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Los 10 peores hábitos para la salud intestinal

El consumo insuficiente de fibra y agua y la falta de actividad física encabezan la lista.


Ilustración representativa de la salud intestinal
¡Piensa en tu intestino!
AARP (Getty Images)

Es difícil llevar una vida feliz y saludable sin un intestino feliz y saludable.

Problemas como el estreñimiento crónico, la diarrea o la hinchazón pueden hacerte sentir terrible. Otros problemas intestinales pueden causar dolor o sangrado o poner en peligro tu salud a largo plazo. Un intestino desequilibrado puede alterar tu sistema inmunitario y contribuir a todo tipo de enfermedades, desde la obesidad hasta la diabetes y los trastornos del estado de ánimo.

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Lamentablemente, algunos hábitos comunes y decisiones relacionadas con la salud pueden empeorar tu salud intestinal. Aquí te presentamos 10 formas en las que podrías estar saboteando tu salud intestinal:

1. Comer una dieta baja en fibra

Probablemente sepas que la fibra, que se encuentra en frutas, verduras, nueces, frijoles y granos, te ayuda a ir al baño con regularidad; sin embargo, hace mucho más que eso.

"La fibra es un excelente agente nivelador", afirma el Dr. James Tabibian, gastroenterólogo de Adventist Health en Glendale, California, y autor de Digestive Problems Solved: A Patient’s Guide to Expert Insights and Solutions. "Hace que las heces duras sean más suaves y fáciles de expulsar", dice, "y hace que las heces más líquidas tengan un poco más de volumen".

La fibra también es comida para billones de bacterias beneficiosas para el intestino. Una población saludable y bien equilibrada de estos microbios, conocidos colectivamente como el microbioma, fortalece tu sistema inmunitario, reduce la inflamación y se ha relacionado con otros beneficios para la salud.

La fibra también puede ayudar a prevenir la diverticulosis, una afección en la que se forman bolsas dentro del colon que a veces sangran o se infectan y causan dolor, dice Tabibian.

Sin embargo, "en Estados Unidos, definitivamente, no comemos suficiente fibra", afirma la Dra. Morgan Allyn Sendzischew Shane, profesora clínica adjunta de Gastroenterología y Enfermedades Digestivas en la Universidad de Miami.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU., el adulto promedio obtiene alrededor de la mitad de los 22 a 34 gramos diarios recomendados en las Guías Alimentarias para Estadounidenses. Las guías dicen que debes consumir 14 gramos de fibra con cada 1,000 calorías.

2. No consumir suficientes líquidos

La deshidratación es una de las principales causas del estreñimiento. El agua y otros líquidos trabajan con la fibra para mantener tu sistema digestivo funcionando bien, dice el Dr. Austin Chiang, gastroenterólogo, autor de Gut: An Owner’s Guide y profesor adjunto de Medicina en el Sidney Kimmel Medical College de Filadelfia. Producir heces que sean voluminosas y fáciles de pasar es "cuestión de equilibrio", dice, entre el agua y la fibra en tu cuerpo.

Aunque la cantidad necesaria de líquidos depende de tu tamaño, tu nivel de actividad y otros factores, la Academia Nacional de Medicina sugiere que los hombres consuman alrededor de 13 tazas diarias y las mujeres, alrededor de 9 tazas, provenientes de bebidas y alimentos.

3. Hacer muy poca actividad física

Una razón por la que muchas personas desarrollan problemas intestinales con la edad es que se mueven menos, dice Tabibian. "Las personas que son físicamente activas tienen menos probabilidades de tener problemas relacionados con sus hábitos intestinales", especialmente el estreñimiento, añade.

Shane dice que la conexión es bastante clara: "Menos movimiento de tu cuerpo significa menos movimiento de tus intestinos".

4. Tomar antibióticos que no necesitas

Cuando necesitas un antibiótico, este puede ofrecerte grandes beneficios. Pero los antibióticos —medicamentos que matan las bacterias— también conllevan riesgos para tu estómago. Cuando tomas antibióticos que no necesitas, para infecciones virales como la gripe o el resfriado, por ejemplo, te expones a todos esos riesgos sin obtener ningún beneficio.

"Básicamente estás matando lo que podrían ser buenas bacterias y desequilibrando todo", dice Chiang. "Entonces, las bacterias malas pueden sobrepoblarse [...] y causar más problemas".

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Esos problemas pueden variar desde una breve náusea y vómitos hasta un prolongado episodio de C. difficile, o C. diff, "una de las peores infecciones que podrías tener potencialmente", dice Tabibian. La infección bacteriana puede causar diarrea acuosa, calambres y dolor. En los peores casos, inflama y agranda el colon, un trastorno llamado megacolon tóxico, que puede ser fatal.

5. Abusar de los laxantes

Tomar un laxante de venta libre de vez en cuando no suele ser un problema, dicen los médicos. Pero el uso frecuente puede causar efectos secundarios graves.

Los que generan especial preocupación, dicen Tabibian y Chiang, son los laxantes estimulantes (incluyendo medicamentos como Dulcolax y Senokot) que hacen que los músculos intestinales se contraigan para expulsar las heces. Cuando se usan demasiado, estos pueden causar dependencia, lo que significa que quizás no puedas ir al baño sin ellos.

Una opción más segura y efectiva para muchas personas es un suplemento de fibra, que puede contener ingredientes como psilio (Metamucil), metilcelulosa (Citrucel) o dextrina de trigo (Benefiber), dice Tabibian. Quizá necesites experimentar para encontrar el tipo indicado para ti en la dosis adecuada para evitar la distensión abdominal, señala. Si los tomas sin suficiente agua, agrega Chiang, puedes empeorar el estreñimiento.

Sin embargo, no los uses como sustituto de alimentos ricos en fibra. Una dieta alta en fibra siempre es la mejor opción, dicen los médicos.

Una cosa más: si frecuentemente necesitas laxantes, consulta con tu médico para ver si tienes un problema de salud que necesita atención, dice Chiang.

6. Malentender los probióticos

Los probióticos son bacterias y otros microbios que tienen efectos positivos en tu cuerpo. Por lo tanto, podría parecer que tomar suplementos probióticos es bueno para tu estómago. Pero no es tan sencillo.

Para empezar, puedes obtener probióticos simplemente comiendo alimentos fermentados como el yogur, el kimchi, la kombucha, el kéfir y el chucrut. Además, muchos alimentos ricos en fibra pertenecen a un grupo conocido como prebióticos: ayudan a tu intestino a producir más microbios beneficiosos.

Tabibian dice que hay situaciones limitadas en las que los gastroenterólogos podrían sugerir el uso de suplementos probióticos que contienen organismos específicos. Por ejemplo, la Asociación Estadounidense de Gastroenterología dice que ciertas cepas podrían ayudar a prevenir una infección por C. diff asociada con el uso de antibióticos, aunque las pruebas son limitadas.

Si tomas suplementos probióticos "sin ton ni son", dice Tabibian, puedes "simplemente estar perdiendo tiempo y dinero". Si tienes un sistema inmunitario debilitado, podrían enfermarte, explica.

Shane dice que estos suplementos causan hinchazón y diarrea en algunas personas. Y algunas investigaciones sugieren una conexión entre los suplementos probióticos y el crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado. "Es mucho mejor comer alimentos fermentados naturalmente", afirma.

7. Ignorar las pautas de seguridad alimentaria

Cada año, cerca de 9.9 millones de personas en el país experimentan vómitos, diarrea u otros síntomas por haber consumido alimentos contaminados con bacterias, virus u otros gérmenes, dicen los CDC. Algunos de los culpables comunes son el norovirus, la salmonela y la listeria.

Además, estudios preliminares sugieren que los pesticidas, que pueden permanecer en pequeñas cantidades en algunas frutas, verduras y granos, pueden alterar los microbios intestinales.

Tu mejor defensa, dice Chiang, es una buena higiene en la cocina. Las medidas básicas incluyen mantener las carnes crudas separadas de los vegetales crudos, lavar las frutas y verduras y lavarse las manos.

El Departamento de Agricultura federal también aconseja usar un termómetro de alimentos y refrigerar las sobras inmediatamente.

8. Seguir una dieta sin gluten si no la necesitas

Algunas personas tienen que evitar el gluten, una proteína que se encuentra en algunos granos, incluyendo el trigo, la cebada y el centeno. Una dieta estricta sin gluten es esencial para las personas con enfermedad celíaca, un trastorno autoinmune que daña los intestinos. También es útil para personas con problemas digestivos menos graves causados por intolerancia o sensibilidad al gluten.

Pero las dietas sin gluten se han vuelto populares fuera de esos grupos, sin una razón justificada, dice Shane.

Comer de manera tan restrictiva puede causar ansiedad innecesaria, afirma. También podría impedirte consumir alimentos con fibra y otros nutrientes que son buenos para tu intestino.

En cualquier caso, no es prudente suponer que el gluten está causando tus síntomas intestinales y cambiar tu dieta sin consultar a un médico, dice Tabibian. Si tienes enfermedad celíaca, explica, es importante que te la diagnostiquen, para que puedas controlarla y evitar complicaciones graves.

9. Beber demasiado alcohol

"El alcohol no es bueno para tu estómago", dice Shane. Puede alterar el microbioma, inflamar el revestimiento del estómago, causar hinchazón y diarrea e incluso contribuir a la desnutrición al disminuir el apetito, señala.

¿Cuánto es demasiado? Para la salud en general, el más reciente consejo del Gobierno de Estados Unidos es que las mujeres no deben tomar más de una bebida al día y los hombres no deben tomar más de dos bebidas al día.

10. No hacerse las pruebas de detección del cáncer de colon

Aunque las tasas de pruebas de detección del cáncer de colon están aumentando, más de un tercio de los adultos de 45 años o más aún no se someten a los exámenes de detección recomendados para esta enfermedad, que mata a más de 50,000 personas al año, según la Sociedad Americana contra el Cáncer (ACS).

La ACS y el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE.UU. recomiendan que las personas con un riesgo promedio comiencen a hacerse exámenes de detección, como una colonoscopia o una prueba alternativa, a los 45 años y que continúen haciéndolo hasta al menos los 75 años.

Un mito, explica Tabibian, es que todas las persoenas deberían dejar de hacerse los exámenes de detección a los 75. "No es algo tan claro", dice. Más bien, explica, "se convierte en una decisión individual", basada en tu salud y otros factores.

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