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¿Podría un virus desencadenar la enfermedad de Alzheimer?

Ciertas infecciones pueden llevar al sistema inmunitario del cerebro por el camino equivocado, lo que podría provocar la acumulación de proteínas.


Ilustración de células cerebrales
Getty Images

A menudo pensamos en las vacunas como una herramienta para ayudar a prevenir infecciones comunes como la gripe o la COVID-19, o al menos disminuir su gravedad. Pero cada vez hay más pruebas de que algunas vacunas también pueden reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia. 

Recientemente, investigadores que examinaron los resultados de salud de un programa de vacunación contra la culebrilla en Gales estimaron que la vacuna provocó una disminución del 20% en el riesgo de demencia (en inglés) durante un período de seguimiento de siete años. El estudio, publicado en abril en Nature, hizo un seguimiento de casi 300,000 personas.

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"Este es otro argumento... de que los virus tienen algo que ver con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer", dice el Dr. Tamàs Fülöp, geriatra y profesor de la Universidad de Sherbrooke, en Canadá, quien no participó en el estudio. 

Varias otras vacunas —contra la influenza, la neumonía y tétanos-difteria-tos ferina— también han sido vinculadas con un menor riesgo de Alzheimer. Esos hallazgos están ayudando a reforzar una teoría que se está extendiendo lentamente entre los investigadores.

La idea es que algunos virus comunes y otros patógenos pueden provocar algunos casos de la enfermedad de Alzheimer. Estos invasores nunca se eliminan completamente del cuerpo después de que termina una infección. Permanecen inactivos durante años. Entonces, algún factor estresante —ya sea estrés, un golpe en la cabeza o cualquier elemento que desafíe al sistema inmunitario— puede reactivar el patógeno inactivo.

En el caso de la enfermedad de Alzheimer, el cuerpo intenta defenderse, dice la bióloga Ruth Itzhaki, profesora e investigadora visitante en la Universidad de Oxford y profesora emérita en la Universidad de Manchester. Y, sorprendentemente, dos de las proteínas conocidas por causar problemas asociados con la enfermedad de Alzheimer desempeñan un papel en la defensa. En algunos casos, el sistema se descontrola, lo que provoca la formación de placas de amiloide y ovillos de tau, que gradualmente debilitan el cerebro. Estas problemáticas acumulaciones de proteínas pueden ser los restos de la dura batalla del sistema inmunitario. 

Una idea controversial

Itzhaki ha estado tratando de llegar al fondo de la conexión entre los virus y el Alzheimer durante más de tres décadas. En 1991, informó haber encontrado algo peculiar en los cerebros de personas fallecidas, algunas con la enfermedad de Alzheimer y otras sin ella. Ella y sus colegas detectaron ADN del virus del herpes simple tipo 1 (en inglés), o VHS-1, el virus responsable del herpes labial. Infecta a alrededor del 80% de los adultos antes de los 60 años y permanece en el cuerpo de por vida, aunque la mayoría de las personas nunca notan ningún síntoma.   

"La gente simplemente estaba indignada ante la idea de que algo como un virus pudiera estar presente" en el cerebro, dice Itzhaki. "Se rieron de la idea". En ese momento, la mayoría de las personas no creían que los microbios externos pudieran entrar al cerebro.

Pero Itzhaki siguió investigando. Un gran avance se logró en el 2007 cuando ella y sus colegas infectaron células cerebrales humanas con el VHS-1 y luego observaron la acumulación de proteínas beta-amiloide, una característica distintiva de la enfermedad de Alzheimer.

En el 2009, Itzhaki informó que encontró el VHS-1 dentro de placas de amiloide (en inglés) en cerebros humanos. Y en el 2011, demostró que agregar medicamentos antivirales a células infectadas con el VHS-1 provenientes de riñones de mono, que contienen las proteínas implicadas en el Alzheimer, reducía la acumulación tanto de amiloide como de tau. Hace aproximadamente una década, Itzhaki comenzó a sugerir la vacunación contra el VHS-1 como una posibilidad de prevención. Existen vacunas contra algunos herpesvirus, pero no para el VHS-1.

Su investigación, junto con el trabajo de otros que la siguieron, sugirió que la proteína beta-amiloide podría ser una defensa inmunológica para atrapar y eliminar el invasor viral, dice Fülöp. La hipótesis viral comenzó a ganar más seguidores.

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¿Cómo podría un virus causar la enfermedad de Alzheimer?

Los investigadores sospechan que el VHS-1 entra al cerebro en la mediana edad o en la vejez, dice Itzhaki. Después de permanecer inactivo durante años en grupos de células nerviosas fuera del cerebro —como ocurre con muchos herpesvirus, incluido el que causa la varicela y, más tarde, el herpes zóster—, el VHS-1 puede reactivarse y desplazarse a lo largo de los nervios hasta el cerebro.

El VHS-1 puede provocar que ciertas células cerebrales llamadas glía inicien una respuesta inmune en el cerebro. Esa respuesta implica instruir a las células nerviosas para que produzcan más beta-amiloide, que envuelve y desactiva el virus. El problema ocurre cuando el cerebro no  puede eliminar el exceso de amiloide, lo que lleva a un ciclo tóxico que mantiene la inflamación en niveles que dañan las células.   

A esta situación problemática podría sumarse un proceso similar que afecta a la proteína tau. Una investigación publicada en el 2025 en Cell Reports sugiere que al detectar el VHS-1, el sistema inmunitario provoca un aumento en la producción de tau (en inglés)y cambia cómo funciona esa proteína. En el estudio, la proteína tau alterada redujo la presencia del VHS-1 dentro de las células nerviosas de ratas y aumentó la supervivencia celular. Esto sugiere que formar un ejército de proteínas tau alteradas podría ayudar a defender el cerebro de los patógenos a corto plazo, pero podría causar daño si el cerebro mantiene una producción elevada de tau para seguir defendiéndose del VHS-1, que permanece en el cuerpo de por vida.

La mayoría de los investigadores asumen que la acumulación de tau alterada, característica de la enfermedad de Alzheimer, siempre es tóxica, dice el neurocientífico e ingeniero bioquímico Or Shemesh, profesor adjunto en la Universidad Hebrea de Jerusalén y coautor del artículo del 2025. Él propone que una pequeña cantidad podría ser beneficiosa como defensa inmunitaria en el cerebro. Pero los ovillos de tau observados en cerebros de personas con enfermedad de Alzheimer podrían ser una señal de que este mecanismo inicialmente útil "se salió de control".

Otros virus y microbios podrían desempeñar un papel

Aunque la mayoría del trabajo sobre los virus y la demencia se ha centrado en el VHS-1, los científicos sospechan que este patógeno no es el único responsable. Algunos estudios han sugerido vínculos con otros herpesvirus, como el VHS-2, que puede causar herpes genital, y el citomegalovirus, que puede provocar mononucleosis, a veces llamada la "enfermedad del beso". Incluso las bacterias que causan la enfermedad de Lyme y la periodontitis se están investigando.

No es raro encontrar una conexión entre un virus y una enfermedad neurológica. El virus de Epstein-Barr, otro herpesvirus que causa mononucleosis, ha sido vinculado al desarrollo posterior de esclerosis múltiple, (en inglés) una enfermedad en la que el sistema inmunitario del cuerpo ataca la cubierta protectora de las células nerviosas en el cerebro y la médula espinal.

Pero no todos los infectados con VHS-1 desarrollarán la enfermedad de Alzheimer, lo que ha dificultado que muchos investigadores acepten la hipótesis, dice Fülöp. La mayoría de las personas son portadoras del virus común, pero solo alrededor del 11% de los adultos de 65 años o más sufren de la enfermedad de Alzheimer. Incluso la minoría que desarrolla herpes labial por el VHS-1 no está automáticamente destinada a un futuro con esta forma de demencia, dice Shemesh.

"Todos tenemos [patógenos] en el cerebro, o al menos algunas de sus variantes", explica. "Entonces, ¿por qué algunas personas desarrollan Alzheimer y otras no?". Shemesh sospecha que la diferencia radica en "cómo nuestro sistema inmunitario, tanto en el cerebro como fuera de él, reacciona ante los virus".

Quizás sea un desencadenante ambiental

Aun así, muchos investigadores dudan de que un virus pueda causar la enfermedad de Alzheimer. En cambio, un patógeno podría contribuir al desarrollo de la enfermedad al exponer debilidades genéticas, como un sistema inmunitario que no puede hacer correctamente su trabajo o que activa demasiadas defensas, dice el Dr. Lennart Mucke, neurólogo y director del Instituto Gladstone de Enfermedades Neurológicas en San Francisco.   

"Si un sistema inmunitario anormal... es el factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer, la infección permite que esa inmunidad anormal se manifieste al desafiar al sistema inmunitario", dice él. En lugar de ser un factor clave en la enfermedad de Alzheimer, los patógenos podrían actuar como "desencadenantes ambientales que interactúan con muchos factores de riesgo genéticos y los exponen".

Aunque Mucke cuestiona la hipótesis del virus, está ansioso por ver los resultados de un ensayo clínico que investigó si un medicamento antiviral, capaz de detener una infección existente, puede ralentizar la progresión de la enfermedad en personas en la etapa temprana de Alzheimer (en inglés) y portadoras del virus VHS-1 o VHS-2. El estudio se completó en septiembre del 2024, y los investigadores planean informar los resultados en unos meses. "Hay bastantes datos que sugieren una asociación, por lo que vale la pena poner esto a prueba", dice Mucke. "Cuando hay vínculos prometedores o potencialmente interesantes, sin duda deben ser puestos a prueba en ensayos bien controlados".

Independientemente del resultado del ensayo, los investigadores que hablaron con AARP coinciden en que las vacunas pueden ayudar a prevenir, en cierta medida, la enfermedad de Alzheimer. "La medida de prevención más eficaz que podemos recomendar... [es] vacunarse, no solo contra los virus, sino contra cualquier enfermedad prevenible mediante la vacunación", dice Fülöp.

 

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