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'A Beautiful Day in the Neighborhood': Tom Hanks, superhéroe de la amabilidad

El actor podría ganar su primer Óscar en décadas por su interpretación de Fred Rogers, el presentador de un programa infantil.

Clasificación: PG (se recomienda control parental)

Duración: 1 hora y 49 minutos

Actores: Tom Hanks, Matthew Rhys

Directora: Marielle Heller

In English | Como crecí viendo a Eddie Murphy hacer parodias de Mister Rogers en Saturday Night Live, y prefería a la serie tonta y sarcástica Rocky and Bullwinkle en vez de la tierna calidez del famoso programa de Rogers en WQED, me tomó tiempo acostumbrarme a la gentileza genuina de Tom Hanks, de 63 años, como la estrella televisiva de voz suave.

Aun así, en el peculiar pero conmovedor drama biográfico de Marielle Heller —basado en el artículo de portada de Tom Junod en Esquire en 1998—, Hanks es un rayo de bondad y compasión desde el momento en que se pone su distintivo cárdigan rojo y le habla directamente a la audiencia a través de la cámara.

A pesar del poder estelar de Hanks y su dominio de los tics y las cualidades vocales de la persona real a la que interpreta, en esencia, su papel es secundario. Es posible que gane su tercer Óscar por su papel como Fred McFeely Rogers, el famoso y aparentemente feliz sujeto del perfil que un joven cínico y egoísta de Nueva York —que lleva el nombre ficticio Lloyd Vogel (un tenso Matthew Rhys, de 45 años, de The Americans)— está creando. Dada mi profesión, debería identificarme más con el malhumorado y descontento escritor de revista que con el titiritero optimista. Pero no es así.


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La belleza de la película es que al comparar y contrastar a dos artistas que no podrían ser más diferentes a primera vista, la audiencia descubre cómo el humanitario Rogers vive su vida. A diferencia del tropo del simpático presentador de un programa infantil de TV que se convierte en un demonio cuando se apagan las cámaras, Fred Rogers se vuelve aún más heroico al elegir cómo actuar según los valores que definen su trabajo. Se trata de ser amable, compasivo y alegre, al igual que de escuchar y, sobre todo, aceptar las emociones como la ira, frustración y envidia como parte de la experiencia humana. La figura paterna de mayor edad es la que acoge al hombre más joven, a pesar de la insistencia de Vogel de que él es quien hace las preguntas y controla la interacción.

Vogel, interpretado por Rhys, es un desastre egocéntrico desde el principio: al pensar solo en sí mismo, deja que su esposa abogada Andrea (Susan Kelechi Watson) cargue el portabebés Snuggly con su recién nacido, se pelea a puños con su distanciado padre alcohólico (el estupendo Chris Cooper, de 68 años), y se queja de que la editora (una chispeante Christine Lahti, de 69 años) le haya relegado a un periodista investigativo un perfil de 400 palabras sobre un presentador de un programa infantil. Una de las debilidades de la película es lo antipático que es ese personaje durante la mayor parte del drama.

Aunque la película traza el despertar y la redención graduales del privilegiado escritor —en una escena final, lleva al bebé en el Snuggly en su pecho como símbolo de su evolución—, lo importante es el poder de la empatía como la representa Rogers. Él no es solo un espíritu frívolo y alegre, sino que lo presentan como un hombre complicado que también enfrenta la lucha por encontrar y fomentar lo bueno a su alrededor.

La inspiradora película reconoce que para Rogers, la amabilidad es algo que uno elige con esfuerzo, una colina que hay que subir a diario. Y eso en sí es una hermosa lección bien dramatizada. A medida que llega la temporada de fiestas, es crucial recordar el poder de la amabilidad. Qué gran diferencia puede hacer un lindo día en el vecindario —y una decisión consciente de tender la mano generosamente—.