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¿Las vacunas pueden salvar tu cerebro?

Cada vez hay más pruebas de que vacunarte puede reducir el riesgo de demencia.


spinner image Ilustración de una vacuna protegiendo el cerebro
MATT CHINWORTH

A medida que llega el otoño, también lo hacen los carteles y los anuncios de servicio público que nos alertan de que nos vacunemos contra la gripe, actualicemos nuestras vacunas contra la COVID-19 y, en general, recibamos las vacunas que necesitamos a medida que envejecemos.

Pero después de tres años de guerras culturales, peleas dogmáticas, y altas y bajas científicas, la idea de recibir esa próxima vacuna parece inusualmente tensa, especialmente cuando hay celebridades antivacunas en el centro de los debates políticos de hoy.

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Una nueva investigación ha proporcionado una razón más por la que tiene sentido mantenerte al día con las vacunas: podrían disminuir el riesgo de deterioro cognitivo relacionado con la edad.

“La vacunación es lo correcto para protegerte de la gripe y otras infecciones”, dice el Dr. Paul E. Schulz, profesor de Neurología y director del Centro de Trastornos Neurocognitivos de la Facultad de Medicina McGovern de UTHealth Houston. “Ahora también existe un beneficio marginal potencial de la vacunación: reducir el riesgo de Alzheimer”.

En los últimos años, estudios han descubierto que quienes se vacunan contra la gripe y otras enfermedades infecciosas parecen menos propensos que sus contrapartes no vacunadas a contraer demencia, aunque no está claro qué sucede en el cerebro para causar esto. Una teoría que tienen algunos expertos es que la infección desempeña un papel en el comienzo de la enfermedad de Alzheimer y que las vacunas pueden ayudar a evitar estas infecciones.

Otros, como Schulz, dicen que es posible que la vacunación reduzca una función del sistema inmunitario que ataca la placa amiloide (una proteína que se encuentra en niveles anormalmente altos en el cerebro de los pacientes con Alzheimer) como una invasora, lo que causa inflamación crónica del cerebro y la muerte de células cercanas.

“El problema de la enfermedad de Alzheimer es que el sistema inmunitario trata de deshacerse de la placa y no puede”, explica Schulz. “La placa permanece ahí durante 10 años, y el sistema inmunitario la ataca continuamente todo ese tiempo y mata las células cerebrales en el proceso”.

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También es posible que las vacunas mejoren la capacidad del sistema inmunitario para eliminar las placas amiloides. Schulz fue el autor principal de un estudio reciente que encontró una diferencia estadísticamente significativa en la incidencia de la enfermedad de Alzheimer después de haber seguido a dos grupos —uno vacunado contra la gripe y el otro no— durante hasta ocho años.

Los grupos, de 935,887 personas cada uno, se obtuvieron de una base de datos nacional de pacientes. Para asegurar una comparación válida, ambos grupos compartían muchas de las mismas características y factores de riesgo, incluidos la edad, el sexo y enfermedades como la hipertensión, dice Schulz, excepto que un grupo estaba vacunado y el otro no.

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Él y sus colegas descubrieron que los pacientes que recibieron al menos una vacuna contra la gripe durante el período de seguimiento de cuatro años tenían un 40% menos de probabilidades de padecer Alzheimer en comparación con los que no recibieron la vacuna. Un análisis adicional encontró que quienes recibieron una vacuna anual contra la gripe tuvieron la tasa más baja de la enfermedad.

“Mientras más vacunas obtuvieran, mejor”, dice Schulz.

Su equipo ha estudiado los efectos de las vacunas para otras enfermedades infecciosas, como la culebrilla, la neumonía neumocócica y la combinación de tétanos, difteria y tos ferina, conocida como Tdap, con hallazgos similares, dice.

Otro estudio reciente, que aún no se ha sometido a revisión científica externa, concluyó que la vacunación con Zostavax (la vacuna contra la culebrilla) entre una población bastante mayor en Gales evitó aproximadamente uno de cada cinco nuevos diagnósticos de demencia durante un período de siete años, según el Dr. Pascal Geldsetzer, profesor adjunto de Medicina en la Universidad de Stanford, quién llevó a cabo la investigación.

“El tamaño exacto del efecto preventivo de la vacunación contra la culebrilla para la demencia es difícil de determinar en un análisis de este tipo, pero nuestro estudio sugiere que el efecto es sustancial”, dice Geldsetzer. “Creemos que nuestro análisis proporciona pruebas convincentes de que la vacunación contra la culebrilla previene o retrasa la demencia en este grupo de edad avanzada”.

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El Dr. Robert T. Schooley, virólogo y especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de California, San Diego —que no ha participado en ninguno de los estudios— dice que es “ciertamente posible” que reducir la frecuencia y la gravedad de la gripe a través de la vacunación pueda frenar la activación inmunitaria con el tiempo.

“Otras enfermedades asociadas con la inflamación sistémica crónica o recurrente no controlada, como la infección crónica por VIH, también pueden asociarse con un deterioro cognitivo acelerado, y este mecanismo podría explicar los hallazgos”, dice.

Aunque los expertos dicen que la creciente evidencia es prometedora, algunos sugieren precaución al interpretar los resultados.

“No importa cuánto trates de controlar que los dos grupos sean comparables, existe el sentido residual de que las personas que deciden vacunarse son diferentes de maneras inconmensurables a las que no se vacunan”, dice el Dr. William Schaffner, profesor de Medicina Preventiva en la Facultad de Medicina de la Universidad de Vanderbilt. Estas “diferencias no medidas” podrían tener un impacto en la incidencia de la demencia y distorsionar la posible influencia de las vacunas, dice.

Sin embargo, agrega Schaffner, “Este no es un problema que deba figurar en particular en la decisión de recibir las vacunas. Los datos son claros de que las vacunas ayudan a prevenir la gripe, la COVID, la enfermedad neumocócica, la culebrilla, etc. Como suelo observar: las enfermedades son malas; las vacunas, buenas”.

Schooley está de acuerdo y dice: “Una cosa es segura: ya sea que esta observación sea real o no, mantenerse al día con las vacunas contra la gripe y otras enfermedades infecciosas a medida que envejecemos es una buena idea”.

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