Vida Sana
Casi tan pronto como se emitieron las órdenes de permanencia en el hogar, se volvieron virales las bromas sobre la “Cuarentena 15”, que se refiere a las 15 libras que subiremos durante este aislamiento. Parece que incluso cuando estamos viviendo una catástrofe mundial, la catástrofe que vemos en la balanza tiene las mismas posibilidades de capturar nuestra atención.
Dado que muchos hemos tenido que interrumpir la rutina, las fuentes alimenticias y las actividades sociales habituales, el temor de subir de peso durante este momento se justifica por completo. Sin embargo, hay formas concretas de evitar que ese temor se haga realidad.
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Los alimentos y los sentimientos
Si durante la última gran pandemia —la gripe española de 1918— hubieran existido los memes, probablemente no encontrarías ninguno que hiciera referencia a si todavía te entra la ropa de entrecasa. Esto se debe a que la obesidad no se convirtió realmente en un problema importante de salud pública hasta después de la Segunda Guerra Mundial, según Marion Nestle, autora del libro Food Politics. El hecho de que ahora sea importante y que los datos preliminares indiquen que la obesidad puede aumentar el riesgo de sufrir síntomas graves de COVID-19, lógicamente aumenta el temor de subir de peso.
Sin embargo, si bien pocos queremos engordar, algunos sentimos una gran tentación de comer una rosquilla en el momento en que anteriormente nos hubiéramos dirigido al gimnasio o a nuestra primera reunión del día. “Hay buenas publicaciones que explican en qué medida la comida constituye un consuelo”, señala Carole Counihan, antropóloga cultural y profesora emérita de Millersville University, en Pensilvania. “Además, por supuesto que sabemos que ayuda a producir endorfinas y tiene un efecto calmante y relajante”. También hay precedentes históricos sobre el aumento de peso en momentos de gran cataclismo social o emocional. Los alemanes tienen una palabra para ello: kummerspeck, que significa “tocino para las penas”.
Calidad vs. cantidad
Es comprensible que la necesidad de automedicarte con papas fritas y salsa aumente cuando siempre estás cerca de la cocina. “Tener acceso constante a alimentos que están al alcance de la mano puede ser un verdadero desafío”, indica Bonnie Taub-Dix, creadora de BetterThanDieting.com (en inglés) y autora del libro Read It Before You Eat It. “Tenemos la tendencia a sentirnos aburridos, molestos o ansiosos y caminar hacia la cocina para buscar comida”.
Si has comprado productos no perecederos por pánico como el resto de nosotros, es probable que los alimentos a los que siempre tienes acceso sean los que te dejarán con más ganas de comer: altamente procesados, azucarados o salados (o ambos), y carentes de nutrientes como proteínas y fibra. El consumo de alcohol ha aumentado, lo cual es comprensible, y cada copa de vino, cerveza o cóctel tiene un doble efecto: agrega calorías vacías a tu dieta y hace que no te preocupe comerte otro brownie.
Incluso si deseas optar por alimentos nutritivos, ahora es más difícil tener el mismo acceso a los vegetales frescos, y tal vez te decepcione no tener todos los ingredientes que necesitas para preparar tus comidas saludables habituales. Si estás en cuarentena con otras personas, tal vez debas adaptar tu menú para coincidir con el gusto o las restricciones dietéticas del grupo. Además, ¿cuántos panes de banana o lotes de galletas has preparado para pasar el tiempo o para entretener a los niños?
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