¿Quieres tener la última palabra? Escribe tu propio obituario

En sus clases, Steiner cubre la historia de los obituarios (Benjamín Franklin escribió uno para su ardilla favorita), los elementos comunes de un obituario típico (nombres de familiares, educación, etc.), qué información excluir (direcciones, por ejemplo, como una precaución de seguridad e identidad) y cómo conseguir que un obituario transmita un mensaje personal.

Steiner sugiere estar abierto al humor y a la vulnerabilidad, dos factores que tienen resonancia con los lectores.

“Ven que este era un ser humano que vivió y amó e hizo cosas”, dice. “Un obituario corriente y lineal simplemente no logra eso”.​

Algo que debes tener en cuenta es que puedes volver al borrador en cualquier momento y actualizarlo. Steiner recomienda echarle un vistazo fresco cada año.

“Tal vez no refleje la persona que eres en este momento”, dice. “Algo que inicialmente fue importante, puede que ya no lo sea. Elimínalo. Puede surgir una nueva pasión o un nuevo compromiso con una iniciativa comunitaria o global; agrégalo. Piensa en tu obituario como un documento en evolución”.

Un regalo para quienes están de duelo

Gene Hardwick no supo que Zola, su esposa durante 52 años, había escrito su propio obituario hasta después de su muerte el pasado mes de agosto. La empresa funeraria le dijo que ella no solo se había ocupado de la tarea, sino que también había elegido la música para la celebración de su vida y se había ocupado de todos los detalles para que él no se viera abrumado mientras estaba de duelo.

En cuanto al obituario, “para mí fue un gran alivio ver que allí estaban las palabras justas y yo no tenía que sufrir rescatando recuerdos”, dice Hardwick, de 80 años, quien reside en White Bear Lake, Minnesota, donde la pareja pasó sus años de jubilados.

Además de enumerar sus experiencias profesionales como agente de viajes, maestra y escritora, las palabras justas incluían que “tenía una risa hermosa y era muy sociable”, y que “vivió su vida con la consigna carpe diem en mente... y aprovechó cada día de su vida al máximo”​.

Hardwick disfrutó de ver que sus amigos elogiaban las palabras de su esposa, palabras que lo describían como “el amor de su vida” y fueron una especie de regalo en momentos difíciles.

“Para mí fue un regocijo leer sobre mi compañera de vida desde su propia perspectiva”, dice.​

Es como una "celebración"

Mary Ellen Markant, una instructora de enfermería de Ogden, Nueva York, de más de 70 años, dice que el motivo que la llevó a escribir su propio obituario fue el deseo de compartir los matices de su tiempo en este mundo.​

“Siento que puedo recurrir a experiencias muy personales y tal vez iluminar a las personas cercanas a mí, y es una forma de apreciar mi propia vida”, explica.​

Algunas veces, cuando siente deseos de hacerlo, cuando aflora un recuerdo o una anécdota que podría quedar en la versión final de su obituario, Markant agrega historias a un archivo que tiene en la computadora.

“No me gusta la idea de designar un horario para sentarme a escribir mi propio obituario”, dice. “Para mí, eso suena como una tarea de un curso de redacción”​.

En vez de eso, Markant encara la escritura como un momento de reflexión. Ha documentado hitos, entre ellos, el lugar adonde fue de luna de miel, y relatos de su infancia, incluida la vez que se confabuló con su tío para llevar de contrabando un gatito a su casa, escondido en una bolsa de arpillera (lo que dio resultado hasta que sus padres lo oyeron maullar).

Y le divierte releer lo que ha escrito. Cada vez que agrega algo, lee todo lo que tiene hasta ese momento.

“Me resulta entretenido”, dice. “Para mí, escribir un obituario no es algo triste. Es como una celebración, en cierto sentido. Mi vida ha sido buena. Algunas cosas fueron desfavorables, pero cuando veo la combinación de todos estos elementos distintos, siento gratitud​"​​.

"Disfruto reviviendo mi vida”. ​​​