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Cómo tus hábitos durante la pandemia podrían aumentar el riesgo de contraer cáncer de seno

Los expertos expresan preocupación por las mujeres que beben y comen más y hacen menos ejercicio.


spinner image Una mujer toma una copa de vino mientras hace una búsqueda en su computadora
GETTY IMAGES

La primavera pasada, cuando todos se apresuraron a almacenar productos esenciales, el papel higiénico y el desinfectante para manos no fueron los únicos artículos que se agregaron a los carritos de compras virtuales y reales sin pensarlo: también se dispararon considerablemente las ventas de paquetes de galletas dulces y saladas y las compras en línea de bebidas alcohólicas (en inglés), mientras que los productos para hornear, como la levadura, casi desaparecieron de los estantes. Por eso tal vez no debería sorprendernos que ahora, más de seis meses desde que comenzó la pandemia, muchas personas admitan haber aumentado las “15 de la cuarentena” (o más), que se refiere a las 15 libras que subimos durante este aislamiento.

“He tenido muchos pacientes que vienen y dicen: 'No me he portado bien; sin duda he estado bebiendo más’”, dice la Dra. Radhika Acharya-Leon, directora médica del UCHealth Cancer Center en Highlands Ranch, Colorado. “Todos también están subiendo de peso. Yo lo llamo la COVID 19 porque todos están aumentando [cerca de] 20 libras”.

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Ver que la balanza sube puede ser alarmante por diversas razones, pero a los oncólogos, incluso a Acharya-Leon, les preocupa que el aumento de peso —además de otros cambios problemáticos en el estilo de vida— podría predisponer a más mujeres a tener cáncer de seno, una enfermedad que ya afecta a una de cada ocho de ellas.

“En la vida hay ciertas cosas que no se pueden controlar, como la genética, pero podemos controlar algunos aspectos del riesgo de cáncer de seno”, dice la Dra. Deborah Lindner, directora médica de Bright Pink, un grupo de defensa y educación sobre el cáncer de seno y ovarios.

Si bien el estilo de vida por sí solo rara vez determina si una persona tendrá cáncer de seno —la genética y el simple hecho de envejecer tienden a ser factores más determinantes—, el 85% de los casos de cáncer de seno ocurren en mujeres que no tienen antecedentes familiares de la enfermedad (en inglés). También debemos saber que no todos los que tienen una predisposición genética tendrán cáncer: “Algo tiene que desencadenarlo”, dice Acharya-Leon. “Sabemos que el estilo de vida cumple una función importante”.

Si consultas con un experto en cáncer sobre los cambios de estilo de vida más preocupantes durante esta pandemia, te dirá que el más importante es demorar los exámenes médicos de rutina, que incluyen las mamografías. Estos exámenes no evitan el cáncer pero ayudan a detectarlo en las etapas iniciales, cuando el tratamiento es más eficaz. En segundo lugar se encuentran el aumento de peso, el sedentarismo y el consumo excesivo de alcohol.

El vínculo entre el cáncer y el peso

Según una encuesta reciente, se calcula que el 22% de los adultos han subido de peso durante la pandemia (en inglés). El aumento del estrés y el aburrimiento, la disminución de la actividad física y la falta de sueño (que afecta las hormonas del apetito) pueden favorecer esta tendencia.

Una vez que la COVID-19 se convirtió en una amenaza, Becky Hellwig estaba entre los que comían y bebían “demasiado”. Sin embargo, en agosto, Hellwig, quien nació en San José, California y recientemente se mudó a Alemania, decidió cambiar las cosas y disminuir el consumo de alimentos y de alcohol. “Me siento mejor, bajé de peso y tengo más control”, señala. Eso es favorable, ya que varios estudios han encontrado un vínculo entre el exceso de peso y un mayor riesgo de cáncer de seno (en inglés).

Tener sobrepeso u obesidad parece ser más problemático después de la menopausia, indica Acharya-Leon. “El estrógeno se almacena en el tejido graso”, señala. Y a su vez, el estrógeno estimula el crecimiento de algunos tipos de cáncer de seno.

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Por qué es tan importante el ejercicio

Si bien la obesidad y la actividad física con frecuencia están relacionadas, en realidad son factores de riesgo independientes ante el cáncer de seno. Además, la falta de ejercicio parece ser el más culpable de los dos, según Lindner.

“Las personas que tienen sobrepeso y hacen ejercicio tienen menos riesgo que las delgadas que no hacen ejercicio”, explica. Llevar una vida más sedentaria contribuye a un mayor riesgo de cáncer de seno porque se cree que la actividad puede ayudar a regular los niveles hormonales del organismo. Por este motivo, Lindner considera que es muy importante hacer el mínimo recomendado de 150 minutos de actividad física moderada por semana.

Esta recomendación también incluye a los adultos mayores, aunque es fácil no cumplirla, especialmente ahora que muchos se refugian en casa. Si bien este no es el mejor momento para ir al gimnasio o caminar por un centro comercial, el miedo al coronavirus no debería impedirte caminar por el vecindario, indica Lindner. (Recuerda usar mascarilla y mantenerte a una distancia segura de los demás).

Cuando beber se convierte en un riesgo

Ya sea por el estrés, el aburrimiento o el deseo de sentirse conectado (tal vez en una hora de cócteles virtual), los adultos de todas las edades han estado bebiendo más durante la pandemia. Según datos recientes (en inglés),  las mujeres, en particular, parecen estar bebiendo con más frecuencia y en mayor cantidad.

Y muchos adultos mayores ya bebían demasiado incluso antes de que surgiera la COVID-19: casi el 11% de los adultos de 65 años o más reportaron consumir por lo menos cuatro bebidas alcohólicas (en inglés) en un día, según datos recopilados entre el 2015 y el 2017.

“Las personas están aburridas, estresadas y se automedican”, explica Lindner. “Pero los estudios han descubierto que hasta un tercio de los casos de cáncer de seno en el grupo de riesgo normal podrían atribuirse al consumo de alcohol”. (Un grupo de riesgo normal consiste en personas sin predisposición genética a la enfermedad).

¿Cuánto es demasiado? Cuando se trata de cáncer de seno, lo mejor realmente es beber menos: las mujeres que toman solo tres bebidas alcohólicas por semana tienen un 15% más de probabilidades de contraer cáncer de seno en comparación con las que no beben. El alcohol es un posible carcinógeno y también influye en la regulación hormonal.

“Si notas que has comenzado a aumentar significativamente el consumo de alcohol durante este tiempo, es hora de volver a evaluarlo”, sugiere la Dra. Jennifer Litton, médica oncóloga especializada en cáncer de seno del MD Anderson Cancer Center, en Houston.

La decisión de poner fin a los malos hábitos

Consumir demasiado alcohol, llevar una vida sedentaria y subir de peso son perjudiciales por muchas razones, señala Lindner. Por un lado, las mismas opciones de estilo de vida que aumentan el riesgo de cáncer de seno también aumentan el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca, una causa de muerte más frecuente. “Se trata de factores de riesgo asociados”, explica.

Independientemente de cómo te estés desviando del objetivo, Litton destaca que nunca es demasiado tarde para cambiar de rumbo, pero que no deberías decirte a ti mismo que estás esperando hasta que termine la pandemia para hacerlo. “Incluso si se crea una vacuna, llevará tiempo distribuirla”, advierte. “Esto no se resolverá como por arte de magia”.

Lindner concuerda en que las personas que esperan ignorar sus malos hábitos —incluso postergar los exámenes médicos fundamentales— hasta que la pandemia “termine” no están de suerte. Advierte que la COVID-19 no va a desaparecer pronto, y “debemos encontrar una manera segura de seguir viviendo nuestra vida y no morir de cáncer de seno entretanto”.

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