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Calma en medio del caos: cómo abordar con compasión la ira de la persona a quien cuidas

Descubre formas de controlar y apoyar a tu ser querido durante episodios de ira.


Ilustración de un cuidador manejando la ira y gritos de una persona bajo su cuidado
Rob Dobi

Laurel Wittman y Eddie Lopes se conocieron en el 2001, cinco años después de que a él le diagnosticaran esclerosis múltiple (EM) a los 23 años. En ese entonces, Lopes todavía tenía movilidad y trabajaba como desarrollador de bienes raíces para comunidades de adultos mayores. Pero su deterioro físico fue rápido, lo que lo llevó a depender de una silla de ruedas tres años después; quedó cuadripléjico en el transcurso de una década. A pesar de los desafíos de salud, estaban enamorados y se casaron en el 2005. Sin embargo, además del deterioro físico, Lopes desarrolló graves problemas cognitivos y emocionales, incluyendo una profunda ira y furia.

Wittman inicialmente abordó los arranques de enojo de Lopes como si fueran problemas matrimoniales típicos, por lo que intentaron ir a terapia de pareja y mejorar las estrategias de comunicación. Desafortunadamente, estos esfuerzos resultaron inútiles debido a las causas neurológicas subyacentes de su ira. "Este fue el comienzo de una etapa impredecible en nuestro matrimonio, que ninguna solución convencional podía resolver fácilmente", dice Wittman, copresidenta de la Well Spouse Association, (en inglés) que proporciona apoyo a personas que cuidan de sus cónyuges. "Su rabia casi destruye nuestro matrimonio y estuvo a punto de llevarnos al divorcio, ya que su ira se volvió más difícil de manejar que otros aspectos de su esclerosis múltiple". Lopes ahora tiene 51 años, y su ira se ha suavizado a medida que sus habilidades cognitivas han disminuido. "Tiene menos energía para pelear, así que hay mucho menos conflicto, y eso ha hecho una diferencia positiva en nuestra relación", dice Wittman.

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Entender las raíces de la ira

La ira y el comportamiento agresivo son comunes en personas con enfermedades crónicas y pueden generar tensiones significativas en las relaciones con los cuidadores familiares, la familia y los amigos. Estos arranques de enojo pueden ocurrir en cualquier lugar: en casa, en un hogar de ancianos y en público.

"Las enfermedades crónicas a menudo provocan ira en las personas porque pueden ser un problema multifacético". Podría derivarse del proceso de la enfermedad en sí, la dificultad para comunicar las necesidades o incluso los efectos secundarios de los medicamentos", dice el Dr. Badr Ratnakaran, presidente del Consejo de Psiquiatría Geriátrica de la Asociación Americana de Psiquiatría y profesor adjunto y director de la División de Psiquiatría Geriátrica de la Facultad de Medicina Carilion de Virginia Tech en Roanoke, Virginia. "Además, la pérdida de independencia y los cambios en la vida diaria que acompañan a las enfermedades crónicas pueden llevar a una inmensa frustración e ira".

Un estudio del 2021 (en inglés) publicado en la revista Neurology Clinical Practice encontró que el 18% de los cuidadores reportaron comportamiento físicamente agresivo por parte de las personas que viven con la enfermedad de Parkinson en estado avanzado. Otro análisis (en inglés) de 17 estudios determinó que alrededor del 28% de las personas con la enfermedad de Alzheimer muestran comportamiento agresivo, como golpear y gritar, en comparación con alrededor del 7% de aquellos con deterioro cognitivo leve.

"Las personas con deterioro cognitivo pueden experimentar frustración y confusión debido a la pérdida de memoria, las dificultades de comunicación y la incapacidad para realizar tareas diarias. Esta frustración puede manifestarse como ira o agresión", añade Ratnakaran.

A menudo, la ira es una emoción secundaria, una reacción a algo más profundo. Puede ocultar sentimientos de miedo, ansiedad, tristeza o una sensación de impotencia. "Tomarse un momento para identificar lo que realmente está desencadenando la ira puede ser empoderador", dice la psicóloga Deborah Derrickson Kossmann, autora de Lost Found Kept: A Memoir. (en inglés) "Entender el origen de la ira y la frustración es el primer paso para abordarlas de manera efectiva".

Wittman añade: "Saber que la ira es a menudo parte de la enfermedad, y no un fracaso personal, puede ser la verdad más reconfortante, pero también la más difícil, de escuchar y aceptar para un cuidador".

Causas comunes de la ira

La ira que muestran las personas con enfermedades crónicas puede provenir de muchas causas, que van desde la ansiedad, el deterioro cognitivo y los problemas de comunicación hasta las infecciones, los efectos secundarios de los medicamentos y el dolor físico. Ratnakaran, Derrickson Kossmann y otros cuidadores recomiendan prestar mucha atención a estas ocho causas de los problemas de ira.

  • Ansiedad: Cuando alguien se siente ansioso, puede experimentar un aumento del estrés y la frustración, lo que puede hacerlo más propenso a irritarse con facilidad o tener estallidos de ira. La ansiedad a menudo crea una sensación de miedo o impotencia, y la ira puede ser, a veces, una forma de expresar los sentimientos subyacentes.
  • Deterioro cognitivo: La demencia y la pérdida de memoria pueden llevar a la frustración y a los estallidos de ira, especialmente cuando a la persona se le dificulta expresar sus necesidades o entender ciertas situaciones.
  • Desafíos de comunicación: Debido a su enfermedad, algunas personas pueden tener dificultades para encontrar las palabras adecuadas para expresar por qué se sienten mal, particularmente aquellas con demencia avanzada. Esta frustración puede llevar a un comportamiento agresivo.
  • Infecciones: La neumonía y las infecciones del tracto urinario son bien conocidas por causar irritabilidad y estallidos emocionales.
  • Pérdida de independencia: La pérdida de control sobre su vida y cuerpo es una fuente significativa y comprensible de frustración. Tal vez ya no se les permita conducir un automóvil, viajar solos o vivir de manera independiente.
  • Efectos secundarios e interacciones de los medicamentos: Tomar varios medicamentos puede provocar efectos secundarios imprevistos, incluyendo somnolencia, agitación, irritabilidad y enojo.
  • Rasgos preexistentes: Las personas que eran propensas a la ira antes de enfermarse pueden reaccionar con mayor intensidad cuando se enfrentan al estrés de una enfermedad crónica, lo que puede hacer que su ira sea aún más pronunciada.
  • Dolor físico: El dolor no controlado o crónico puede ser una fuente importante de irritabilidad y enojo, especialmente cuando las personas no pueden comunicar su incomodidad.

Cómo los cuidadores pueden abordar el conflicto

En el hogar o en entornos de cuidados a largo plazo, el comportamiento agresivo y de ira de un ser querido se correlaciona fuertemente con el estrés, el aislamiento social y el agotamiento de los cuidadores.

Scott Moore, un expolicía jubilado de 67 años de Wolcott, Connecticut, pasó por muchos momentos difíciles después de que su hijo, Brett, de 39 años, sufrió una grave lesión cerebral traumática en un accidente de automóvil a los 20 años. Moore piensa que la ira de su hijo proviene de las pérdidas profundas que ha experimentado debido a su lesión cerebral, incluyendo sus aspiraciones de tener una familia, una carrera y una vida social.

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"Es difícil lidiar con sus arranques de enojo cuando se enfada. Me agota ser su cuidador", admite Moore. Después de muchos intentos para que Brett acudiera a terapia, recientemente lo acompañó a conocer a un terapeuta para ayudarlo a superar sus problemas emocionales. "Finalmente dijo que estaba listo, y sí, han pasado más de 18 años, pero más vale tarde que nunca".

La ira y la agresión son algunos de los comportamientos más desafiantes a los que se enfrentan los cuidadores. Es fácil sentirse abrumado o incluso reaccionar también con ira. Pero mantener la calma es clave. Derrickson Kossmann comparte los siguientes consejos prácticos para ayudar a los cuidadores a aliviar la tensión y proteger su propio bienestar mientras apoyan a un ser querido con compasión.

Descarta primero las causas físicas: Antes de abordar la ira como un problema de comportamiento, los cuidadores siempre deben investigar las posibles causas físicas. Esto incluye una revisión exhaustiva de los medicamentos para identificar cualquier fármaco o interacción de medicamentos que pueda estar causando irritabilidad, así como descartar molestias y problemas físicos. El dolor no reconocido, la pérdida de audición o de visión e incluso las enfermedades no controladas, como la diabetes, pueden contribuir significativamente a la ira.

Reconoce los problemas de comportamiento: Ten en cuenta que la ira, especialmente en personas con deterioro cognitivo, puede ser una manifestación de necesidades no expresadas, como hambre o incomodidad. También puede surgir de la tristeza y la pérdida por la disminución de la independencia o ser un síntoma de depresión o ansiedad.

Practica estrategias para desacelerar conflictos: Cuando se enfrentan a la ira, los cuidadores deben concentrarse en calmar la situación en lugar de entrar en conflicto. Esto implica mantener la calma, respirar, hablar suavemente y evitar discusiones o luchas de poder. Incluso puede significar alejarse sin decir una palabra. Mostrar paciencia y empatía ayuda a reducir la tensión y evita que la situación empeore.

Adapta el ambiente: Modificar el espacio habitable para apoyar la independencia de tu ser querido puede reducir enormemente la frustración y la ira. Cambios simples como instalar barras de agarre en el baño, mejorar la iluminación para minimizar las sombras y eliminar el desorden para despejar los caminos pueden hacer la vida diaria más fácil y segura.

Valida los sentimientos y evita corregir: Cuando un ser querido con demencia o deterioro cognitivo expresa enojo o frustración, es esencial validar sus sentimientos en lugar de discutir, corregir o confrontarlo. Frases como "Veo que estás realmente molesto en este momento", seguidas de una oferta de consuelo (por ejemplo, "¿Quieres que ponga algo de música?") pueden apaciguar la situación. Entender que la ira puede surgir del miedo, la confusión o la ansiedad puede ayudar a fomentar la empatía y un enfoque más suave.

Acude a un terapeuta: Cuando alguien enfrenta problemas de ira y comportamiento agresivo, es importante acudir a un profesional de la salud mental, como un psicólogo, un psiquiatra o un terapeuta especializado. Esta orientación experta ayuda a la persona a entender los problemas emocionales subyacentes en lugar de simplemente reaccionar a los arrebatos de enojo. Finalmente, la intervención profesional garantiza la comodidad, seguridad y bienestar emocional del individuo al abordar las raíces complejas de su ira.

Opciones de tratamiento con medicamentos: Los antidepresivos y antipsicóticos pueden ayudar a contolar la agresión en personas con enfermedades neurológicas. Si los enfoques sin medicamentos no funcionan, discute estas opciones con un médico. Si se receta un medicamento, asegúrate de decirle al médico si la persona que lo toma presenta algún efecto secundario.

No olvides cuidar de ti mismo: Ser cuidador puede ser emocional, física y espiritualmente agotador, sobre todo cuando existen problemas de ira. Es crucial implementar rituales de autocuidado, como practicar la meditación, comer bien, dedicar tiempo a pasatiempos o asistir a terapia, no como un lujo, sino como algo imprescindible para prevenir el agotamiento y cuidar eficazmente a tu ser querido.

Entender la ira en entornos de cuidados a largo plazo: apoyo, no desalojo

A medida que la esclerosis múltiple de Lopes avanzaba, su ira también se intensificaba, creando un ambiente cada vez más volátil en el hogar. Wittman vivía en un estado constante de pánico. El impacto emocional era inmenso, y en el 2016 llegó a un punto crítico, cuando Lopes expresó claramente que quería el divorcio.

Esta declaración, junto con la creciente dificultad para manejar su comportamiento en casa, llevó a la difícil decisión de internar a Lopes en un centro de vida asistida cercano en Virginia. Wittman describe este período como un "reinicio" para su relación. Estar fuera de la línea de fuego le proporcionó la distancia y el alivio que tanto necesitaba. Ella se considera afortunada de que las discapacidades físicas de su esposo le hayan permitido ingresar a un centro de vida asistida, lo que le brindó un descanso necesario del constante desgaste emocional.

¿Qué pasa si tu ser querido dirige su ira hacia el personal de un centro de cuidados a largo plazo? ¿Le pedirán a tu ser querido que se vaya o lo echarán sin previo aviso? En casi todos los casos, la respuesta es no. La mayoría de los centros trabajan de cerca con las familias, salvo en situaciones extremas o violentas, cuando el residente puede ser trasladado temporalmente a un hospital.

"No echamos simplemente a la gente". Esa es una idea errónea. "Incluso cuando un residente se enfada y lanza algo al personal, eso no es motivo suficiente para que lo enviemos al hospital", dice Anshu Raina, directora ejecutiva de The Village at Victory Lakes, en Lindenhurst, Illinois, una comunidad de cuidado continuo para jubilados. "La confianza entre las familias y el personal es crítica". "La comunicación abierta evita que los pequeños problemas se conviertan en grandes problemas, porque todos queremos lo mejor para el residente".

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