¿Deberías preocuparte por la peste bubónica?

Siglos antes de la pandemia de coronavirus, la peste bubónica arrasó Europa y mató a casi la mitad de su población. Dado el efecto mortal de esa pandemia del siglo XIV, no es sorprendente que un solo caso genere miedo.

Sin embargo, ese miedo no debería exagerarse. La peste bubónica, que es causada por la bacteria Yersinia pestis, no es común hoy en día. En cualquier año determinado, solo se reporta una pequeña cantidad de casos en Estados Unidos y la mayoría de las personas se recuperan de la infección.

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El 7 de febrero se confirmó un caso de la enfermedad en Oregón, a unas 200 millas al sureste de Portland. El Deschutes County Health Services emitió un comunicado de prensa informando que un residente local probablemente contrajo la infección de su gato sintomático. El caso —el primero en el estado desde el 2015— se detectó temprano y no representa una amenaza para la comunidad, según funcionarios de salud.

“Todas las personas que tuvieron contacto cercano con el residente y su mascota han sido contactadas, y se les ha proporcionado medicamentos para prevenir enfermedades”, dijo el Dr. Richard Fawcett, funcionario de salud del condado.

Cómo se transmite la peste bubónica

Los animales más comunes que portan la peste bubónica en la región central de Oregón son las ardillas, pero los ratones y otros roedores también pueden portar la enfermedad. En otras partes del oeste de Estados Unidos, los cricétidos, los perros de praderas, los campañoles y los conejos también pueden infectarse con la bacteria. Estos animales infectados y sus pulgas acumulan esta bacteria a largo plazo.

Las bacterias de la peste se transmiten con mayor frecuencia a los seres humanos cuando estos reciben una picadura de una pulga infectada que puede provenir de un animal silvestre. También pueden ser transportadas a tu hogar por una mascota que ha estado expuesta a un animal silvestre. Según los CDC, también es posible infectarse al tener contacto con un animal muerto que portaba la enfermedad.

Es posible que una persona que está infectada contagie a otras personas a través de las gotitas respiratorias que las personas producen cuando tosen. Sin embargo, el último caso conocido en Estados Unidos ocurrió en 1924. Según los CDC, el contagio entre personas todavía ocurre con cierta frecuencia en los países en desarrollo.