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Para Paul Kidwell, ser cuidador no se limita a las tareas en la habitación del hospital o al costado de la cama: comienza en la cocina. Cada semana, se compromete a preparar tres comidas chinas para su esposa, Aibai, quien sufre de la enfermedad de Parkinson desde el 2007. Los platos caseros, que incluyen salteados, pescado al vapor y cerdo moo shu, pueden no competir con los menús con estrellas Michelin, pero son los favoritos de su esposa y la hacen feliz a pesar de estar confinada a una silla de ruedas y tener movilidad limitada.
Desde picar verduras en trozos pequeños hasta modificar recetas para adaptarlas a las dificultades que ella tiene para tragar, Kidwell prepara cada comida teniendo en cuenta la seguridad, comodidad y dignidad de su esposa. Él se llama a sí mismo "un hombre con una sartén", pero en la práctica él es quien se asegura de que las comidas cumplan con las necesidades dietéticas de su esposa y estén colmadas de sabor, aun cuando el Parkinson le va robando su independencia y su interés en la comida disminuye.

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"Siempre he creído que ser cuidador es un acto de amor. Para mí, cocinar siempre ha sido la forma en que demuestro ese amor", dice Kidwell, quien está creando un boletín titulado Cooking for My Wife and Other Love Stories (Cocinando para mi esposa y otras historias de amor).
Inevitablemente, las necesidades dietéticas de una persona cambiarán a medida que su salud se deteriora debido a una enfermedad crónica, la pérdida de peso o el envejecimiento. En lugar de confiar en consejos vagos como "come mejor", toma la iniciativa de consultar a un profesional de la nutrición, como un dietista, que puede crear un plan claro y personalizado que apoye activamente los trastornos médicos de tu ser querido, sus necesidades físicas y sus preferencias de comida.
"Los adultos mayores pueden tener poco apetito, dificultad para masticar o tragar o simplemente perder el interés en comer", dice Angel Planells, un dietista registrado con sede en Seattle y portavoz de la Academia de Nutrición y Dietética. "En lugar de tres comidas grandes, prueba con cinco o seis comidas o bocadillos pequeños cada día".
Asegura que la dieta sea rica en proteínas
Para las personas que están lidiando con una enfermedad, envejeciendo o recuperándose, cada oportunidad de comer es una oportunidad para reforzar la fortaleza y la salud, especialmente con la ingesta adecuada de proteínas. Incorporar alimentos ricos en proteínas como huevos, yogur, tofu, frijoles y batidos de proteínas en las comidas y meriendas puede marcar una gran diferencia, dice Planells. "Priorizar la proteína es clave para mantener la masa muscular, lo que a su vez ayuda a mantener la movilidad y la independencia y reduce el riesgo de caídas y las complicaciones derivadas".
Mary Kapp, del sur de Míchigan, ha descubierto formas creativas de aumentar las proteínas en las comidas de su esposa, Tressa Duffin, lo que la ayuda a mantener su peso mientras enfrenta las dificultades de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). "En cada comida, me aseguro de que consuma suficiente proteína de una variedad de fuentes, como pollo, carne de res, salmón, semillas de cáñamo, yogur, colágeno, nueces y semillas". Kapp también se asegura de que su esposa coma frutas y verduras frescas y batidos hechos con frutas frescas.
Shirley Khuong, una dietista de JM Nutrition de Vancouver, y Planells sugieren incorporar algunos alimentos ricos en proteínas en las comidas:
Proteínas de origen vegetal
- garbanzos
- frijoles negros
- edamame
- lentejas
- mantequillas de frutos secos (maní, almendra)
- frutos secos (almendras, maníes, pistachos)
- quinoa • semillas (chía, calabaza, cáñamo)
- tofu
- tempe
- suero de leche
Proteínas de carnes y lácteos
- pechuga de pollo
- requesón (queso cottage)
- carne magra de res
- huevos
- yogur griego (especialmente natural, sin grasa)
- pescado (atún, salmón, bacalao)
- lomo de cerdo
- mariscos (camarones, vieiras)
- pavo
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