8 grandes invenciones inspiradas en el amor

El teléfono

A Alexander Graham Bell se le atribuye en gran medida la invención del teléfono, pero un inventor italiano que vivía en Staten Island en realidad fue quien creó el primer dispositivo telefónico.

En 1849, Antonio Santi Giuseppe Meucci inventó un prototipo del teléfono para conectar su laboratorio en el sótano con un dormitorio en el segundo piso de su casa. Su motivación: el deseo de mantenerse conectado con su querida esposa en el piso de arriba.

El saco para bebé Woombie

Esta siguiente invención me salvó la vida después del nacimiento de mi primer hijo. El Woombie es un saco para dormir de algodón y licra para recién nacidos que simula el vientre materno, lo que facilita el sueño del bebé.

El producto fue creado por una enfermera, Karen Barski, quien había dado a luz a su hija cinco semanas antes de tiempo y no lograba que la bebé prematura durmiera profundamente. Una noche, su hija casi se asfixió con la manta en la que estaba envuelta, la cual se había desenrollado. Desesperada por encontrar una alternativa más segura, Barski utilizó la máquina de coser de su abuela y creó el primer Woombie.

El Woombie ahora se incluye en listas en internet de los artículos imprescindibles para las nuevas madres.

Los botones magnéticos para camisas

Esta próxima invención también ha tenido un efecto en mi vida porque tengo un ser querido que padece de la enfermedad de Parkinson.

En el 2013, Maura Horton inventó las camisas de vestir MagnaReady, ya que a su esposo, el exentrenador de fútbol universitario Don Horton, se le dificultaba abotonarse las camisas después de ser diagnosticado de Parkinson.

Maura, quien había sido diseñadora de ropa para niños, creó una camisa con imanes potentes y fáciles de abrochar en la parte delantera y en los puños, con botones reales cosidos encima, lo que le facilita a cualquier persona con una discapacidad vestirse a sí misma.

Los botones magnéticos han existido durante mucho tiempo —como en la camisa tradicional de vaquero con botones magnéticos de perla—, pero Maura quería que su esposo pudiera usar camisas clásicas con botones de aspecto normal. Su invento inspirado en el amor ahora se vende en las principales tiendas minoristas.

La silla de ruedas plegable

Las inscripciones de piedra de la antigua Grecia sugieren que las sillas de ruedas pueden haberse inventado en el siglo VI d.C. Sin embargo, las primeras sillas de ruedas eran pesadas y difíciles de maniobrar. 

En 1932, un ingeniero llamado Harry Jennings se propuso solucionar este problema y creó la primera silla de ruedas plegable y ligera para su amigo parapléjico, Herbert Everest. El amor que sentía por su amigo inspiró a Jennings a crear una mejor silla que fuera portátil; en ese modelo se basa la silla de ruedas moderna. Tenía aros de metal en las ruedas para permitir que la persona en la silla se moviera por sí misma.

Los amigos entonces fundaron la compañía Everest and Jennings, que tuvo el monopolio del mercado de sillas de ruedas durante décadas.

Las sillas de ruedas para perros

Antes de la invención de la silla de ruedas canina, los perros que perdían la función de las patas traseras se solían sacrificar. Lincoln Parkes, veterano de la Segunda Guerra Mundial y veterinario, se propuso cambiar esta práctica.

“Los animales que no pueden caminar no deben sacrificarse”, dijo. “Las personas los aman. No pueden remplazarlos”.

Parkes creó la primera silla de ruedas canina con barras de metal y ruedas de carruaje, y fue un gran éxito. Fundó K-9 Cart Co. en 1961, y ahora vemos sillas de ruedas para perros en todas partes.

Wordle

El meteórico ascenso de Wordle, el juego en el que tienes que adivinar palabras de cinco letras, que ahora es uno de los más populares en la sección de juegos de The New York Times, tomó a su inventor por sorpresa. Fue creado inicialmente por Josh Wardle, un ingeniero de software de Brooklyn, para su esposa, a quien le encantan los juegos de palabras. “Quería crear un juego que ella disfrutaría”, le dijo Wardle a el Times.

En octubre del 2021, Wardle puso el juego en un sitio web gratuito y sin publicidad para que otros también lo disfrutaran. Cuatro meses después, The New York Times adquirió el juego por un precio “de unos cuantos millones”. ¿Quién dijo que el amor no puede pagar las cuentas?

Así que si tienes una nueva idea para un producto o un servicio inspirado en el amor, proponte hacerla realidad. Nunca sabes dónde te llevará el amor ni cuántas personas se beneficiarán.

Comparte tu experiencia. ¿Has inventado un dispositivo para ayudar a un ser querido? Compártelo con otros lectores en la sección de comentarios a continuación.