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Tratamientos para la disfunción eréctil sin la pastilla azul

Inyecciones y supositorios pueden ser más efectivos.


spinner image Tratamientos para la disfunción eréctil
Tres opciones de tratamientos para la disfunción eréctil consisten en probar terapias alternativas.
Cultura/Yellowdog/Getty Images

Al ver la televisión o leer las revistas, fácilmente podría llegar a la conclusión de que los hombres que buscan tratarse contra la disfunción eréctil sólo cuentan con una opción: pastillas. Las tres marcas principales —Cialis, Levitra y Viagra— se enfrentan a una costosa batalla por ganarse la lealtad de los hombres, y en los últimos 14 años han dado lugar, a través de una sugestiva publicidad, a sátiras y controversias, desde que la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) aprobara el Viagra.

Pero dejando de lado los atractivos publicitarios, ¿qué ocurre si las píldoras no funcionan para usted, como es el caso de 25 % a 30 % de hombres con este problema? O bien, ¿si éstas dejan de funcionar después de unos años, situación común en hombres que sufren de un trastorno cardiovascular subyacente que provoca la disfunción?

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“Muchos pacientes piensan que con las píldoras se restablecerán completamente”, afirma el Dr. Ajay Nehra, profesor de Urología en la Escuela de Medicina de la Mayo Clinic (Clínica Mayo), en Rochester, Minnesota. Y otros descubren que si toman las píldoras, “no son sexualmente los mismos” que eran antes del inicio de su disfunción, dice.

Si usted se encuentra entre los hombres que desean —o necesitan— probar otras terapias contra la disfunción eréctil, he aquí las tres opciones principales, algunas de las cuales son más económicas y más efectivas que las píldoras. Todos los costos que se indican a continuación pueden variar, según la cobertura de salud.

Sin embargo, antes de embarcarse en tratamientos contra la disfunción eréctil, No olvide que normalmente mejoran la función eréctil y la salud en general cuando mejora la salud cardiaca mediante la pérdida de peso, una dieta saludable, los ejercicios y el dejar de fumar. Además, por lo general unas sesiones de terapia sexual pueden aliviar o eliminar los síntomas del problema, si la causa subyacente es de carácter psicológico, afirma el Dr. Drogo Montague, director del Centro de Reconstrucción Genitourinaria de la Cleveland Clinic (Clínica Cleveland). 

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1. Dispositivo de vacío (bomba peniana)

Las bombas “penianas” producen erecciones al atraer la sangre al pene mediante succión de aire. Estos dispositivos consisten de un tubo cilíndrico de 12 a 18 pulgadas de largo que se conecta con una bomba de mano a través de una pequeña manguera de aire (en muchos modelos, se asemeja al mecanismo de apriete de un monitor de presión sanguínea). Los usuarios colocan el tubo sobre el pene, luego bombean para producir la erección. Luego, deben colocar una banda elástica alrededor de la base del pene para retener la sangre y mantener la erección.  

“Obviamente, no es lo más espontáneo”, explica el Dr. Tobias Kohler, profesor auxiliar de Urología de la Facultad de Medicina de Southern Illinois University. “Imagínese si alguien tiene relaciones sexuales por primera vez con una nueva pareja y saque esta fiambrera”.

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Si bien las bombas producen erecciones en el 90 % de los usuarios, la mayoría las abandona por otros tratamientos, afirma el Dr. Trinity J. Bivalacqua, profesor auxiliar de Urología y Oncología de Johns Hopkins Medical Institution.

Las bombas son “muy engorrosas y toscas”, dice Bivalacqua. A pesar de que producen erecciones de manera confiable, las bombas tienen el índice de satisfacción más bajo de todos los tratamientos contra la disfunción eréctil. “En mi consulta, la mayoría de los hombres que las prueban terminan diciendo ‘No es para mí’”, dice.

Los seguros, por lo general, cubren el 80 % del costo de una bomba de unos $500, y los consumidores deben pagar de su bolsillo aproximadamente $100.

Si usted opta por una bomba, los expertos afirman que es importante que lo obtenga con una receta médica. Las bombas que se venden en los “sex shops” tienden a ser artículos novedosos que no funcionan o causan lesiones.

2. Inyecciones o supositorios uretrales

Estos producen erecciones al inyectar o insertar un fármaco en el pene que aumenta el flujo sanguíneo. Los supositorios uretrales, del tamaño de un grano de arroz, se insertan por la cabeza del pene; las inyecciones se aplican cerca de la base del pene.

La inserción real del supositorio en el pene no es dolorosa, afirman los expertos. Tampoco lo es la inyección en sí, aplicada mediante una aguja muy pequeña y delgada. “Ambos [métodos] tienen un valor de 1,5 a 2 en una escala de dolor que va del 0 al 10”, explica Kohler, “donde cero significa que no hay dolor y 10 supone ser arrollado por un camión”.

La queja más frecuente sobre estos tratamientos es una sensación de quemazón en el pene cuando hace efecto el fármaco. La frecuencia, intensidad y duración de ese efecto colateral varía según el método y el usuario, pero en algunos casos, puede ser lo suficientemente malo, dice Montague, como para que “un hombre tenga una erección, pero se sienta demasiado incómodo de tener relaciones”.

Los supositorios “se desarrollaron para que los hombres no tengan que usar agujas”, comenta Bivalacqua. Contienen el fámaco alprostadil (también conocido como prostaglandina E1) y se venden con la marca Muse. Toman de 5 a 10 minutos para hacer efecto. Sin embargo, Muse sólo produce erecciones en el 30 % o 40 % de los pacientes, normalmente los que tienen leve disfunción eréctil, porque parte del fármaco se absorbe sistémicamente y se desvía de la función de abrir las arterias penianas que permiten fluir más sangre. El costo para el usuario es de unos $20 a $30 por supositorio.

Para los hombres que no se preocupan por las agujas, las inyecciones vienen en varias fórmulas: 1) alprostadil solo; 2) una combinación de dos fármacos llamada bimezcla (bi-mix), que puede ser alprostadil mezclado con fentolamina o fentolamina mezclada con papaverina; y 3) trimezcla (tri-mix), una mezcla de tres fármacos: fentolamina, papaverina y una baja dosis de alprostadil. 

De estas fórmulas, el alprostadil solo muestra el índice más alto (el 50 % de los usuarios) de quemazón y dolor; en los usuarios de la bimezcla, el índice es de un 10 %; y en los usuarios de la trimezcla, disminuye a menos de 3 %, afirma Nehra. “Pero esto mejora drásticamente con el tiempo, a medida que los hombres se acostumbran a la inyección”, dice.

Debido a que el efecto secundario de la quemazón se debe al alprostadil, las fórmulas con menos alprostadil —trimezcla y ciertas versiones de bimezcla— funcionarían en los hombres que sienten quemazón con la fórmula de un fármaco solo. Pero algunos hombres podrían elegir alprostadil solo por el costo que tiene la mezcla de varios fármacos que además debe adquirirse en farmacias que preparan compuestos — es decir, una autorizada para mezclar medicamentos en el lugar—, lo que significaría una molestia más de hacer un largo viaje en auto para recoger el fármaco.

Algunas fórmulas inyectables deben ser refrigeradas —otra razón más por la que muchos hombres evitan la opción de las agujas—. Entre los tratamientos contra la disfunción eréctil, las inyecciones también son la causa más común de las erecciones persistentes —rigidez que dura más de cuatro horas, también denominada priapismo— que afecta de un 3 a un 7 % de los usuarios, comenta Kohler. Este trastorno, si bien se puede tratar fácilmente mediante una inyección de adrenalina, requiere atención urgente en una clínica u hospital. El costo de tratamiento es de $2 a $5 por inyección.

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3. Prótesis implantadas quirúrgicamente

Una prótesis implantada mediante cirugía prácticamente puede garantizar erecciones a pedido. “En general, estas presentan la mayor satisfacción tanto para el paciente como para su pareja”, comenta Nehra.

El 95 % de las prótesis que se implantaron en hombres, en Estados Unidos, son dispositivos de bomba y cámara que activan los usuarios —mediante un discreto botón subdérmico en el escroto— y que llena el pene con solución salina estéril desde un reservorio implantado junto con la bomba.

El 5 % restante de las prótesis son dispositivos de bomba donde permanece la solución salina de manera permanente y no en un reservorio separado (los urólogos pueden recomendar esto a los hombres que se han sometido a muchas cirugías), o bien consisten de un par de varillas semirrígidas y maleables que se implantan en el pene y lo mantienen tieso en todo momento. El paciente eleva manualmente el pene hasta una posición erecta cuando ocurre la relación sexual.

Con las bombas, las erecciones duran hasta que el usuario aprieta el botón para desinflarlas, lo que, según dice Kohler, “no sucede” accidentalmente. Agrega que las prótesis de bomba “son a prueba de vestuarios: nadie puede ver que uno lleva una prótesis”. (Obviamente, no es el caso de la opción de varillas maleables.) Las bombas implantadas son confiables, afirman los expertos, y más del 90 % de los dispositivos funcionan en el transcurso de 12 a 15 años.

La desventaja de estas prótesis es el riesgo que conlleva  una cirugía, el riesgo muy bajo de infección —menos del 2 % en la mayoría de los pacientes, algo mayor en diabéticos— y una ligera disminución del largo del pene frente a una erección natural u otros tratamientos contra la disfunción eréctil. Además, a diferencia de otros métodos, cualquier esperanza de erección natural queda nula una vez que se implanta una bomba. El costo de las opciones quirúrgicas varía, y por lo general es buena la cobertura de los seguros de salud.

Estos tres tratamientos preservan la sensación en el pene y la capacidad de llegar al orgasmo.

Elegir el mejor tratamiento para usted pasa por una cuestión de preferencia y eficacia. El Dr. Montague cita un estudio que de tres grupos de varones que usaban exitosamente un tratamiento contra la disfunción eréctil. Un grupo tomaba medicamentos vía oral, otro se aplicaba inyecciones, y un tercer grupo se había implantado bombas mediante cirugía. Los usuarios más satisfechos fueron los de las prótesis implantadas.

Una vez implantadas, las bombas se convierten en “parte de su cuerpo”, explica Montague. “No implican un gasto extra de su bolsillo por cada uso y la respuesta es predecible: funcionan siempre”. Las píldoras podrían ser menos efectivas, incluso cuando funcionan, cuando uno ha bebido más de la cuenta o se halla indispuesto por otros motivos. Las inyecciones son un poco más confiables que las píldoras, pero están sujetas a la inestabilidad, dice Montague.

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