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Cuando Catherine Popp fue diagnosticada con la enfermedad de Alzheimer de inicio temprano en el 2014, su pareja, Anthony Copeland-Parker, transformó la pasión mutua por correr maratones y carreras de 5 kilómetros en una estrategia de cuidado a tiempo completo. Basándose en investigaciones que demuestran que la falta de movilidad acelera el deterioro de la salud en pacientes con demencia, Copeland-Parker convirtió el movimiento en su medicina, manteniendo a Popp activa con caminatas de seis a 10 millas al día.
Tomó la decisión inusual de contratar auxiliares de cuidados, no para sentarse y ver televisión con ella todo el día, sino para caminar con Popp, una actividad adicional a las caminatas que él ya hacía con ella. Mediante su rutina de ejercicio diaria, Popp ha mantenido su fuerza física, ha evitado complicaciones como úlceras de decúbito y neumonía, y ha superado las expectativas de su médico al mantener cierta independencia, como alimentarse por sí misma.

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"El instinto natural es evitar el movimiento por temor a las caídas y lesiones, pero el verdadero peligro es la inactividad. Una vez que tu ser querido comienza a permanecer sentado todo el tiempo, se precipita la transición a la silla de ruedas y luego a la cama, donde comienzan aún más problemas de salud", advierte Copeland-Parker, autor de "Running All Over the World" y otro libro sobre su trayectoria con la enfermedad de Alzheimer.

Once años después de su diagnóstico, Popp todavía recorre casi seis millas al día, pero ya no habla. "El vínculo que compartimos es más poderoso que las palabras", dice Copeland-Parker. "Ella todavía entiende lo que digo y aún nos reímos juntos".
Los beneficios de mantenerse físicamente activo
Muchos cuidadores tienen historias como esta y la evidencia científica los respalda. Las investigaciones muestran que la actividad física puede ayudar a las personas que viven con demencia, mal de Parkinson y otras condiciones neurológicas. Una revisión de 16 estudios, (en inglés) publicada en la revista científica The Gerontologist, encontró que los ejercicios simples realizados en casa pueden mejorar la condición física, el estado de ánimo, las actividades diarias e incluso el comportamiento, en personas con demencia. También descubrió que los cuidadores pueden aliviar su estrés cuando se unen a la actividad.
Un mito común es que las personas con demencia no pueden participar en actividades físicas debido a los problemas de memoria o cognitivos. El movimiento no solo es posible sino crucial, especialmente para mantener la movilidad y preservar la independencia, señala el Dr. Amit Shah, profesor adjunto de Medicina de Mayo Clinic en Scottsdale, Arizona.
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