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La deuda estudiantil aumenta la tensión para los adultos mayores

Quienes se graduaron este año no son los únicos que se sienten agobiados por los préstamos para la educación.


spinner image Pareja mirando cuentas en la sala de su casa y frente a la computadora.
COURTNEY KEATING/GETTY IMAGES

Cuando Louise Griffin visitó una universidad estatal en el sureste con la banda de música de su secundaria, se enamoró de la escuela. Dijo que era donde quería estudiar. No importaba que ella vivía en Pensilvania, donde es probable que una universidad pública hubiera costado menos. “Ir a esta era su mayor ilusión”, dice su madre, Esther. (Estos no son los nombres verdaderos de los integrantes de la familia; se cambiaron a solicitud de ella). Debido a que la escuela secundaria de Louise no ofrecía mucha orientación universitaria, Esther recurrió a amigos y conocidos para obtener asesoramiento financiero. “Las personas con quienes hablé dijeron: ‘Ah, es fácil. Solo obtén préstamos Parent PLUS’”, recuerda.

Obtener los préstamos fue fácil. Durante los siguientes cuatro años, Esther y su esposo acumularon $95,000 en préstamos PLUS por medio del Departamento de Educación de Estados Unidos. (El nombre oficial de estos préstamos universitarios federales es Direct PLUS, pero se conocen comúnmente como Parent PLUS). Sin embargo, cuando Louise se graduó, sus padres —quienes dicen que nunca recibieron un cálculo aproximado de lo que serían sus pagos— se enteraron de que su cargo mensual sería de unos $500. Los Griffin no podían pagar eso; Esther, quien tiene 52 años, trabaja para una aseguradora; su esposo es un chef. Después de aplazar el reintegro del préstamo, ahora deben unos $111,000. Y los intereses de la deuda se acumulan a diario.

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“Es mi peor pesadilla y causa de estrés, porque no sé cómo vamos a poder pagarlo”, dice Esther. (Louise, quien se graduó en el 2017 y tiene un empleo de servicio público, debe por separado más de $25,000 en préstamos que ella misma obtuvo). “Fue el peor error que cometí”, dice Esther, “y solo quería ayudar a mi hija. Ahora estoy atrapada”.

No es solo para los jóvenes

Cuando alguien piensa en los más de $1.4 billones de deuda estudiantil del país, por lo general se concentra en personas de ambos sexos de entre veinte o treinta y tantos años, el grupo con mayores probabilidades de deber dinero por sus estudios universitarios. Pero las generaciones de más edad cada vez se ven más afectadas. El porcentaje de familias encabezadas por una persona de 50 años o más que tienen préstamos estudiantiles se ha más que triplicado entre 1989 y el 2016, del 3.1 al 9.6%, según informa el Instituto de Política Pública de AARP. A partir del 2004, las deudas por préstamos estudiantiles entre los mayores de 60 años han aumentado más rápido que las de cualquier otro grupo de edad.

Los adultos mayores se endeudaron en su mayoría cuando regresaron a la universidad para actualizar sus habilidades o cambiar de carrera. Pero también obtuvieron préstamos para ayudar a un hijo o nieto. Según Brookings Institution, entre 1990 y el 2014, el monto de la deuda de un prestatario típico de Parent PLUS se triplicó —de $5,200 a $16,100, ajustado por inflación—.

Las universidades con fines de lucro, que a menudo están diseñadas para estudiantes de mayor edad, son lugares propicios para acumular deudas. En el 2016, los estudiantes que se graduaron de estas instituciones debían un promedio de casi $40,000, comparado con el promedio de $28,000 que debían los estudiantes de todas las demás universidades de cuatro años. Las tasas de incumplimiento de pagos también son mayores en el caso de las universidades con fines de lucro.

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Además de la deuda estudiantil, los prestatarios de mayor edad a menudo tienen otras cargas financieras: hijos más jóvenes que todavía viven en el hogar, padres de edad avanzada que necesitan apoyo o sus propias deudas preexistentes (tarjetas de crédito, un préstamo de automóvil o una hipoteca). ¿El resultado? “Hay mucha desesperación”, dice Betsy Mayotte, presidenta y fundadora de Institute of Student Loan Advisors (en inglés), una organización sin fines de lucro que ofrece orientación gratis a personas con deudas relacionadas con la educación. “Sienten la carga de saber que podrían tener 85 años y todavía tener pagos de préstamos estudiantiles”.

Kevin y Tonya Bower no desean eso. Con el pasar de los años, la pareja, que vive en Kelso, Washington, obtuvo préstamos federales por unos $75,000 para financiar la educación universitaria de su hija y el regreso de ambos a la universidad cuando tenían cuarenta y tantos años; lo último para contrarrestar el impacto que tuvo la Gran Recesión en sus carreras.

Kevin, de 52 años, quien sentía que sus prospectos profesionales eran limitados, tomó prestados unos $26,000 para obtener su licenciatura en administración de empresas, gestión organizativa y liderazgo de una universidad pública. Los Bower además obtuvieron $26,000 en préstamos PLUS para enviar a su hija a la misma universidad, donde recibió su título en psicología en el 2014. Y Tonya, de 51 años, tomó prestado el resto del dinero durante la recesión, cuando regresó a estudiar para obtener un título de dos años en diseño gráfico y de páginas web. (Su trabajo en servicio al cliente había sido eliminado, y la habían transferido a un empleo como asistente de oficina que pagaba menos y era de horario nocturno).

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Kevin, quien recibió su título universitario en el 2010, ahora es un funcionario de cumplimiento para el fabricante de camiones Daimler. La hija de los Bower trabaja para una cámara de comercio local. Y Tonya, quien no pudo encontrar un empleo a tiempo completo en el cual poner en práctica sus estudios, trabaja en un supermercado.

Incluso ahora que refinanciaron sus préstamos, los pagos mensuales de $700 de Kevin y Tonya afectan mucho su presupuesto. Kevin redujo sus aportes a su cuenta 401(k) del 10% al 4% de su sueldo. Han aplazado reparaciones del hogar. También cancelaron sus últimas vacaciones, y en su lugar se fueron de caminata por un día. Pero Kevin, quien no está trabajando debido a una discapacidad a corto plazo, decidió no averiguar si puede dejar de pagar temporalmente sus préstamos. “Prefiero pagar y seguir reduciendo la deuda”, dice.

Adam Looney, investigador principal de Brookings Institution, dice que los adultos mayores corren un riesgo adicional cuando contraen deudas estudiantiles, ya sea para ellos mismos, un préstamo PLUS o al ser cosignatarios de un préstamo privado para un hijo o nieto. “Quienes sacan préstamos cuando son relativamente jóvenes todavía tienen toda una vida laboral por delante”, dice. Para los grupos de mayor edad, eso no es cierto: “Tienes menos años de trabajo para eliminar un déficit”, dice. “Cuando las cosas van mal, tienen mayor trascendencia”.

spinner image Gráfica que muestra en cifras y por año la deuda estudiantil por vivienda en Estados Unidos.
Promedio de la deuda estudiantil en hogares encabezados por personas de entre 55 y 64 años con préstamos estudiantiles (todas las cifras en dólares del 2016). Fuente: Junta de la Reserva Federal
NICOLAS RAPP

En el peor de los casos, el Gobierno puede cobrarles a quienes sacaron préstamos estudiantiles mucho después de que se hayan jubilado. Según la Government Accountability Office (Oficina de Responsabilidad Gubernamental), a 114,000 personas de 50 años o más se les embargaron sus pagos del Seguro Social en el 2015 para reintegrar préstamos estudiantiles. Hace unos años, esto empezó a sucederle a Cathie Bell. Bell, una maestra jubilada que había sido propietaria y conductora de un taxi, sacó un préstamo de unos $20,000 a fines de la década de 1980 mientras estudiaba para una maestría en educación. Ella ahora vive en Portland, Oregón, y se mantiene con el dinero que recibe del Seguro Social. Creía que los pagos de su préstamo se habían aplazado. Pero en el 2012 recibió un aviso de que estaba en mora con los pagos y que el Gobierno empezaría a deducir $115 al mes de sus beneficios. Debido a que el embargo la situó por debajo del umbral de pobreza, Bell pudo inscribirse después de un año en un plan de pago basado en los ingresos y ahora no paga nada porque sus ingresos son muy bajos. Bell, de 69 años, está convencida de que mantendrá esta deuda por el resto de su vida.

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Decisiones difíciles

Es fácil decir que las personas deberían ser más realistas sobre la educación que pueden pagar, pero no es así de sencillo. Hasta las familias que están conscientes de los costos pueden verse abrumadas por los precios de una universidad pública. Y nadie puede predecir las recompensas que traerá cierto título universitario. El informe de desempeño del Departamento de Educación conocido como College Scorecard (en inglés) ayuda un poco, pues muestra los salarios promedio de los graduados de universidades 10 años después de que se graduaron. El informe además incluye información sobre las tasas de graduación y las deudas federales de los estudiantes. Pero esas cifras son cálculos aproximados, no garantías. Además, se sabe que las universidades, con y sin fines de lucro, han exagerado sus estadísticas de inserción laboral.

A menudo, sostener una conversación difícil con un hijo sobre la carga económica de la universidad de sus sueños es algo que es mucho más fácil dicho que hecho. Los expertos señalan que el programa de préstamos PLUS establece una dinámica muy perjudicial. Si bien las pautas federales limitan a $31,000 los préstamos gubernamentales para los estudiantes de licenciatura que dependen de su familia, ese límite no existe para el programa de los padres. Siempre y cuando a los padres les vaya bien en una verificación rápida del historial de crédito, pueden obtener un préstamo hasta por la cantidad que cuesta asistir a una universidad, menos la ayuda financiera que reciba el hijo. Al mismo tiempo, la opción de pago basado en los ingresos para los padres es igual de complicada y menos generosa que el programa paralelo del Gobierno para los estudiantes.

Si bien hay un movimiento para endurecer las normas de préstamo del programa PLUS como parte de la reforma en el Congreso de la Ley de educación superior (Higher Education Act), varias universidades se oponen a esto y han logrado impedir estas medidas en el pasado. Además, reducir el acceso a los préstamos PLUS podría ocasionar que se reemplace una mala opción con otra: recurrir al mercado privado para préstamos o, todavía peor, no ir a la universidad. “Por supuesto, la intención no es que el acceso a la educación superior de calidad se convierta en un asunto de clases, y ese es un posible riesgo”, menciona Mayotte. Y limitar el acceso, si bien sería útil, solo prevendría que futuros prestatarios acumularan deudas excesivas, y no ayudaría a quienes en la actualidad luchan con sus deudas.

Sin embargo, quienes tienen préstamos de algunas universidades con fines de lucro podrían estar de suerte. Recientemente, un tribunal federal bloqueó un esfuerzo que hubiera detenido la condonación automática de los préstamos estudiantiles para estudiantes cuyas universidades cerraron mientras estaban inscritos o poco después de que se graduaron.

Pero por ahora, muchos de los adultos mayores en este país que luchan para pagar sus deudas estudiantiles necesitan ayuda que no están recibiendo. Por ejemplo, Esther Griffin usa su celular para jugar Givling, una aplicación que otorga hasta $50,000 a quienes ganan sus concursos de trivia para que paguen sus préstamos estudiantiles. Todavía no ha ganado, pero sigue intentando. “Estoy rogando que pueda ganar en algún momento”, dice Griffin. “Eso sería excelente”. 

Cómo administrar tus deudas

Si estás luchando con préstamos estudiantiles —los tuyos o los de un hijo—, sigue estas pautas.

1. Conoce tus opciones

Quienes tienen préstamos estudiantiles federales y del programa PLUS podrían cumplir los requisitos para realizar pagos mensuales reducidos en función de sus ingresos. Sin embargo, se sabe que hay empresas que administran préstamos estudiantiles que no divulgan estos planes y en su lugar dirigen a los prestatarios hacia el aplazamiento de pago, lo que permite que se acumulen los intereses y aumenta la cantidad total de la deuda. En el sitio web gubernamental studentaid.ed.gov/sa/es, haz clic en "Cómo pagar sus préstamos" para consultar los distintos planes. Por ejemplo, los prestatarios de Parent PLUS podrían reunir los requisitos para un plan de pago basado en los ingresos. Algunos padres además podrían cumplir los requisitos para el programa Condonación de Préstamos por Servicio Público (Public Service Loan Forgiveness o PSLF).

2. Evita a los estafadores

Evita los servicios que, por un cargo, te prometen negociar una reducción de tu deuda o conseguir que te la condonen por completo. Según el Departamento de Educación, lo más probable es que sean fraudulentos. Si necesitas ayuda, recurre a un grupo de asesoramiento financiero sin fines de lucro, como National Foundation for Credit Counseling o Institute of Student Loan Advisors.

3Consolida con cuidado, si es que lo haces

Ten cuidado con la consolidación de préstamos federales en un préstamo privado. Estos préstamos privados no ofrecen planes de pago en base a los ingresos y podrían carecer de ciertas protecciones al consumidor. Además, los prestatarios que tienen una discapacidad total y permanente pueden solicitar que se les condonen los préstamos estudiantiles federales, una opción que no siempre está disponible para los préstamos privados.

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