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“Los desconocidos” de la Fania

Aquellos que no sabías que formaron la banda.

Cuando descubrí el extenso catálogo de discos afrocaribeños editado por la Fania, la borrachera musical me duró varios años. Recuerdo un viaje a Puerto Rico en 1995 y cómo las disquerías de San Juan tenían una sección dedicada exclusivamente a la Fania.

Armado con una flamante tarjeta de crédito, salí del negocio con una pila tan alta de compactos que casi se me resbalaban de las manos. Inicialmente gravité hacia la exploración de lo obvio: las discografías de Héctor Lavoe (mi primer descubrimiento, de carácter casi apocalíptico), Rubén Blades, Ray Barretto y Eddie Palmieri.

Después me adentré en los complejos universos de genios futuristas como Roberto Roena, la Sonora Ponceña y Charlie Palmieri. Una vez que digerí lo básico, intenté conseguir una lista completa de todos los lanzamientos de la Fania. Y con el paso del tiempo, empecé a conocer discos que quedaron en el olvido, los lanzamientos que pese a ser excelentes, no conocieron el reconocimiento que se merecían. Como este tema de la Orquesta Flamboyan con el sonido típico y aguerrido de la mejor salsa clásica.

Muchos de los discos “desconocidos” de la Fania los descubrí por casualidad. A fines de los 90, por ejemplo, cuando la Fania operaba bajo el nombre de “Sonido”, sus publicistas me enviaron un ejemplar del disco debut de La Conquistadora, orquesta producida por el pianista Larry Harlow con el cantante Roy Carmona. 

El tema de apertura, Yo quisiera, se transformó rápidamente en uno de mis momentos favoritos de la salsa.  Ese disco no se consigue oficialmente, pero algunas de sus canciones están disponibles en YouTube.

Liderada por el abogado Jerry Masucci, la Fania se transformó en imperio de la música tropical cuando adquirió los catálogos de las disqueras Alegre y Tico. Así se preservaron para la posteridad joyas como el LP de 1964, Qué chévere Vol. II, del timbalero Orlando Marín, que hace poco fue reeditado en formato de vinilo. Marín todavía sigue tocando con su orquesta en la ciudad de Nueva York. Aquí tenemos un tema de ese disco interpretado por un jovencísimo Cheo Feliciano.

Hoy más que nunca, hasta los discos olvidados de la Fania (y sus muchos sellos) están al alcance de todos gracias a YouTube y algunos portales especializados. Quise terminar este repaso con uno de mis músicos favoritos: el pianista afroamericano Markolino Dimond, que fue amigo de la adolescencia del cantante Ismael Miranda, trabajó como pianista en la joven orquesta de Willie Colón y Héctor Lavoe, y grabó un par de sobresalientes proyectos solistas antes que la drogadicción lo llevara a la ruina. Dimond poseía un estilo sutil, de ricas melodías y solos empapados de jazz. Ojalá hubiera vivido muchos años más.  Quedan sus obras maestras, como esta Brujería de 1971 que hipnotiza al escucha con elegancia y sabor. Para la eternidad.

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