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El número de 9 dígitos que cambió la identidad de Estados Unidos

Durante más de 90 años, el número de Seguro Social ha evolucionado de ser un código para rastrear ganancias a ser la llave maestra de nuestras vidas financieras.


ilustración de muchas personas pequeñas encima de tarjetas de seguro social grandes
Rob Dobi

Huellas dactilares. Placas de identificación.

Así es como los críticos de la década de 1930 del recién establecido sistema de Seguro Social afirmaron que el programa federal de beneficios de jubilación rastrearía a los trabajadores estadounidenses.

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Fue en su mayoría exageración política. Pero idear una forma aceptable de identificar individualmente a los millones de trabajadores que pagarían y, finalmente, cobrarían el Seguro Social (en inglés), resultó ser un desafío tan grande que incluso el hombre asignado para hacerlo pensó que era imposible.

"Nadie en el mundo había hecho nunca una tarea tan grande como esta. Tuvieron que inventarlo sobre la marcha", dice Nancy Altman, presidenta del grupo de defensa Seguro Social Works y autora de The Battle for Social Security (La batalla por el Seguro Social), una historia del programa. "La idea de asignarles números a tantas personas era un trabajo enorme. Y tenían que hacerlo de inmediato".

El resultado fue el número de Seguro Social de nueve dígitos, o SSN, una solución innovadora tan sólida que no solo ha sostenido el vasto sistema del Seguro Social, sino que también se ha extendido a otras agencias del Gobierno y al sector privado, convirtiéndose en la identificación nacional de facto.

"Definitivamente, fue ingenioso", dice Rahul Telang, profesor de sistemas de información en la Universidad Carnegie Mellon. "De una manera muy simplista, pudieron llegar a un número que era realmente sólido".

Cómo sucedió esto es una historia de intriga política, dedicación burocrática, un consultor de gestión en gran parte olvidado y un archivo de datos con el odioso nombre de Numident. Es una historia que aún se está escribiendo, ya que la evolución del SSN como la llave maestra de nuestras vidas financieras lo convierte en una herramienta potente para estafadores y ladrones de identidad que eventualmente podría dar paso en algunos ámbitos a identificadores biométricos como... huellas dactilares.

Un poster de los años 30 invitando a la gente a unirse al SSA
Cuando el Seguro Social se intensificó en 1936 y 1937, el Gobierno imprimió carteles alentando a los trabajadores a inscribirse en el programa, y el nuevo número que venía con él.
SSA History Archives

Filibusteros y alarmistas

El presidente Franklin D. Roosevelt firmó la Ley del Seguro Social el 14 de agosto de 1935. La ley estableció un plazo hasta enero de 1937 para comenzar a cobrar impuestos de nómina de los primeros 26 millones de trabajadores cubiertos por el programa. Eso le dio a la Junta del Seguro Social, el precursor de la actual Administración del Seguro Social (SSA), menos de un año y medio para contratar a miles de empleados, crear una red nacional de oficinas y descifrar los muchos detalles del programa desde cero.

Lo más importante de todo fue encontrar una manera de rastrear con precisión los ingresos de las personas a lo largo de sus vidas laborales y almacenar esa información de una manera que permitiera una recuperación rápida y fácil. Eso requeriría una forma universal de identificación, algo que los estadounidenses nunca habían tenido.

El trabajo se complicó por la política. El discurso obstruccionista del senador populista de Luisiana Huey Long bloqueó un proyecto de ley de presupuesto que incluía fondos iniciales para el Seguro Social. Roosevelt respondió transfiriendo dinero y personal de otros departamentos federales. Los republicanos, incluyendo a Alf Landon, el oponente de FDR en la contienda presidencial de 1936, despertaron sospechas de que el Seguro Social requeriría que los trabajadores usaran placas de identificación como las de los perros o que fueran identificados por sus huellas dactilares.

"Fue alarmismo", dice Altman.

La verdad es que se consideró la huella dactilar, pero se descartó rápidamente, aunque algunas agencias del Gobierno en ese momento usaban las huellas dactilares para fines de identificación, los funcionarios del Seguro Social temían que haría que la gente se sintiera como criminales. Simplemente usar nombres y direcciones era impráctico en una época en la que más personas compartían los mismos nombres convencionales.

Según Altman, la junta calculó que había cientos de miles de trabajadores en todo el país con apellidos comunes como Smith, Jones, Brown y Miller. "Necesitarías saber dónde trabajan todos estos John Smith, y cada semana tendrías que ingresar cuánto había ganado cada uno de ellos", dice ella.

Se necesitaría algún tipo de código. El primer intento fue una cadena de ocho caracteres, tres letras seguidas de cinco números, según un artículo de investigación de la SSA del 2009 (en inglés) sobre el proceso. Esto ofrecía cientos de millones de combinaciones potenciales, pero tenía una limitación importante: pocas de las máquinas estadísticas que se usaban en ese momento —básicamente, computadoras análogas que analizaban permutaciones de números—, podían procesar letras.

"Fue imposible"

Corriendo contra el reloj, la junta llamó a un consultor. En sus memorias sobre los primeros años del programa, Arthur Altmeyer, un socio original de la junta y luego comisionado del Seguro Social, describió las contribuciones de esta persona pero no dio un nombre. Altman, al investigar para su libro, pudo identificarlo (a través de un historiador interno de la SSA) como Harry Hoff, un experto en diseño y gestión de oficinas que fue recomendado por varias grandes compañías de seguros a las que la junta pidió ayuda.

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A Hoff le asignaron encontrar un sistema de enumeración que proporcionara un identificador distinto para cientos de millones de personas, "en un formato que no fuera demasiado engorroso pero de una manera que no te quedaras sin números", dice Altman. Después de estudiar el asunto durante varios meses, ella dice, él "volvió y dijo que era imposible".

La junta le dijo que siguiera trabajando, y finalmente descifró el código. La junta aprobó su sistema propuesto de nueve dígitos el 2 de junio de 1936.

Los primeros tres dígitos representarían dónde se emitió el número de Seguro Social, con los estados divididos en "números de área" que, en general, aumentaban de este a oeste (000, 666, y los 800 y 900 estaban excluidos). Luego vino un "número de grupo" del 01 al 99, una designación administrativa para dividir los números dentro de un área en bloques para su archivo y procesamiento. Dentro de cada grupo, los trabajadores recibieron un "número de serie", los "últimos cuatro dígitos" que ahora se utilizan como verificación de identificación en todas las llamadas de servicio al cliente.

Casi mil millones de combinaciones de este número de nueve dígitos estarían disponibles sin duplicación. Según las estadísticas de la SSA (Administración del Seguro Social), hasta ahora se han utilizado alrededor de 500 millones.

Los métodos de asignar y emitir números se ajustarían a lo largo de los años. Durante décadas, los trabajadores del ferrocarril tuvieron su propia secuencia de inicio —700 a 728— pero esa práctica terminó en 1963. En la década de 1980, la SSA comenzó a implementar la "enumeración al nacer", permitiendo a los padres solicitar los números de Seguro Social para los recién nacidos en el hospital.

El cambio más grande llegó en el 2011, cuando la SSA abandonó la codificación geográfica para los primeros tres dígitos y agregó números previamente no asignados para expandir el grupo de números disponibles. (Todavía había muchas combinaciones de nueve dígitos, pero algunos estados de crecimiento más rápido estaban en peligro de agotar sus números de área fijos). Desde entonces, todos los nuevos números se han asignado al azar, desde el primer dígito hasta el último.

Trabajadores postales al rescate

Por ingenioso que fuera el número de Seguro Social, no había garantía de que los estadounidenses lo aceptarían o de que la nueva agencia pudiera establecer el sistema a tiempo.

Gracias en parte al retraso de financiación alimentado por el filibusterismo, la Oficina de Beneficios de la Vejez, como se conocía al organismo encargado de registrar a los trabajadores, todavía solo tenía cinco empleados en marzo de 1936, incluyendo a su director. Con Landon haciendo campaña en contra del Seguro Social de manera vociferante, muchos estadounidenses desconfiaban de esta nueva burocracia.

La agencia recurrió a algunos de los empleados más confiables del Gobierno: los carteros que visitaban cada casa en el país, casi todos los días. Ellos distribuirían y recogerían solicitudes para los SSN, así que "no estabas dando tu información personal a un extraño sin rostro", dice Altman. Incluso se enlistó a los trabajadores de la oficina de correos para escribir a máquina las nuevas tarjetas de Seguro Social.

Para promover aún más la participación, el Gobierno realizó una campaña publicitaria masiva, distribuyendo millones de carteles y folletos alentando a los trabajadores a solicitar sus números, organizando transmisiones de radio a nivel nacional e incluso produciendo un tráiler de película.

Como un gesto de agradecimiento al exgobernador de Nuevo Hampshire John Winant, un republicano que cruzó las líneas del partido para servir como presidente de la Junta del Seguro Social, el primer número de área, 001, fue para Nuevo Hampshire en lugar de Maine, la elección geográfica lógica. Esto fue parte de un plan para asignar ceremoniosamente a Winant el "primer" SSN, 001-01-0001, pero él lo rechazó. 

Después de que algunos otros dignatarios hicieron lo mismo, el número fue emitido discretamente a Grace Owen de Concord, Nuevo Hampshire, cuya solicitud fue la primera procesada en el área 001 cuando las oficinas de correos comenzaron a distribuir tarjetas de Seguro Social en noviembre de 1936.

Ese número, y los que siguieron, fueron a los archivos maestros en la sede del Seguro Social, entonces en el centro de Baltimore. Estuvieron almacenados en tarjetas perforadas y papel hasta la década de 1970, cuando la SSA, para entonces con sede en los suburbios de Baltimore, transfirió los datos a un Sistema de Identificación Numérica electrónico, o Numident, el repositorio digital que todavía se usa hoy en día.

foto de John Winant
John Winant durante su mandato en la Junta del Seguro Social. El exgobernador de Nuevo Hampshire rechazó una oferta para obtener el número de Seguro Social 001-01-0001.
SSA History Archives donado por Maurine Mulliner

Un 'número unificador'

Aunque el número de Seguro Social fue creado para servir al programa del Seguro Social, otras agencias del Gobierno pronto comenzaron a usarlo, y las instituciones financieras hicieron lo mismo.

"Comenzó a evolucionar con el tiempo para ser más de lo que originalmente se pretendía, que era solo para rastrear el historial de trabajo y las ganancias", dice Nick Bour, un asesor de planificación de jubilación y director ejecutivo de Inspire Wealth en Brighton, Míchigan.

La evolución comenzó con una orden ejecutiva de 1943 que requería que otras agencias federales comenzaran a usar los SSN para identificar a las personas en sus sistemas de registros. Se aceleró en 1962, cuando el IRS comenzó a usarlos para las declaraciones de impuestos federales. Medicare también adoptó el número de Seguro Social cuando se estableció en 1965.

Una ley de 1970 requería que los bancos y otras instituciones financieras obtuvieran los números de Seguro Social de los clientes; otra, en 1976, ordenó que los estados los recopilaran para impuestos, licencias de conducir y registros de vehículos motorizados. Incluso la Oficina del Censo utiliza datos fiscales vinculados al número de Seguro Social para compilar estimaciones de población (aunque nunca te pedirá tu número de Seguro Social).

Poder usar los números de Seguro Social de los clientes les ahorró a estos y otros negocios y departamentos del Gobierno el tiempo y el costo de desarrollar sus propios sistemas de identificación, dice Telang: "Se convirtió en un número unificador agradable, donde si tengo acceso a ese número en particular, puedo conectar al usuario en diferentes dominios, aunque esa nunca fue la intención".

También hubo un beneficio para los consumidores: sin la adopción generalizada del SSN, dice, "tendrías tantos números, uno para la hipoteca, uno para el banco. Eso no funcionó. Entonces, esto se convirtió en lo predeterminado".

No todos estaban de acuerdo, incluyendo la SSA (Administración del Seguro Social). Tan temprano como en 1971, un grupo de trabajo de la agencia advirtió contra promover el número como un identificador nacional, instando a un enfoque "cauto y conservador". Pero el Congreso siguió haciéndolo de todos modos, haciendo que los números de Seguro Social sean un requisito previo para acceder a numerosos beneficios del Gobierno.

"En los años 70, realmente no teníamos la tecnología y los problemas que tenemos ahora" con las violaciones de datos y el fraude de identidad, dice Bour. A medida que esos peligros han crecido, el Gobierno ha reducido un poco su dependencia de los números de Seguro Social.

Por ejemplo, el Congreso, citando el riesgo de robo de identidad para los adultos mayores, aprobó una legislación en el 2015 para eliminar los números de Seguro Social de las tarjetas de Medicare y reemplazarlos con un nuevo número, el Identificador de Beneficiario de Medicare. Varias legislaturas estatales también han intervenido para limitar el uso o la exhibición de números de Seguro Social.

Telang predice que los usos no relacionados al Seguro Social de estos números por todos, desde rastreadores de crédito hasta planes de salud, serán reemplazados con el tiempo por identificación biométrica, como reconocimiento facial, de iris, de retina o de huellas dactilares. De esa manera, él dice, "el 'número' eres tú. Nadie puede robarlo".

Aún así, esos nueve dígitos siguen sirviendo para su propósito original: garantizar que cuando te jubiles o sufras una discapacidad, el Gobierno tenga la información que necesita para pagar el beneficio que has ganado.

"No lo pensamos", dice Altman. "Comienzas un trabajo y todo lo que le das al Gobierno es tu número de Seguro Social, y cuando tienes 65 años, todo se ha mantenido".

Los burócratas que hicieron esto posible "fueron increíblemente dedicados, trabajadores y visionarios", dice ella, "y reconocieron lo importante que era el trabajo que estaban haciendo".

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