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Cómo afectan los antidepresivos la función sexual

¿Se puede hacer algo para aminorar los efectos secundarios?


spinner image Hombre acostado sin poder dormir
tommaso79

Sabemos que la sexualidad no se limita a la actividad genital, sino que incluye la cercanía, el contacto físico y la sensación de bienestar al estar juntos. No hay duda que la actividad sexual es una de las funciones básicas del ser humano y depende del bienestar físico y mental de este.

En Estados Unidos, se calcula que la depresión afecta al 7.2% de los varones y 12.3% de las mujeres entre 40 y 59 años, y al 3.4% de varones y 7.1% de mujeres mayores de 60 años. Los costos sociales y económicos de la depresión son enormes: causan aislamiento, menor productividad y mayor ausentismo en el trabajo; mayor riesgo de suicidio y de enfermedades del corazón y mayor consumo de drogas, cigarrillos y alcohol. Es por esto que la depresión debe ser tratada con seriedad, siendo la psicoterapia y el uso de medicamentos las bases del tratamiento. Pero, ¿qué tiene que ver esto con tu actividad sexual? Lamentablemente, los medicamentos pueden trastornar la vida sexual del paciente.

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¿Qué vino primero?

Es importante saber que la depresión por si misma puede causar alteraciones en la función sexual de una persona. Se calcula que una de cada dos personas con depresión y que no ha sido tratada, sufre de alguna alteración en su función sexual. Pero por otro lado, una persona con depresión que empieza a recibir tratamiento para su condición, puede desarrollar alguna alteración en su función sexual como un efecto secundario del medicamento. ¿Cómo saber qué ocurrió primero?

Antes de empezar un tratamiento, es recomendable que el profesional médico evalúe siempre la función sexual de su paciente. Si esta está afectada, es importante que se intente encontrar la razón; entre ellas podrían estar la edad, la ingesta de medicamentos, drogas o alcohol. Obviamente, esas causas deben ser tratadas en paralelo al uso de los medicamentos contra la depresión.

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Los antidepresivos y la función sexual

Prácticamente todos los medicamentos que se usan para combatir la depresión pueden afectar en mayor o menor grado las diversas etapas de la función sexual.

Los medicamentos más antiguos son los llamados antidepresivos tricíclicos, entre los que están amitriptilina (Elavil), nortriptilina (Pamelor), clomipramina (Anafranil), desipramina (Norpramin), doxepin (Silenor, Zonalon, Prudoxin) e imipramina (Tofranil). Se ha reportado que aproximadamente el 30% de los usuarios de estos medicamentos pueden presentar alteraciones en su sexualidad, siendo la disfunción eréctil en el varón y la disminución del orgasmo, tanto en hombres como mujeres, las más frecuentes.

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Entre los medicamentos más nuevos están los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. La actividad de la serotonina, un neurotransmisor químico cerebral, se ve disminuida en las personas con depresión y estos medicamentos tratan de aumentar su concentración cerebral. Algunos medicamentos de este grupo incluyen: citalopram (Celexa), escitalopram (Lexapro), fluoxetina (Prozac), paroxetina (Paxil, Paxil CR, Pexeva) y sertralina (Zoloft). Se ha reportado que entre el 25% al 73% de los pacientes que reciben estos medicamentos se puede presentar una disminución en la función sexual, siendo la disminución del deseo sexual y la incapacidad para alcanzar el orgasmo los efectos secundarios más frecuentes en las mujeres, y la eyaculación tardía y la disfunción eréctil los más frecuentes en los hombres.

Otro grupo moderno de medicamentos son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina. Algunos medicamentos de este grupo incluyen venlafaxina (Effexor XR), desvenlafaxina (Pristiq, Khedezla) y duloxetina (Cymbalta). Se ha estudiado que entre el 58% y 70% de los pacientes que toman estas medicinas ven su función sexual afectada, siendo el retraso o ausencia del orgasmo el más frecuente de los efectos secundarios entre las mujeres y la disfunción eréctil y la eyaculación anormal el más frecuentes entre los hombres.

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¿Qué hacer?

Si el tratamiento médico para atacar la depresión produce cambios en la función sexual, el profesional de la salud y el paciente tienen una ardua tarea por delante para no perder la ventaja del tratamiento, pero al mismo tiempo no renunciar a una vida sexual activa. En primer lugar, hay que determinar que el medicamento es el causante del problema. Para esto es muy importante la evaluación previa de la función sexual del paciente, aspecto que lamentablemente muchas veces no es tomado en cuanta antes de iniciar la terapia. Hay que conocer los factores que causan los problemas sexuales para corregirlos adecuadamente.

En segundo lugar, el terapeuta puede disminuir la dosis de la medicina para lograr el mayor efecto positivo con el menor grado de efecto secundario. En tercer lugar, el médico puede cambiar de medicamento, buscando uno que ofrezca las mismas ventajas con menos efectos secundarios. Por último, pueden usarse otros medicamentos que puedan resolver algunos aspectos alterados de la función sexual. El sildenafilo (Viagra), por ejemplo, se ha demostrado que puede corregir la disfunción eréctil en el hombre; y en un estudio se comprobó que puede mejorar la función sexual en mujeres que toman antidepresivos. En el caso de los hombres con demostrada deficiencia de testosterona, el uso de esa hormona también puede ayudar.

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