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Nunca pensé que mi padre podría ser víctima de una estafa romántica. No cometas mi error

Evaluar los daños y ayudarlo a recuperarse se convirtió en un trabajo a tiempo completo.


ilustración de un adulto mayor ofreciendo flores a una laptop gigante con colmillos que se lo está por comer, y una joven corriendo detrás de el tratando de detenerlo
Ryan Johnson

Las tarjetas de cumpleaños fueron las primeras pistas que yo no supe advertir.

Durante años, mi padre, que era viudo y vivía en Carolina del Norte, me había enviado un generoso cheque de cumpleaños que colocaba dentro de una tarjeta de felicitación con motivos florales, siempre impresa con un sentimiento cursi que nunca habría expresado en persona.

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Y de pronto comenzó a enviarme (y también a mi esposo y a mis dos hijas pequeñas para sus cumpleaños) las tarjetas gratuitas que recibes por correo como parte de una solicitud de recaudación de fondos, a veces con $5 adentro. Nosotros no necesitábamos el dinero ("somos un hogar con dos ingresos, papá", le decía. "Agradezco el gesto, pero no necesitas enviarnos dinero"). Pero eso fue un cambio notable de su práctica habitual.

Finalmente, las tarjetas dejaron de llegar. Llamaba a nuestra casa en Míchigan unos días después de un cumpleaños y se disculpaba por haberse olvidado de llamar o enviar una tarjeta. Yo reprimía mi fastidio y dolor y atribuía el olvido de papá a la vejez.

Pero justo antes del Día de Acción de Gracias del 2020, cuando todos estábamos en cuarentena en nuestras casas, papá mencionó durante una llamada que solo podía cubrir la mitad de sus impuestos de propiedad (aproximadamente $3,600), que debía pagar a principios del 2021.

Eso me pareció raro. Él era un ingeniero jubilado, y hasta entonces había pagado sus impuestos todos los años. Y considerando sus adecuados ingresos mensuales (una pensión de la industria automotriz más un cheque del Seguro Social) y que su hipoteca estaba pagada, debería haber podido pagar la cantidad sin problema.

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Cuando mi esposo, Joe, y yo le preguntamos a papá —un hombre moderado en sus gastos que toda su vida había hecho meticulosos cálculos de presupuesto— qué estaba pasando, nos mostró una hoja de presupuesto mensual. Pero los números no cuadraban.

Joe trabaja en un bufete de abogados especializado en bancarrota, así que le pedí que llamara a mi padre para averiguar qué estaba pasando.

Después de leerle a mi hija para que se durmiera esa noche, bajé a la cocina, donde Joe estaba limpiando después de la cena.

"Bueno, tu padre..." Joe hizo una pausa y suspiró.

"Me estás asustando", dije, agarrándome a la mesa mientras me sentaba.

"Tu padre no llega a fin de mes porque ha estado pagando $2,800 al mes en alquiler para su novia y su hija, que estaba tratando de convertirse en actriz en L.A.".

¿Novia? ¿Qué novia? ¿Y cuánto tiempo hace que existe este acuerdo?

La noticia me dejó atónita, pero las verdades que descubriríamos en los días siguientes pintarían una imagen aún más sombría: mi padre estaba profundamente involucrado en una estafa romántica de larga duración.

Cómo comenzó la estafa

Casi una década antes, en noviembre del 2011, mi padre me envió un correo electrónico para decirme que había comenzado a salir con Bobbie, una mujer que había conocido en un sitio de citas y que vivía en un pueblo cercano (mi madre había muerto de cáncer a principios del 2009). Dijo que ella trabajaba en una oficina de correos y era 24 años menor que él (ella 44, él 68). La diferencia de edad inicialmente lo hizo dudar, nos decía, pero ella le gustaba y quería que la conociéramos durante las vacaciones.

Los miembros escépticos de la familia consultaron los antecedentes de Bobbie. Aparecieron varios arrestos por delitos menores que incluían daños a la propiedad personal, agresión simple y acoso telefónico. También había estado divorciada dos veces, y el segundo divorcio se había finalizado solo unos meses antes de que ella y mi padre comenzaran a interactuar.

Aunque argumenté que mi padre podía tomar sus propias decisiones sobre su vida personal (revelando así mi ingenuidad), otros miembros de la familia le advirtieron urgentemente que no saliera con alguien con tantas señales de alarma. Poco después, él afirmó que había terminado la relación, así que con el tiempo me olvidé de ella... hasta esa noche en la cocina, nueve años más tarde.

"Uno de nosotros tiene que ir a Carolina del Norte", dijo Joe. "Y lo antes posible".

Suspiré, a medida que mi ira y mi ansiedad aumentaban. Estábamos en plena pandemia, y las vacunas contra la COVID aún no estaban disponibles para el público, por lo que parecía muy peligroso viajar a la casa de un hombre de 78 años, especialmente en la época de las fiestas. Pero necesitábamos saber urgentemente cuán grande era la deuda de mi padre.

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De modo que, justo después de Navidad, me subí al auto para conducir 10 horas hasta la casa de mi padre en Hendersonville. Me detuve solo para poner gasolina y llevé mascarillas para usar dentro de la amplia casa que mis padres habían diseñado para su jubilación 20 años atrás.

Evaluación de los daños

Lo que encontré en la pila de correspondencia sin abrir de mi padre fue peor de lo que había imaginado.

Bobbie había estado viviendo en California y, brevemente, en la ciudad de Nueva York con su hija adulta con el dinero de mi padre durante varios años.

Él había sacado una hipoteca inversa en su casa (que hasta ese momento había estado totalmente pagada) para comprarles a estas mujeres una casa móvil en California y pagarles el alquiler en el lote. (Las mujeres finalmente vendieron la casa móvil. ¿Papá recuperó algo del dinero? Probablemente muy poco, si acaso algo). Ahora casi no quedaba capital en la casa de mi padre.

También había sacado préstamos en varios bancos y no había hecho ningún pago, así que los intereses se habían disparado.

Eso no era todo: había agotado los saldos de varias tarjetas de crédito (algunas de las cuales habían usado las mujeres), estaba en peligro de que le cortaran los servicios públicos y el teléfono, y recibía llamadas diarias de los cobradores, a quienes ignoraba.

En total, mi padre debía casi medio millón de dólares.

He luchado emocionalmente para reconciliar al hombre tacaño, altamente educado y racional que me crio, con este compasivo benefactor de mujeres que apenas conocía. ("Simplemente, sentí pena por ellas", seguía diciendo, alegando que su "novia" no podía trabajar debido a su artritis reumatoide).

En el momento, por supuesto, no pude detenerme a procesar las contradicciones de papá. Había demasiado que hacer para sacarlo del gran pozo en el que estaba.

La recuperación después de la estafa

Ayudar a mi padre se convirtió en un trabajo a tiempo completo que nos costó una cantidad nada despreciable de dinero.

Nuestro trabajo incluyó contratar a un abogado y ayudar a mi padre a declararse en bancarrota, agregar mi nombre a cada una de sus cuentas bancarias, mudarlo a un pequeño apartamento cerca de mi casa en Míchigan (y encontrar un nuevo grupo de médicos para él allí), y preparar su propiedad y su casa para la venta (una tarea que se hizo más difícil porque la compañía de hipotecas inversas la declaró "abandonada" y puso candados en las puertas).

También controlamos su contacto con Bobbie, a quien todavía buscaba de vez en cuando a pesar de nuestros esfuerzos por bloquear sus llamadas, mensajes de texto y correos electrónicos. (Mientras tanto, ella lo hizo sentir culpable por dejar de hacer los pagos y lo incluyó en otro contrato de alquiler de un nuevo apartamento, con su autorización, después de que él había presentado los documentos para la bancarrota. Tuvimos que pelear para que eliminaran su nombre).

Me di cuenta de que mi padre estaba adicto a la relación.

Izquierda: McKee, en su graduación de la Universidad Estatal de Pensilvania en el 2001, junto con su padre. Derecha: El padre de McKee en el 2017, antes de que ella supiera que él era víctima de una estafa.
Cortesía de Jenn McKee

Cuando un ser querido no quiere cortar los lazos con un estafador

La renuencia a aceptar la situación en la que se encuentran es común entre las víctimas de estafas románticas, dice Regina Koepp, geropsicóloga clínica y fundadora del Centro para la Salud Mental y el Envejecimiento. "Para muchos adultos mayores, especialmente aquellos que viven con dolor, aislamiento o transiciones como la jubilación o la viudez, la relación de estafa puede convertirse en un salvavidas emocional vital", explica. "Por eso, no se trata solo de cortar una estafa. Se trata de lamentar el fin de una relación que parecía real, mientras simultáneamente se procesa la traición, la vergüenza y la pérdida de confianza en uno mismo. Es increíblemente desestabilizador”.

En varias ocasiones, miré a mi padre a los ojos y le dije: "Sé que es difícil para ti escuchar esto, pero cuando las cosas se ponen difíciles, descubres quién realmente se preocupa por ti. Nosotros estamos aquí, ayudándote con todo esto. Ella no".

Él asentía y decía que entendía, pero nunca sentí que mis mensajes le llegaran.

Yo estaba completamente agotada.

Como explica Koepp: "Cuando estás ayudando a un padre con las consecuencias de una estafa romántica, no estás manejando solo aspectos logísticos, como las deudas o la bancarrota. También estás atendiendo tu propio dolor, navegando el duelo, la ira... y a menudo el resentimiento”.

Uno de mis mayores desafíos durante el proceso de recuperación fue hacer espacio para todo lo que tenía que hacer para ayudar a mi padre al tiempo que intentaba también estar lo más comprometida y presente posible para mi esposo y mis hijos. Encontré algunas estrategias que me ayudaron a transitar la experiencia. Pienso que también podrían ayudarte a ti si te encuentras en circunstancias similares.

Estrategias para quien ayuda a un familiar a recuperarse después de una estafa

1. Considera hacer terapia o buscar un grupo de apoyo. Yo nunca había probado la terapia antes, pero cuando salió a la luz la "relación" de mi padre, supe que necesitaba procesar algunas emociones complicadas y explorar hasta dónde estaba dispuesta a llegar para salvar a mi padre. Encontré claridad explorando esas preguntas con un tercero no involucrado, un interlocutor neutral sin agenda y sin emisión de juicios.

Otros recursos incluyen la Línea de ayuda gratuita de la Red contra el Fraude, de AARP, 877-908-3360, donde voluntarios capacitados te pueden guiar sobre los próximos pasos si has sido víctima de una estafa. Y el Grupo de Apoyo para Víctimas de Fraude, de AARP (en inglés), ofrece discusiones facilitadas gratuitas en internet para las víctimas y sus familias.

2. Busca apoyo en familiares y amigos. Durante ese difícil año, cené casi todas las noches con Joe y mis hijas (entonces de 12 y 9 años), quienes enfrentaban sus propias luchas durante la pandemia. Jugamos juegos de mesa, tuvimos noches de karaoke y vimos películas tontas. Fuera cual fuera el caos que enfrentaba ayudando a mi papá, ellos me hicieron sentir amada, centrada y capaz de vivir pequeñas alegrías.

También es esencial encontrar ayuda para revisar las finanzas de tu ser querido, vigilar su salud mental y manejar otros aspectos logísticos después de una estafa. Si tus hermanos u otros familiares están dispuestos a ayudar, di que sí. Piensa en todos aquellos dentro de tu red personal o profesional que pueden proporcionar ayuda, respuestas y orientación.

3. Denuncia el delito. En nuestra situación, no estábamos seguros de que valdría la pena involucrar a la policía, así que enfocamos nuestras energías en ayudar a mi padre de manera más directa. Pero muchos defensores de las víctimas, entre ellos Amy Nofziger, directora de Apoyo a Víctimas del Fraude para la Red contra el Fraude, de AARP, señalan que las estafas son delitos y sugieren reportarlas tanto a la policía local como al Centro de Quejas de Delitos por Internet (IC3)(en inglés) del FBI. Nofziger dice que también podrías contactar a la oficina del fiscal general (en inglés) de tu área. Incluso si las autoridades no llegan a arrestar al delincuente, los informes de estafa les ayudan a identificar hacia dónde dirigir sus recursos y a advertir al público sobre las amenazas emergentes.

4. No esperes gratitud, y ten paciencia. Aunque la situación de mi padre era exasperante, hubiera sido considerablemente peor si nos hubiera enfrentado. No lo hizo. Sabía que había tocado fondo. Pero también estaba avergonzado por su situación, algo que yo trataba de recordar cuando me molestaba que él no reconociera regularmente cómo habíamos dado vuelta nuestras vidas para ayudarlo.

Al final, mi padre solo vivió otros siete meses después de que lo mudamos a Míchigan. Nunca sabré si su muerte fue acelerada por el estrés que había pasado.

A menudo me digo que hice todo lo que pude, pero aun así siento que le fallé. Nunca debería haber asumido que esto no podría suceder en nuestra familia, que mi padre ingeniero que recortaba cupones nunca sería víctima de una estafa romántica. Pero lo fue. Aunque había dicho que quería vivir solo después de la muerte de mi madre, creo que la soledad lo hizo desesperarse por hallar conexión y propósito.

Encontró esas cosas, pero el costo financiero y emocional fue impactante, no solo para él, sino también para quienes lo amábamos.

 

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