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Veteranos que cuidan de veteranos: los cónyuges militares se apoyan y brindan servicios mutuamente

Dos parejas comparten cómo prosperan incluso en tiempos difíciles.


spinner image A la izquierda: Gretchen y Bob Evans, derecha: Marcus y Briarly Wilson
Parejas de veteranos que se apoyan mutuamente, desde la izquierda: Gretchen y Bob Evans; Marcus y Briarly Wilson.
COURTESía GRETCHEN y BOB EVANS; COURTESía MARCUS y BRIARLY WILSON

El Día de los Veteranos es un momento en el que nuestro país se centra colectivamente en el sacrificio y el compromiso que los veteranos de nuestra nación han realizado desde la fundación de este país. Más allá de los desfiles y los discursos, las banderas izadas y los agradecimientos por el servicio, miles de familias militares (cuyos familiares, en muchos casos, han sido heridos) viven y trabajan en las comunidades locales y se dedican a cuidar unas de otras.  Siempre es un privilegio escuchar sus historias. 

Como en cualquier actividad compartida, los puntos en común, como servir en las Fuerzas Armadas, pueden ser lo que une a las personas. Aunque todo el mundo admitiría que cuidar de un ser querido es un trabajo agotador y desinteresado, los cuidadores de veteranos con los que hablé que ayudan a un ser querido tienen un vínculo que va más allá de lo familiar.

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Recorrer juntos el camino

Gretchen y Bob Evans, de 63 y 69 años, de Northlake, Texas, se conocieron en Afganistán en el 2005. Él era capellán en la Marina; ella, sargento mayor de comando en el Ejército (la persona alistada de mayor rango, suboficial). "El día más difícil para nosotros es el día del partido entre el Ejército y la Marina", bromea Bob.

Los miembros de la pareja entablaron una profunda amistad mientras trabajaban juntos en Afganistán, pero una relación romántica no era posible mientras trabajaban bajo el mismo comandante. En el 2006, Bob volvió a su puesto como capellán sénior de la Marina, pero siguió pensando en Gretchen. "Ella es un genio capaz de dirigir a hombres y mujeres con compasión y cuidado, pero también era una de las personas más entusiastas que había conocido", afirma. 

spinner image Bob y Gretchen Evans en dos fotos de sus viajes
Bob y Gretchen Evans.
CORTESÍA DE Bob y Gretchen Evans

En un momento especialmente caótico de la guerra, Bob le envió un correo electrónico a Gretchen para saber cómo estaban las tropas. "Al final de mi correo, le pregunté si en algún momento podría estar interesada románticamente en mí", recuerda Bob. Cuando Gretchen regresó a Estados Unidos temporalmente, Bob y ella conectaron, y él le pidió matrimonio.

Ambos estaban encantados por su futuro juntos, pero ninguno podía imaginar lo mucho que iba a cambiarles la vida. Cuando Gretchen regresó a Afganistán durante una visita a una base de operaciones avanzada (FOB) en las últimas semanas de su misión, resultó herida luego de una ráfaga de mortero, lo que la dejó totalmente sorda y con una lesión cerebral traumática (LCT).  También recibió heridas de metralla y sufre trastorno de estrés postraumático (TEPT) a causa del incidente. Como persona resiliente que es, Gretchen estaba decidida a recuperarse y convertirse en una experta leyendo labios. Aun así, le dio la oportunidad a Bob de irse si quería cancelar el compromiso.  Él no le hizo caso. "Le dije que nada había cambiado el hecho de que estaba enamorado de ella", recuerda Bob. "Nos casamos varios meses después". 

Aunque su relato es una apasionante historia de amor, también implica los verdaderos desafíos que conlleva el cuidado de otras personas. "Desde el momento en que Gretchen regresó, estuve en la primera línea dispuesto a cuidarla y apoyarla", dice Bob. "Pero como capellán, sabía que no podía hacerlo todo yo solo".

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En el 2013, Gretchen, que seguía siendo una ávida atleta y maratonista, salió a correr. Un ciclista venía detrás de ella y le gritó para avisarle. Debido a su sordera, no oyó las advertencias, y la bicicleta la empujó involuntariamente hacia el tráfico, donde su vida solo se salvó gracias al sistema especial de frenos del auto. 

En el hospital del Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA) le dijeron que no debería seguir corriendo. Tras esa recomendación, a Gretchen le preocupaba que se redujera su independencia. Fiel a su estilo, encontró un grupo que entrena perros de servicio para veteranos con discapacidad auditiva y eso le dio esperanzas.

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Aura, su perra de servicio, se convirtió en uno de los compasivos cuidadores de Gretchen y la ayudó a obtener el apoyo, la comodidad y los cuidados que necesitaba.  Gretchen siguió fortaleciendo su propia mente, cuerpo y espíritu, y ayudó a otros a hacer lo mismo. Recibió el prestigioso premio Pat Tillman Award al servicio en el 2022 por su formación del "Team UNBROKEN" (en inglés), el primer equipo de carreras totalmente adaptado que compitió en el desafío de resistencia "World's Toughest Race".

Consejos para cuidadores del capellán Bob Evans

  • Practica la paciencia y usa el método "AEA": aprende la perspectiva de la otra persona, escucha su historia y ámala.
  • Busca siempre momentos para celebrar la vida a lo largo del camino, por duros que parezcan los momentos.
  • Investiga las distintas oportunidades programáticas que existen para tomar un descanso, ya sea el cuidador solo o con la persona que recibe los cuidados. 
  • Acepta el hecho de que la persona a la que cuidas está cambiando y progresando, o retrocediendo, y reconoce que tu vida también va a cambiar. Encuentra los recursos que los ayuden a ambos en ese "viaje".  

Juntos, los Evans ayudaron a poner en marcha la organización "Unbroken Spirit" (en inglés), que les ofrece un lugar donde utilizar sus propias experiencias para inspirar y renovar a otros veteranos y a sus cuidadores. Una de las actividades de la organización lleva a los veteranos de excursión por las montañas Blue Ridge y trabaja para darles las herramientas y un sistema de apoyo a largo plazo que les permitan prosperar en la transición a casa.  

"Mi trabajo a tiempo completo es cuidar de Gretchen, pero sigo buscando formas de servir a los demás", dice Bob. Se considera parte del "equipo unido por cuerda" de Gretchen, un término militar que se refiere a la forma en que un equipo está conectado para evitar una caída fatal y permitir que todos completen su ascenso/descenso/misión. Ese tipo de relación permite compartir abiertamente los sentimientos sobre los triunfos y los desafíos, y también puede ayudar a mitigar problemas como la ideación suicida. "Las mujeres tienden a ser mejores en esto que los hombres", señala Bob, "pero cuando compartes tus historias, puedes conectar".

Como tantos otros cuidadores, Bob ha aprendido a reservar momentos para recargarse mental y emocionalmente escribiendo y leyendo.  Cuando reflexiona sobre los dones de ser un veterano que cuida de otro, ve el valor de la experiencia compartida. "Nos entendemos y hemos recorrido el camino juntos, lo que es muy importante para los dos".

Familia unida, trauma compartido

Las chispas volaron durante una cita médica rutinaria en Camp Pendleton, California, cuando la sargento mayor Briarly Gysler, de 50 años, de la Base de March de la Reserva Aérea, conoció a Marcus Wilson, Sr., de 47 años, sargento primero jubilado del Cuerpo de Infantería de la Marina. 

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Apostados a dos horas de distancia, Briarly era madre soltera de tres hijos y Marcus tenía seis, lo que dificultaba una relación a distancia. Empezaron a entablar una relación mientras hablaban durante horas por teléfono y luego acordaron encontrarse en un Starbucks que quedaba a medio camino entre ambos. Fue entonces cuando Briarly se enteró de que Marcus había resultado herido por la explosión de un artefacto explosivo improvisado (IED) mientras prestaba servicio en la provincia de Al Anbar en Irak en el 2006. 

"No supe que tenía una amputación hasta que nos vimos por segunda vez y llevaba pantalones cortos", recuerda Briarly. "La primera vez que nos vimos, él llevaba su uniforme y no me di cuenta. No era algo que había mencionado porque nunca deja que lo defina". 

Desde aquel segundo encuentro en Starbucks, fueron inseparables. "Cada minuto que no trabajábamos, estábamos juntos", dice Briarly. Marcus pudo permanecer en el Cuerpo de Infantería de la Marina y continúo sirviendo después de su lesión hasta su jubilación de la Escuela de Infantería del Oeste en Camp Pendleton, California, en el 2015.

Se casaron en el 2015 y ahora tienen 10 hijos, de entre 7 y 27 años.  Su hijo menor, Mason, nació el Día de los Veteranos del 2015. "Estuvo a punto de nacer el día del cumpleaños del Cuerpo de Infantería de la Marina: el 10 de noviembre", bromea Briarly, "pero como miembro de los aviadores, ¡me aseguré de que eso no ocurriera!".

spinner image Varias fotos de Marcus y Briarly Wilson donde se les ve en diferentes actividades con sus hijos y familiares
Como cuidadora de su esposo, Marcus, Briarly Wilson ayuda a satisfacer sus necesidades actuales mientras administra una ocupada familia mixta de 12 personas.
Cortesía de MARCUS y BRIARLY WILSON

Las dos familias se mudaron a un punto medio para poder vivir juntas, y los hijos se hicieron buenos amigos. "Tenemos una vida plena y enriquecedora juntos", dice Briarly. Una de las grandes conexiones de su historia de amor fue el siguiente descubrimiento por parte de Briarly: su unidad fue la que trajo a Marcus de vuelta de Irak tras ser herido. "Encontré la moneda de reto superado de mi escuadrón entre sus pertenencias, y me sorprendió la coincidencia", dice ella. "Todavía quedaban en el escuadrón algunos aviadores que recordaban haberlo tratado y transportado. Conocer a Marcus les brindó un sentido de conclusión. Hay mucho trauma entre los médicos y los ayudantes médicos, porque no saben lo que les pasa a los heridos después de atenderlos".

Uno de los maravillosos regalos de estar casado con un veterano y cuidarse mutuamente es que cada uno entiende el trabajo del otro.  "Marcus entiende los problemas sin intentar solucionarlos", explica Briarly. "Me ofrece grandes consejos y es un mentor y un líder increíble; entiendo por lo que ha pasado y así puedo brindarle más paciencia, empatía y compasión". 

Briarly se siente afortunada no solo de servir, sino de formar parte de una familia militar con más de 50 años de servicio combinado. "Somos una médica y un infante de la Marina, somos una familia muy patriota y hemos transmitido esa devoción a nuestros hijos, y algunos de ellos también sirven ahora en las Fuerzas Armadas", afirma. "Estoy muy orgullosa de este país y de lo que representamos, y espero que nuestros hijos faciliten el camino a la próxima generación".

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