Vida Sana
En la gran mayoría de casos de adultos que acaban en la sala de emergencias quejándose de dolor por haber tragado algo accidentalmente, el culpable suele ser una espina de pescado o un hueso de pollo, quizá un palillo de dientes.
Pero las investigaciones sugieren otra causa sorprendente: más de 130 visitas a las salas de emergencias cada año son causadas por ingerir una cerda de un cepillo de parrilla. Y si te preguntas cuánto daño puede causar una cerda extraviada de una pulgada y media, la respuesta es mucho.
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"El principal peligro es que la cerda de alambre se quede clavada o perfore el revestimiento de la boca, la garganta, el esófago o cualquier otra parte del tracto intestinal", advierte el Dr. Mark Prince, jefe del Departamento de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de la Facultad de Medicina de la Universidad de Míchigan. "En el menos grave de los casos, esto causa dolor y requiere una visita a la sala de emergencias para ser evaluado y extraer la cerda. Pero si la cerda perfora el revestimiento y penetra en los tejidos más profundos —por ejemplo, en el cuello, el pecho o el abdomen—, puede provocar dolor, una posible infección y requerir una compleja intervención quirúrgica para su extracción".
Eso es lo que le ocurrió a una paciente de Prince, una mujer de 63 años que acudió inicialmente a la sala de emergencias quejándose de un dolor de garganta inusualmente severo. Tan solo unas horas antes, explicó, estaba comiendo un perro caliente que su esposo había cocinado a la parrilla y, con el primer bocado, experimentó un dolor inmediato que se hizo tan intenso que le dificultó tragar. Fue entonces cuando ella y su esposo se dirigieron a la sala de emergencias.
¿Se trataba de algún tipo extraño de intoxicación alimentaria? ¿Un absceso en la garganta?
Los médicos la examinaron y no encontraron nada fuera de lo normal, así que regresó a casa, pero sus síntomas empeoraran en los días y semanas siguientes. Tras seis meses de búsqueda de un diagnóstico, acudió a la clínica de Prince en Ann Arbor, donde una tomografía computarizada reveló la causa: un objeto metálico ondulado que parecía un fragmento de cabello en la parte posterior de la garganta.
Una cerda suelta del cepillo que su esposo usaba para limpiar la parrilla se había clavado en el perro caliente que consumió hacía tanto tiempo. Aunque en un principio la cerda se incrustó en una de sus amígdalas, con el tiempo se desplazó a su cuello y acabó en la parte posterior de su garganta, donde no solo fue más fácil de detectar para Prince mediante una tomografía computarizada, sino también más segura de extraer quirúrgicamente.
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