para el resto del semestre y les dijo con firmeza que “todos aprenderán de la crisis del coronavirus”.

Pero hay desafíos. “Los estudiantes en mis cursos están en diferentes husos horarios y países, y no tienen que ver las clases en vivo. Estas se graban y ellos pueden mirarlas cuando tengan oportunidad de hacerlo. Son responsables por el contenido, pero no tienen que asistir a la clase”.

Además de dictar sus cursos en línea, Stevens muchas veces envía por correo electrónico a sus estudiantes artículos y videos para motivarlos. “Estoy más conectado a ellos que antes”, afirmó. “Necesitan sentirse esperanzados. Necesitan un lugar seguro del que pueden depender y alguien que los apoye. Trato de ser esa persona”.

Stevens pide a sus estudiantes que piensen en maneras de infundir esperanza a los demás. “Los estudiantes deben escribir un párrafo todas las semanas sobre lo que están haciendo para marcar una diferencia en la vida de alguien. He descubierto que hay quienes hacen las compras en el supermercado y llevan a pasear a los perros de adultos mayores, son tutores de uno de sus hermanos, elaboran mascarillas y preparan comida para quienes prestan cuidado, ayudan a su padre a organizar el garaje y se comunican por FaceTime con abuelos que están aislados”.

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