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5 cambios en las relaciones sociales debido a ómicron

La variante, altamente contagiosa, ha alterado nuestra forma de socializar.


spinner image Un hombre sirve comida en una fiesta
Getty Images

 

Todo es por culpa de ómicron. Eso es lo que ha pensado este año Lori Gladstone, ante la decisión de socializar ante el auge de la altamente contagiosa variante.

Hacia fines de enero, Gladstone, de Plainview, Nueva York, asistió a la despedida de soltera de quien será próximamente su nuera, pero su hermana no quiso ir, a causa de ómicron. Sin embargo, Gladstone (62 años) y su marido declinaron una invitación a una fiesta de cumpleaños en Atlanta el 12 de marzo, ya que no querían correr el riesgo de viajar cuando falte tan poco tiempo para la boda, que será el 26 de marzo.

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Estas decisiones no parecían ser tan complicadas el año pasado, cuando los casos de COVID-19 disminuían y Gladstone viajaba por avión, comía en el interior de los restaurantes y se sentía cómoda entre multitudes si usaba mascarilla. Pero con la aparición de ómicron, se dio cuenta de que, haga lo que haga, siempre hay algún riesgo.

"Creo que tarde o temprano todos vamos a contagiarnos de ómicron", dice Gladstone, quien trabaja como asistente jurídica. Según ella, conoce a muchas personas que, a pesar de tomar precauciones, se han infectado. "No es que hayan actuado de manera irresponsable".

Gladstone no es la única que ha cambiado su manera de socializar ante el auge de ómicron. Para algunas personas —en particular, las que han recibido la vacuna y la inyección de refuerzo—, se percibe cierto fatalismo en el ámbito social, y algunas están más dispuestas a salir en público que en etapas anteriores de la pandemia. En cambio, otras personas, tras la tregua del verano, han vuelto a aislarse a consecuencia de ómicron.

En medio de los constantes cambios que se viven en la pandemia, ómicron está alterando nuestra vida social de cinco maneras principales.

1. Se ha vuelto normal hacerse pruebas antes de una reunión social

Muchas fiestas de cumpleaños y aniversarios entre amigos y familiares pasaron al ámbito virtual en el 2020, pero las reuniones presenciales volvieron en cierto modo el año pasado, a medida que la gente sentía menos miedo gracias a las vacunas y las inyecciones de refuerzo. Pero este año, ante el auge de ómicron, "los anfitriones de algunas reuniones sociales obligarán a sus invitados a hacerse pruebas rápidas", afirma Beverley Fehr, psicóloga social de University of Winnipeg en Manitoba, Canadá.

"Se reúnen en persona, pero procuran hacerlo de una manera más segura", explica Fehr.

Se han vuelto más accesibles las pruebas que se hacen en casa, sobre todo ahora que el Gobierno envía pruebas gratuitas a quienes las soliciten.

2. Algunos han retomado el distanciamiento social y el uso de mascarillas

En una encuesta de Gallup realizada en enero, se revelan ciertos cambios de conducta a causa de ómicron.

De 1,569 adultos encuestados sobre su conducta durante la semana previa, más de un tercio (34%) evitaron las reuniones pequeñas, lo cual representa un aumento con respecto a encuestas anteriores; un 56% evitaron las grandes multitudes; y un 41% evitaron los lugares públicos, como tiendas y restaurantes. 

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En la encuesta se señala que, a consecuencia de ómicron, "muchos han retomado las conductas de distanciamiento social que no habían utilizado desde los peores momentos de la pandemia".

Ante la amplia propagación de la variante, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades actualizaron el 14 de enero sus recomendaciones y señalaron que las mascarillas N95 y KN95 ofrecen "el máximo nivel de protección" contra la COVID-19.

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Otra encuesta de 1,161 adultos, dada a conocer a fines de enero por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, dio cuenta de cambios similares en la conducta a consecuencia de ómicron. Un mayor número de encuestados informaron que evitan a las demás personas en la medida de lo posible, manteniéndose lejos de multitudes y usando mascarillas cuando están cerca de otras personas.

3. Los abrazos tal vez tengan que esperar

Algunas personas se sentían cómodas abrazándose el año pasado, pero ómicron acabó con esa muestra de cariño y apoyo. Ahora, según los expertos, se debe preguntar a la otra persona y esperar su respuesta antes de darle un abrazo. 

"Las personas tienen reacciones muy distintas en cuanto a su evaluación del riesgo, y su conducta varía de acuerdo con el riesgo que perciban", afirma el psicólogo David Cates, director de Salud Conductual para Nebraska Medicine, con sede en Omaha.

En cambio, quienes se sienten menos preocupados "se comportan y se sienten como si las condiciones fueran normales", dice Cates. "Pero si tienes poca tolerancia al riesgo y tiendes a preocuparte por tu salud o sueles estar menos dispuesto a asumir riesgos, podrías sentir más temor porque [ómicron] es tan contagiosa". 

4. Hay que ser flexible a la hora de hacer planes

Pat Calabrese (64 años), de Hattiesburg, Misisipi, trabaja en el sector de la salud y ha tenido mucho cuidado de no exponerse más de lo necesario a la COVID-19. Bajó la guardia durante un tiempo el pasado verano, cuando ella y su marido recibieron en su casa a unas 15 o 20 personas. Ahora han vuelto a guardar la distancia de los demás.

"Lo hablamos", dice Calabrese, refiriéndose a sus conversaciones con amigos sobre la posibilidad de reunirse. "Siempre hay uno o dos comentarios en que alguien dice: 'Sería bonito salir'. Y luego: 'No, no podemos'. Siempre con esa pausa".

A causa de la presencia prolongada de ómicron, las personas han tenido que cambiar de rumbo, reevaluar las circunstancias y sopesar los riesgos. Este dilema se intensificó para muchos en la temporada festiva.

"Creímos que nos íbamos a reunir para la Navidad", dice David Denino (68 años), de Wallingford, Connecticut. Según Denino, él y su esposa normalmente celebraban con la familia de ella, incluidas las hermanas y sobrinas que viven cerca. En cambio, optaron por limitar su nivel de exposición a las visitas con la suegra.

Sin embargo, otras personas se sentían más confiadas en cuanto a la vida social y los viajes durante las fiestas de fin de año.

spinner image Suzi Menfi junto a su familia en Jamaica
A pesar de sus preocupaciones con respecto a ómicron, Suzi Menfi y su familia viajaron en grupo a Jamaica.
Cortesía Suzi Menfi

Suzi Menfi (43 años), de Austin, Texas, viajó durante sus vacaciones de Navidad a Jamaica con su familia —en total fueron 15 personas— para festejar el 75.º cumpleaños de su padre, celebración que se había postergado por un año. Todos los niños estaban vacunados y cada adulto había recibido la inyección de refuerzo. Sin embargo, a causa de ómicron, su familia dudó y tomó aún más precauciones.

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"Tomamos muy en serio la decisión, y todavía estuvimos pensando si debíamos ir o no una semana antes", dice Menfi.

Su situación se volvió aún más incierta cuando su hija de 14 años dio positivo en una prueba PCR cuando faltaban pocos días para la salida. Menfi se iba a quedar en casa con su hija y pedir que sus padres viajaran con sus hijos. Pero algunos días después, su hija dio negativo y todos viajaron. No hubo problema alguno en los primeros cinco días... hasta el viernes anterior a su vuelo del domingo, cuando Menfi despertó con un leve dolor de garganta y un poco de congestión.

En las pruebas de COVID-19 que la familia se hizo antes de abordar el vuelo de regreso, Menfi dio positivo, por lo que tuvo que quedarse en Jamaica otros cinco días (el seguro de viaje cubrió el costo) y permanecer en cuarentena.

5. No hay una sola manera de vivir la vida en tiempos de pandemia

"Ómicron ha resaltado la incertidumbre que se vive con este virus", afirma Roxane Cohen Silver, profesora de Ciencias Psicológicas, Salud Pública y Medicina en University of California, Irvine, quien se dedica a analizar cómo la gente lidia con factores de estrés a nivel nacional, como el 11 de Septiembre y la pandemia.

Tales acontecimientos "tienen un punto final ambiguo", escribió Cohen Silver como autora principal de un trabajo sobre el trauma colectivo, publicado en la revista Nature Human Behaviour en enero del 2021. "No sabemos qué tan grave será la situación, ni cuándo realmente se podrá iniciar la recuperación".

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Tras la llegada de ómicron, Juan Palomo dejó de ir al gimnasio.
Cortesía Juan Palomo

Debido a la aparición de ómicron, nos dimos cuenta de que la pandemia evoluciona y nuestras decisiones sobre cómo socializar se basan en una evaluación individual de riesgos.

Según Fehr, algunas personas podrían seguir sin aflojar la marcha, por considerar que han hecho una especie de inversión y que, después de perseverar por tanto tiempo, no quieren dar marcha atrás a estas alturas. Si se han privado del contacto social durante los últimos dos años y lograron mantenerse a salvo, algunas personas se preguntan por qué deben darse por vencidas en la recta final, agrega Fehr.

Antes de la pandemia, Juan Palomo (75 años), de Houston, Texas, iba al gimnasio cinco veces por semana.

"Volví durante un par de meses, hasta que llegó ómicron", dice Palomo. "No solo era bueno para mi salud física y mental, sino que me permitía estar cerca de otras personas".

Palomo participa en un círculo de lectura en español que se reúne cada mes y, como poeta con varias obras publicadas, contribuye a talleres a nivel local y nacional. Se reanudaron las actividades presenciales durante un tiempo (él usa dos mascarillas), hasta que llegó ómicron. Ahora, Palomo ve con optimismo las posibilidades de salir de esta situación, y regresará al gimnasio con la mascarilla puesta y volverá a visitar a sus amigos en sus casas.

"Me he sentido un poco nervioso al respecto, pero lo he hecho", dice. "No me imagino encerrado en este apartamento por el resto de mi vida".

Sharon Jayson es colaboradora que cubre temas de salud, familia, envejecimiento y jubilación. Como reportera de planta de USA Today, cubrió temas como el comportamiento y las relaciones. Además, ha escrito para Kaiser Health News, The Washington PostTime magazine y U.S. News & World Report.

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