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Trabajo duro y el Seguro Social: El alivio generacional de una familia

El programa refleja los valores fundamentales de la nación, dicen los expertos.


foto de Phyllis Bermudez sentada en un sofá
A los 77 años, Phyllis Bermudez dice que el Seguro Social es una parte clave de sus ingresos de jubilación, que la ayuda a pagar los víveres, el alquiler y otros gastos.
AARP STUDIOS

Cuando Phyllis Bermudez va de compras al supermercado, pone algunos de los artículos más caros, como los huevos y el tocino, en la parte de atrás de su carrito. Luego, espera a que el cajero comience a sumar las cosas antes de determinar si tiene que devolver algo.

A sus 77 años, la residente de Queens, Nueva York, vive de manera frugal pero cómoda con su beneficio mensual del Seguro Social, un poco de ahorros de jubilación y una pequeña pensión. El dinero de su jubilación no llegó con facilidad.

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"Tuve que trabajar muy duro para conseguirlo", dice Bermudez, cuyo abuelo, nativo de Granada, emigró a Estados Unidos después de trabajar en el canal de Panamá. Ella pasó 45 años trabajando como asistente de varios médicos en hospitales de Nueva York, transcribiendo informes y notas médicas, entre otras tareas.

"Trabajar en este país, especialmente como una mujer negra, tienes que luchar para conseguir ciertos puestos", dice ella. Bermudez tomó cursos nocturnos de escritura y terminología médica para avanzar en su carrera, equilibrando su trabajo con sus deberes como madre soltera.

Ahora, cuando recibe su pago mensual, es un recordatorio de cómo pudo superar esos obstáculos, al igual que sus padres y abuelos antes que ella, y construir una buena vida para ella y su hija.

Un pasaporte del abuelo de Phyllis Bermudez, Ambrose John, incluye el nombre y la foto de su esposa, Beatrice.
Cortesía de Phyllis Bermudez
El certificado de naturalización de Ambrose John, que menciona a la madre de Bermudez, Amelia.
Cortesía de Phyllis Bermudez

Este 14 de agosto marcará el 90º aniversario de la firma de la Ley del Seguro Social por el presidente Franklin D. Roosevelt, estableciendo un programa que ha ayudado a generaciones de personas como Phyllis Bermudez a vivir con dignidad en la jubilación.

"Es un programa con décadas de éxito en sacar a las personas de la pobreza, especialmente a los adultos mayores", dice Kate Lang, directora de seguridad de ingresos federales en Justice in Aging, una organización sin fines de lucro que lucha contra la pobreza entre los adultos mayores. "Tiene un excelente historial".

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Has trabajado duro y has aportado al Seguro Social con cada cheque de nómina. Esto es lo que puedes hacer para ayudar a mantener la solidez del programa:

"Si trabajamos duro, deberíamos obtener algo a cambio"

De hecho, el Seguro Social mantiene a más personas fuera de la pobreza que cualquier otro programa en Estados Unidos, según una investigación del Centro de Prioridades Presupuestarias y Políticas, un grupo de investigación en Washington, D.C. Sin él, 22 millones más de adultos y niños estarían viviendo por debajo de la línea de pobreza, dijo el centro en un informe de enero del 2025.

El Seguro Social es particularmente vital para las mujeres mayores y las personas de color, quienes a menudo trabajan en empleos de bajos salarios que no ofrecen acceso a planes 401(k) y otras opciones de ahorro para la jubilación. "Todo el dinero... que entra en sus hogares se gasta en sus necesidades inmediatas de comida, vivienda y atención médica", dice Lang, lo que hace que sea casi imposible ahorrar.

"Gracias al Seguro Social, solo alrededor del 20% de los adultos mayores negros viven en la pobreza", dice Lang. Eso sigue siendo demasiado alto, añade ella, pero sería casi el 50% sin el Seguro Social.

Eric Kingson, un profesor emérito de trabajo social en la Universidad de Syracuse que ha escrito extensamente sobre el programa, dice que el Seguro Social también refleja un principio fundamental de la nación.

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"Esta es una institución que le da sentido a... nuestros valores fundamentales, como que todos debemos trabajar duro, y si trabajamos duro, deberíamos obtener algo a cambio", dice.

Eso resuena con Phyllis Bermudez. Su abuela era una costurera en Panamá, donde ella y el abuelo de Bermudez se conocieron y se casaron. Emigraron a Estados Unidos en la década de 1920, confiando en parte en los ahorros que su abuelo había ganado mientras trabajaba como ingeniero y carpintero en el canal.

Sus abuelos encontraron un apartamento en Harlem, donde la madre y la tía de Bermudez crecieron. Otros parientes también vinieron, y eventualmente juntaron sus ahorros para comprar una casa de tres familias en el barrio Corona de Queens.

"Todos colaboraron", dice ella. "Así es como comenzamos nuestra vida en este país".

Esa ética también se reflejó en su crianza. Su madre, Amelia Frederick, trabajaba como enfermera; su padre, Leroy Frederick, pasó su carrera con el Servicio Postal de Estados Unidos (en inglés). Ella y sus dos hermanos compartían todo.

Amelia y Leroy en su casa, que Amelia pudo conservar gracias al Seguro Social.
Cortesía de Phyllis Bermudez

El padre de Bermudez murió antes de poder reclamar el Seguro Social, pero el programa proporcionó seguridad financiera a su madre y le permitió quedarse en su propia casa después de su jubilación, a los 62 años. Recibió su primer pago a principios de los años 80, y los cheques siguieron llegando hasta que murió, a la edad de 97 años.

"Cuando mi madre recibió su primer cheque del Seguro Social, pudo comprar comida y también hacer reparaciones en su casa", dice Bermúdez. "Mi madre siempre decía, si no fuera por el presidente Roosevelt, no tendrían el Seguro Social".

La nueva generación

Ahora el programa está ayudando a Bermudez a quedarse en su apartamento en Queens, que comparte con su hija, Daria Bermudez. Phyllis Bermudez usa su pago del Seguro Social para cubrir cosas básicas como comestibles y recetas médicas, y le permite viajar de vez en cuando.

"Estoy esperando y rezando para que mi hija tenga lo mismo", dice sobre la red de seguridad financiera. Pero ella y Daria están preocupadas por el futuro del programa.

El último informe anual de la Junta de Fideicomisarios del Seguro Social, publicado en junio, proyecta que bajo la ley actual, los fondos de fideicomiso combinados utilizados para pagar a los jubilados, sus sobrevivientes y trabajadores con discapacidad se quedarán sin dinero para el 2034. Si eso sucede, los beneficiarios enfrentarán un recorte estimado del 19% en sus pagos mensuales, a menos que el Congreso apruebe una ley para abordar el déficit.

"Estoy muy preocupada", dice Phyllis Bermudez. Sin su Seguro Social, probablemente se le agotarían rápidamente sus ahorros.

Phyllis (a la derecha) con su hija Daria en los años 90.
Cortesía de Phyllis Bermudez

A los 46, Daria Bermudez ya ha estado pagando al Seguro Social por más de 30 años. Consiguió su primer trabajo a los 14 años como una asistente en el Centro Médico del Hospital Flushing en Queens. Ahora, ella ayuda a los graduados de secundaria a prepararse para la universidad a través de un programa Upward Bound de la Universidad de Fordham.

Daria intenta poner una pequeña cantidad de dinero en una cuenta de jubilación cada mes, pero dice que su futuro financiero se siente inestable.

"Mi generación y las que vienen después de mí, no mantenemos trabajos durante 15, 20, 30, 40 años", dice, agregando que muchos empleadores no ofrecen planes 401(k), y mucho menos pensiones.

"Esa incertidumbre económica es un lugar muy aterrador en el que estar", continúa ella. "Entonces, necesitamos ese Seguro Social... porque los trabajos actuales no nos garantizan esos ahorros". Si ella o su madre pierden lo que han invertido en el sistema, sería "catastrófico".

Phyllis Bermudez dice que si el Congreso no aborda el déficit, "iría a Washington, D.C., y protestaría, junto con otros de mi generación... No voy a dejar que nadie me impida conseguir lo que me pertenece".

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