Vida Sana
Reservar la habitación n.º 200 al mediodía en un Quality Inn de una anodina autopista, antes de la hora normal de registro del hotel, fue como llevar a cabo una negociación comercial de alto nivel. Ese era el único momento que tendríamos esa semana para disfrutar de una hora de placer, y para conseguirlo fueron necesarios un empleado de reservas y dos supervisores para dar el visto bueno. La culpa es de mi libido desenfrenada y de la falta de tiempo. ¿Sexo de motel o nada? "Nada" es la respuesta equivocada.
Después de una sequía sexual de cinco años, vuelvo a tener una relación sexual. A veces, es lo único en lo que soy capaz de pensar. Cuando veo a Ed, el sexo suele venir primero.
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¿Quién me iba a decir que, con más de 60 años, el sexo podría ser tan impactante? Había echado de menos mi ser sexual, y ahora siento una sensación de urgencia en torno al sexo que nunca antes había experimentado. Esa urgencia solo hace que el sexo sea aún más ardiente. Creo que Ed diría lo mismo.
El sexo y la intimidad desaparecieron de mi panorama cuando murió mi esposo. La presencia de estos en mi vida me había definido en parte. Y también lo hizo su ausencia. En algún momento, empecé a referirme a mí misma como "célibe". Me parecía que ese era un enfoque más de vaso medio lleno. Es solo una palabra, pero me hacía sentir mejor, como si tuviera voluntad o poder para decidir el asunto. Entonces me reencontré con Ed, un hombre sobre el que había escrito un perfil para una revista local hace décadas. Había desenterrado el artículo que escribí durante una mudanza y me encontró.
Por fin, pensé, volvía a tener relaciones sexuales, como todo el mundo.
Sin embargo, lo que he descubierto en conversaciones con amistades, profesionales de la salud sexual y médicos es que muchas personas mayores que mantienen una relación estable no tienen relaciones sexuales. Y aunque muchas parejas se sienten cómodas con la situación, otras, como es de comprender, se angustian.
Un hombre con el que hablé me dijo que su esposa le comunicó cuando cumplió los 60 años que no tenía más interés en el sexo. Eso fue hace ocho años. Una mujer que conozco dice que extraña a la "conejita sexual" que solía ser, pero que su apetito sexual se apagó alrededor de los 55 años. Según lo plantea ella: "Podríamos hacerlo, pero sería lastimoso. Te duele y te cansas. Lo que nos queda son los recuerdos".
Otra amiga, de más de 70 años, recurre cada vez más a darse placer a sí misma porque su esposo, con quien tiene 50 años de casada, evita de manera persistente demostrarle afecto físico, sin explicarle por qué.
"¿Por qué no nos sentamos y tratamos de resolverlo? ¿Por qué abandonamos algo que es tan poderoso y produce tanto placer y felicidad?", pregunta. "Me causa profunda tristeza".