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Pedimos a los miembros del grupo de Facebook AARP Family Caregivers Discussion Group (en inglés) que enviaran preguntas urgentes que les gustaría que Barry Jacobs abordara en su columna de temas de cuidado (en inglés). El terapeuta familiar y psicólogo clínico abordó este tema polémico:
Me siento atrapada. En esta etapa de mi vida debería estar viviendo mis años dorados. Tengo 66 años, originalmente me jubilé a los 45, pero volví a trabajar a tiempo parcial para salir de mi casa. Mi madre, que tiene 90 años, ha vivido conmigo y mi esposo durante ocho años. No tiene ingresos, solo Seguro Social, por eso vive con nosotros. Ella me dice que tengo el deber de cuidarla, y tal vez tenga razón, ya que ella me crio. Estoy cansada, frustrada y quiero una vida.

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(Carta editada por motivos de espacio y claridad).
Barry Jacobs: Primero digamos lo más obvio: has sido una muy buena hija con tu mamá. Ella ha podido contar contigo para obtener comida, refugio y compañía durante ocho años. Si tu madre no te está dando una gran palmada en la espalda por eso, entonces imagina a todos los lectores de esta columna enviándote su sincero aliento y quizás un cálido abrazo por todo lo que estás haciendo.
Lo que también es obvio es que tienes derecho a una vida. Todos tenemos ese derecho. Aunque muchos cuidadores indican que la "retribución" es una motivación principal para cuidar de un padre, ser hija no implica una servidumbre obligatoria que requiera un sacrificio total. No importa lo que tu madre pueda pensar que le "debes", ocho años es mucho tiempo para tenerla viviendo en tu casa. Es mucho tiempo para que tú y tu esposo renuncien a su privacidad. Es mucho tiempo para sentirte "atrapada".
Siempre es perturbador escuchar a un cuidador decir que se siente "atrapado". Hace que ser cuidador suene como una jaula con barras o una colonia penal para delincuentes exiliados. Ambas imágenes carecen del espíritu amoroso que es fundamental en el cuidado. Sin embargo, no es raro que los cuidadores se sientan atrapados. ¿Por qué? En parte, esto sucede siempre que los cuidadores están agotados y se sienten abrumados por la monotonía y el trabajo forzado de cada día. También ese sentimiento puede surgir cuando los cuidadores creen que no tienen opciones sobre el cuidado. Esa percepción de falta de opciones puede ser perjudicial para ellos.
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