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Cómo evaluar si un adulto mayor necesita cuidados

Evaluación de aspectos físicos, mentales y ambientales que pueden indicar la necesidad de más apoyo cotidiano.


spinner image Un hombre hablando con su padre sobre sus medicamentos recetados.
JGI/Jamie Grill/Getty Images

A veces, es evidente cuando un adulto mayor necesita ayuda. Puede ser que tenga dificultades para acudir a las citas, parezca confundirse con las instrucciones o no pague las facturas a tiempo. Sin embargo, lo más frecuente es que el cambio ocurra de forma gradual. Es allí donde es necesario el asesoramiento profesional.

Este amplio repaso de todos los aspectos de la situación mental, física y ambiental de una persona es una forma de determinar si tu ser querido necesita ayuda. De esta manera puedes evaluar su capacidad para conservar su independencia en forma segura e identificar los riesgos y las formas de reducirlos.

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Un familiar o un cuidador también tiene la oportunidad de evaluar la situación de un ser querido en términos de salud, seguridad y calidad de vida. Según el Dr. Ardeshir Hashmi, jefe de sección del Centro de Medicina Geriátrica de Cleveland Clinic, “el objetivo es detectar los indicios con antelación, antes de que comiencen a afectar la vida cotidiana de manera significativa, para poder hacer algo al respecto”. Estas son las señales de alerta que debemos buscar y que pueden indicar que un ser querido necesita una evaluación más amplia y posiblemente más apoyo.

Movilidad

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), cada año, más de uno de cada cuatro adultos mayores sufre una caída (enlace en inglés). Para asegurarte de que tu ser querido no sea parte de esta estadística, examina el espacio donde vive, incluso los posibles riesgos que pueden causar caídas: escaleras interiores o exteriores peligrosas (especialmente sin barandillas) o alfombras resbaladizas. ¿Usa escaleras de mano o taburetes inseguros para alcanzar artículos en los estantes de la cocina? ¿Usa zapatos con buena tracción en las suelas?

Presta mucha atención al modo en que tu ser querido se desplaza en el espacio. La falta de movilidad no solo supone un efecto físico, sino que también puede tener repercusiones psicológicas. La Dra. Lindsey Yourman, geriatra afiliada al Health-Jacobs Medical Center de University of California, San Diego, hace referencia a algo conocido como espacio vital, que es el área en la que podemos caminar sin riesgos, es decir, el entorno al que tenemos acceso de forma habitual. “La disminución del espacio vital puede significar una disminución de las interacciones con otras personas y una menor participación en actividades”, advierte Yourman, “lo que puede causar aislamiento y depresión”.

Existen ciertas formas de evaluar la movilidad de una persona y determinar si tiene estabilidad cuando está de pie. Una de estas formas es una prueba cronometrada de marcha: marca una línea a unos diez pies de una silla. Pide a tu ser querido que cuando escuche la palabra “adelante”, se levante de la silla, camine a un ritmo normal hacia la línea, se dé vuelta, regrese a la silla y se siente. En promedio, las personas que tardan doce segundos o más en hacer esta prueba tienen un alto riesgo de caerse. Además, observa cómo camina por la sala, y presta atención a la velocidad de la marcha y el movimiento de los pies. ¿Los desliza o arrastra? ¿Qué distancia hay entre los pies al caminar? Cuando alguien separa mucho los pies, eso suele indicar que tiene dificultad para mantener el equilibrio. Otras señales que pueden indicar problemas de fuerza o de equilibrio incluyen dificultad para levantarse de una silla, apoyarse sobre muebles o una pared para caminar o dificultad para girar. “Si camina por el pasillo y regresa, ¿cuántos pasos necesita para dar la vuelta? Más de tres pasos pueden indicar un problema de movilidad”, según Yourman.

Qué hacer: un especialista certificado en envejecimiento en el hogar puede recomendar modificaciones para añadir seguridad al hogar de tu ser querido. Estas modificaciones pueden incluir instalar pasamanos a ambos lados de las escaleras, barras de apoyo para entrar o salir de la ducha o una bañera con puerta de acceso, un asiento de inodoro más alto o rampas suplementarias. En la cocina, guarda los artículos cotidianos en los gabinetes inferiores para que sea más fácil alcanzarlos. Agrega organizadores deslizantes económicos en la despensa y estantes en los gabinetes para facilitar el acceso. Un terapeuta físico u ocupacional también puede evaluar el entorno y la movilidad del hogar de la persona. Un terapeuta también puede recomendar los mejores elementos auxiliares para tu ser querido y asegurarse de que los use correctamente. Los andadores que deben levantarse requieren mucho esfuerzo, y su uso puede provocar una disminución de la actividad en quienes tienen insuficiencia cardíaca congestiva o EPOC y se quedan sin aliento con facilidad. “Si la persona usa bastón, es necesario asegurarse de que sea de la altura adecuada”, señala Yourman. “Si es demasiado alto o demasiado bajo, puede alterar la dinámica de la marcha”.

Salud mental

La depresión puede ser difícil de detectar en los adultos mayores. Es normal que una persona mayor se sienta deprimida de vez en cuando —tal vez se frustre por sus problemas de salud o se preocupe por el dinero—. Por otra parte, no necesariamente existe un componente anímico. “Tenemos un estereotipo de la depresión que consiste en pasar todo el día en una silla, como replegado”, indica Luci Draayer, trabajadora social clínica y terapeuta con sede en Denver. “Eso puede ocurrir a veces, pero existen otros síntomas”. Entre ellos: cambios en el nivel de energía; irritabilidad o enojo; pérdida de interés en actividades que solía disfrutar; dificultad para dormir o dormir más de lo habitual; comer más o menos de lo habitual; o tener pensamientos de muerte o suicidio.

La demencia, por otro lado, consiste más bien en un cambio o deterioro de la memoria. El elemento común es el olvido, más de lo que se esperaría en un envejecimiento normal. “Al principio, los cambios y la dificultad con lo que llamamos actividades instrumentales —administración del dinero, administración de medicamentos y conducción de vehículos— cada día pueden indicar un deterioro a causa de la demencia”, advierte Hashmi. Draayer señala que otro problema cognitivo es “la pérdida de la capacidad de discernimiento o la falta de juicio, por ejemplo, si la persona deja llenando la bañera y se desborda porque se va a ver una película”.

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La depresión a veces se diagnostica incorrectamente como demencia, ya que un adulto mayor con depresión puede exhibir síntomas similares a los de la demencia. “Las personas que tienen depresión pueden no concentrarse tan bien, y eso a veces puede parecer tanto pérdida de memoria como demencia, algo que se conoce como pseudodemencia”, explica la Dra. Katherine O'Brien, profesora adjunta de Medicina, División de Medicina Interna y Geriatría en la Facultad de Medicina Feinberg de Northwestern University. Es importante poder distinguir entre las dos. “La depresión es esencialmente tratable”, señala Hashmi. “Y cuando se trata a tiempo, la memoria y la concentración también pueden mejorar”.

Qué hacer: pregúntale a tu ser querido si se siente triste o ansioso por algún motivo. Una enfermedad crónica o la movilidad limitada aumentan el riesgo de que una persona tenga depresión. Escucha y ofrece apoyo emocional. Si no vives cerca, pide a tus amigos y vecinos que visiten a tu ser querido. También puedes crear un plan de apoyo con la Agencia del Área sobre Envejecimiento (enlace en inglés). Además, puedes consultar con un psiquiatra geriátrico, un médico capacitado para reconocer y tratar las enfermedades mentales en los adultos mayores. El tratamiento puede incluir antidepresivos, psicoterapia o una combinación de ambas modalidades. Visita el sitio web de la American Association for Geriatric Psychiatry para encontrar un especialista en tu zona. Por último, pregúntale al médico de atención primaria o al farmacéutico de tu ser querido si es posible que algún medicamento en particular —o una combinación de medicamentos— estén causando la depresión. Si sospechas que puede tener demencia, tal vez debas consultar con un neurólogo.

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Cuestiones monetarias

Las señales de alerta pueden incluir pilas de cartas sin abrir y facturas sin pagar, cheques sin cobrar, y documentos residenciales o legales importantes sin tramitar. Otra señal: transacciones inusuales o sumas de dinero destinadas a organizaciones benéficas. “Durante la pandemia, mis clientes han recibido numerosos mensajes fraudulentos de telemercadeo”, relata Robin Mansfield, gerente de atención geriátrica y trabajadora social de Aging Network Services.

Qué hacer: la solución puede ser tan simple como ayudar a clasificar el correo y establecer prioridades. Ofrece ayuda con los asuntos más complicados mientras tu ser querido sigue manejando los aspectos diarios del hogar y las finanzas personales. Por ejemplo, ayuda a tu ser querido a abrir otra cuenta corriente que pueda usar para disponer de efectivo y cubrir sus necesidades básicas, y pagar las facturas de su cuenta principal. “Podrías sugerir obtener acceso a internet para al menos poder revisar sus cuentas bancarias y ver si hay algo fuera de lugar”, dice Virginia Morris, autora de How to Care for Aging Parents. “No estás administrando ni asumiendo el control de sus asuntos financieros, simplemente eres otro par de ojos”. Además, muchos bancos te pueden enviar los extractos bancarios a ti si tus padres lo autorizan. Tal vez también debas ayudar a tu ser querido a contratar un administrador financiero. Por último, dice Morris, verifica que tenga los documentos legales en orden para que puedas ayudar a gestionar sus asuntos en caso de emergencia.

Conducción de vehículos

Para el 2030, habrá más de setenta millones de personas mayores de 65 años, y cerca del 85% tendrán licencia para conducir. De hecho, los adultos mayores están viviendo, en promedio, entre siete y diez años más allá de su capacidad para conducir sin riesgos, según la AAA. Si tu ser querido tuvo varios accidentes o recibió varias multas, significa que es hora de conversar. “Puede ser algo sutil, como rayones o abolladuras en el automóvil”, advierte Hashmi, “en particular si el conductor no puede recordar cómo sucedieron”.

Qué hacer: acompaña a tu ser querido cuando conduzca y mantén los ojos bien abiertos. ¿Pasa por situaciones peligrosas o se pierde en calles muy conocidas? ¿Parece tener algún problema cognitivo o de la vista? Puede que sea el momento de realizar una evaluación médica. Los problemas de la vista se pueden resolver fácilmente con un nuevo par de anteojos recetados. Sugiérele que refuerce sus aptitudes de conducción con un curso de seguridad vial. AAA RoadWise Driver (enlace en inglés) es un curso virtual creado para ayudar a los adultos mayores a adaptarse a los cambios físicos propios de la edad. El curso AARP Smart Driver (enlace en inglés), que está disponible en internet o en un aula, ayuda a los conductores mayores de 50 años a perfeccionar sus aptitudes, y puede darte derecho a recibir un descuento en el seguro.

Si llega el momento de que tu ser querido deba dejar de conducir, busca otras opciones de transporte para ayudarlo a movilizarse y mantener su independencia, como Uber, Lyft o los servicios de transporte para adultos mayores en su zona. La Independent Transportation Network of America (ITNAmerica) es una red nacional sin fines de lucro de programas comunitarios de transporte para adultos mayores de 60 años.

Cambios en la apariencia

¿Hay diferencias en el aspecto de tu ser querido? ¿Subió o bajó mucho de peso? ¿Tu padre tiene el cabello enmarañado o lleva tiempo sin afeitarse? “Si tu madre siempre puso mucho esmero en su apariencia y de pronto usa la misma ropa todos los días o no se corta las uñas, podría ser una señal de que existen problemas cognitivos o de depresión”, señala Mansfield. Los moretones que no tienen explicación —tu ser querido no recuerda cuándo o cómo sucedieron— son otra señal de alerta. Un determinado olor puede indicar que no se baña con frecuencia.

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Qué hacer: estos cambios pueden tener varias causas, por lo que es necesario investigar. Por ejemplo, dice Draayer, los cambios en la higiene pueden indicar falta de motivación o de atención (que posiblemente señale la existencia de depresión o de un problema cognitivo que puede necesitar evaluación y tratamiento). Tal vez descubras cambios en la movilidad —por ejemplo, si teme entrar o salir de la bañera o de la ducha— que entorpecen su capacidad de cuidar de sí mismo. Quizás sea necesario instalar barras de apoyo o comprar una ducha de mano y un asiento para la ducha.

Vida en el hogar

Es posible que tu ser querido se esté alejando de sus amigos y familiares. Tal vez no se esté ocupando de las tareas habituales o de sus pasatiempos favoritos (por ejemplo, el hermoso jardín de mamá ahora está lleno de malezas). Tal vez tenga un problema de acumulación compulsiva, las sábanas estén sucias o haya olor a orina en toda la casa. “Mira en el refrigerador para ver si los alimentos están en mal estado o no se han consumido”, dice la Dra. Nisha Rughwani, profesora adjunta de Geriatría y Medicina Paliativa en la Facultad de Medicina Icahn de Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York. Si tu ser querido debe seguir una dieta especial, asegúrate de que lo haga. Presta atención a los alimentos procesados y con alto contenido de azúcar (algo que las personas con diabetes tipo 2 no deben consumir) y a los bocadillos con alto contenido de sodio (si existe un problema de presión arterial alta). Mira la ropa de baño, sugiere Mansfield. “¿Parece que siempre usa las mismas toallas porque no lava la ropa?".

Qué hacer: las personas que se sienten solas y desconectadas de los demás registran índices más rápidos de deterioro cognitivo. Además, según las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina, los adultos mayores de 50 años tienen un mayor riesgo de mortalidad debido al aislamiento social y la soledad. Averigua con quién interactúa tu ser querido de forma habitual. Busca actividades que tal vez le gusten, como un centro para adultos mayores, un programa en el que pueda ofrecerse de voluntario o simplemente una reunión de amigos para tomar un café. Las llamadas telefónicas frecuentes pueden mantener a tus padres conectados socialmente, al igual que otras tecnologías, como las videollamadas, las comunidades virtuales y las redes sociales, como Facebook. Algunos grupos se especializan en ayudar a los adultos mayores a configurar la tecnología, como OATS (Servicios de tecnología para adultos mayores - enlace en inglés) y SeniorNet. Averigua cómo prepara o recibe las comidas y si sigue una dieta especial. Si es necesario, organiza el envío de comidas a domicilio (como Meals on Wheels) y ayuda con la limpieza y el lavado de ropa.

Medicamentos

“Los medicamentos son un arma de doble filo”, advierte el Dr. Ian Neel, director médico del Servicio de Consultas de Medicina Geriátrica en UC San Diego Health. Esto es así especialmente cuando se trata de adultos mayores, muchos de los cuales pueden estar tomando cinco o más medicamentos por día, o más de los que son médicamente necesarios, un fenómeno conocido como polimedicación. “La posible interacción entre esos medicamentos y los efectos secundarios que pueden sobrevenir cuando esa combinación ingresa al organismo son impredecibles”, advierte Neel.

Qué hacer: “Mira los frascos de medicamentos de tu ser querido para confirmar que los esté tomando según las indicaciones y los vuelva a surtir”, sugiere Rughwani. Prepara un organizador de pastillas y lleva una lista de todos los medicamentos que toma —que incluya productos de venta libre, suplementos a base de hierbas y vitaminas—, junto con la frecuencia y la dosis. Si adviertes síntomas preocupantes, como fatiga o depresión, consulta con un médico o un farmacéutico si algún medicamento o una combinación de medicamentos podría ser la causa. Un farmacéutico puede examinar todas las recetas de tu ser querido, no solo las que receta un médico en particular. Los farmacéuticos geriátricos conocen muy bien el efecto de los medicamentos en los adultos mayores. Visita el sitio web de la junta Board of Pharmacy Specialties (enlace en inglés) para encontrar una en tu zona.

El próximo paso

¿Has notado más de unas pocas señales de alerta? Tal vez sea el momento de consultar con un profesional capacitado que efectúe una evaluación geriátrica más a fondo sobre el grado de deterioro y su causa, y que pueda ofrecer recomendaciones —como parte de un equipo— sobre lo que se puede hacer. La mejor persona a la que puedes acudir en un comienzo es el médico de atención primaria, que conoce los antecedentes de tu ser querido, o un geriatra, según Rughwani. “También puedes acudir a un neurólogo para que realice una evaluación inicial, en particular si te preocupa que puedan existir problemas cognitivos”. Tu médico puede enviar una enfermera a domicilio, un trabajador social o un fisioterapeuta al hogar del paciente para evaluar la situación, recomendar cambios y obtener ayuda.

Otra opción: los familiares y los cuidadores pueden contratar un administrador de atención geriátrica individual (también conocido como especialista en cuidados de adultos mayores) para que haga evaluaciones en el hogar durante un tiempo y observe el desempeño cotidiano de la persona mayor. El administrador les comunicará los resultados a ti y a tu ser querido y recomendará recursos para resolver otros problemas, como un fisioterapeuta, un neurólogo para hacer una evaluación del deterioro cognitivo o una agencia de atención en el hogar si la persona necesita ayuda en casa. Puedes buscar una en tu zona en la Aging Life Care Association (enlace en inglés). Las guías Cuidando a los nuestros, de AARP, son otro gran recurso.

Anima a tu ser querido a buscar ayuda

“Esas son conversaciones difíciles”, señala O'Brien. Aquí hay algunas formas de ayudar a tu ser querido a abordar el tema.

No postergues la charla. “La conversación es mucho más fácil cuando se trata de algo hipotético —cuando dices, '¿qué sucedería si…?'“—, dice Morris. “Esperar hasta llegar a 'Mamá, noté todas estas cosas' va a hacer la conversación un poco más difícil”.

Comienza de a poco. “Cuanto más podamos normalizar una evaluación, más fácil será”, advierte Hashmi. “Trátalo como un control anual de rutina”. Si es necesario obtener ayuda más adelante, ofrécela poco a poco. Por ejemplo, comienza por ofrecer contratar a alguien para que haga una tarea que a tu familiar no le guste, como limpiar la casa.

No des órdenes. Incluye a tu ser querido en todas las decisiones. “La gente suele pensar ‘ahora soy el padre’ y esa es una pésima actitud”, señala Morris. “Se trata de un adulto que puede tener una discapacidad o una enfermedad, pero que también tiene toda una vida de experiencias, sabiduría y preferencias. Debemos tener cuidado de no tratar a nuestros padres como niños. Regañarlos, adoptar una actitud autoritaria y decirles lo que tienen que hacer por lo general produce resistencia. Aquí se trata de escuchar”, explica Morris. “Comienza la conversación con ‘¿Qué esperas cuando consideras tu futuro? ¿Qué es importante para ti? ¿Qué te preocupa?’”.

Replantea su forma de pensar. “Les digo a mis pacientes que ‘no se trata de perder la independencia, sino de tomar iniciativas para tratar de mantenerla’”, explica O'Brien.

Invierte la situación. “Una de las claves principales para determinar si es necesario hacer cambios es un aumento considerable de estrés en el cuidador principal por asumir demasiadas responsabilidades”, advierte Draayer. Recuérdale a tu ser querido que cuando acepta ayuda, está contribuyendo a disipar tus miedos y a reducir el estrés en tu vida.

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