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5 razones por las que no tenemos una cura para la enfermedad de Alzheimer

Es difícil curar una enfermedad cuando su causa todavía está en debate.


spinner image Ilustración de las celulas del sistema nervioso afectadas por la enfermedad de Alzheimer
KATERYNA KON/SCIENCE PHOTO LIBRARY / GETTY IMAGES

Cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos dio su aprobación completa en julio para un nuevo medicamento para la enfermedad de Alzheimer, hubo un gran entusiasmo entre los científicos y los medios de comunicación. Joanna Pike, directora ejecutiva de la Asociación de Alzheimer, lo llamó “un gran paso adelante”. Pero si bien el medicamento, conocido como Leqembi, reduce el deterioro mental —en alrededor de cinco meses en algunos pacientes que tienen una enfermedad en etapa temprana—, no repara el daño en el cerebro ni detiene el progreso de la enfermedad. También hay riesgos relacionados con su uso.

La emoción proviene del hecho de que finalmente, después de dos décadas de esfuerzo, hay al menos un medicamento disponible para frenar la enfermedad. Ha sido una larga crónica con muchos fracasos en el camino para llegar a este logro. Los investigadores han enfrentado una serie de dificultades para elaborar tratamientos para la enfermedad de Alzheimer, que afecta a más de 6 millones de personas en Estados Unidos, 55 millones en todo el mundo.

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Algunos de los desafíos para desarrollar medicamentos para la enfermedad de Alzheimer y otras causas de demencia se aplican a cualquier medicamento dirigido al cerebro humano. Otros son específicos para los obstáculos únicos que rodean la enfermedad de Alzheimer.

1. Los científicos no están seguros de qué causa la enfermedad de Alzheimer

Algunos creen firmemente que la enfermedad de Alzheimer es causada principalmente por lo que se conoce como placas amiloides. Estas ocurren cuando una proteína en el cerebro se descompone incorrectamente en grupos. Esos grupos tóxicos forman colecciones pegajosas entre las células nerviosas, lo que impide que las células funcionen como deberían. Pero otros no están convencidos.

Un problema es que la cantidad de placas amiloides en el cerebro de una persona no corresponde con si muestran signos de demencia, dice el Dr. Alberto Espay, neurólogo de la Universidad de Cincinnati. A los 85 años, dice, “el 60% de nosotros tenemos esto en nuestro cerebro”. Sin embargo, muchas menos personas, solo alrededor de un tercio de quienes tienen 85 años o más, tendrán demencia.

Otro problema: esos medicamentos de anticuerpos, incluido Leqembi, que eliminan las placas amiloides tienen solo efectos mínimos sobre la demencia como tal. Eso es lo que hace que el Dr. Lon Schneider sea escéptico. Los efectos son estadísticamente significativos, ya que los pacientes que reciben los medicamentos muestran menos deterioro cognitivo que las personas que recibieron un placebo, dice Schneider, quien estudia la enfermedad de Alzheimer en la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California. Pero el tamaño de la diferencia es tan pequeño que muchos pacientes y sus cuidadores tal vez no puedan detectarla.

Solo porque estos medicamentos no han demostrado efectos milagrosos, las placas beta amiloides podrían de todas maneras ser la causa, dice el Dr. Clive Ballard, psiquiatra que estudia la salud cognitiva y la demencia en la Universidad de Exeter en Inglaterra. Puede ser que hasta ahora los medicamentos de anticuerpos simplemente no hayan podido eliminar las placas correctas o eliminarlas de los lugares adecuados.

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2. La mayoría de los medicamentos fallan durante las pruebas

Llevar un nuevo medicamento del laboratorio a la farmacia es un proceso largo y costoso. De hecho, de todos los medicamentos que logran llegar a la etapa de pruebas en humanos, más del 90% no superan esa etapa. La cantidad de medicamentos para la demencia que fallan “podría ser un poco más alta” que el promedio, dice Ballard. Pero “no es radicalmente diferente”. Lo que es diferente es que hay muy pocos ensayos clínicos para la demencia. “Si solo tienes 50 pruebas, es incierto si vas a poder obtener de ellas un compuesto”, dice. A enero del 2023, se estaban probando 141 medicamentos en pacientes para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, según informaron los investigadores en mayo del 2023 en Translational Research & Clinical Interventions.

3. El cerebro es casi impenetrable

El cerebro humano está protegido por la barrera hematoencefálica, una capa de células que separa el cerebro de las cosas dañinas en la sangre. Imagina un guardia de seguridad que permite que entren oxígeno y hormonas importantes, pero impide que las bacterias, los virus y las toxinas lleguen a las delicadas células del cerebro. Desafortunadamente, esa barrera también elimina muchos medicamentos potencialmente útiles. “Tu problema inmediato es que solo el 20% de los compuestos.... cruzan la barrera hematoencefálica”, dice Ballard. Los científicos están probando algunas alternativas inteligentes, conectando los medicamentos a las nanopartículas o metiéndolos dentro de pequeños paquetes receptivos al agua llamados hidrogeles para poder hacer llegar los medicamentos más allá del sistema de seguridad del cerebro.

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4. Tratar un síntoma no es tratar una enfermedad

La mayoría de los medicamentos para las personas con Alzheimer tienen como objetivo los síntomas, no la causa de la enfermedad. Una vez que se diagnostica la demencia, un paciente puede recibir medicamentos como un inhibidor de la colinesterasa o memantina para ajustar los niveles de algunas sustancias químicas cerebrales y aliviar algunos problemas.

“Le das a un paciente algo que ayude con sus síntomas”, dice Espay. Pero eso es un poco como tomar Tylenol porque tienes gripe y fiebre. El medicamento reduce la fiebre y te hace sentir más cómodo. Pero la fiebre es solo un síntoma; todavía tienes gripe.

No es algo insignificante tratar esos síntomas, señala Ballard. Para las personas con demencia moderada, “Creo que el mantenimiento de la función es quizás lo más importante”, dice. Es “la diferencia entre, digamos, poder caminar unos pasos de manera independiente y necesitar aditamentos médicos para poder moverte. Eso tiene un gran impacto en la independencia y la calidad de vida”.

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Sin embargo, Leqembi, aprobado recientemente, y otros medicamentos de anticuerpos que todavía se están probando, van tras de la causa de la enfermedad. Estos medicamentos se unen a las placas amiloides pegajosas y las eliminan. Si esas placas son la causa de la enfermedad de Alzheimer, los científicos podrían estar en el curso correcto.

Pero es probable que haya más cosas asociadas con esta enfermedad. Por ello, los investigadores están examinando muchos posibles factores de la enfermedad, como la inflamación y la microglía —pequeñas células que actúan como equipo de limpieza en el cerebro—. Algunos estudios incluso se están enfocando los ritmos circadianos (el reloj interno del cuerpo) o las hormonas como el estrógeno que podrían desempeñar un papel en la enfermedad.

5. No hay financiamiento suficiente para la investigación sobre la enfermedad de Alzheimer

Parte del problema se debe a la falta de claridad sobre la causa de la enfermedad de Alzheimer y los altos costos de desarrollar un solo medicamento. Ballard dice que también es un problema que haya menos conciencia sobre la demencia —y menos esperanza—.

“Las personas ahora están empezando a darse cuenta [de la demencia], pero todavía la ven como una sentencia de muerte”, dice. “Cuanto más tengas esperanza y más tratamientos puedan hacer algo, más fácil es convencer a las personas para que inviertan en ellos”.

El Gobierno de Estados Unidos invertirá alrededor de $3,700 millones en investigaciones sobre la enfermedad de Alzheimer y la demencia en el 2023. Este es un gran aumento con respecto al 2015, cuando el Gobierno federal financió $631 millones en investigación. Pero tampoco son mucho más de los $3,300 millones que se gastarán en el VIH/sida. Alrededor de 119,000 personas murieron a causa de la enfermedad de Alzheimer en el 2022. Compara eso con las 18,000 personas diagnosticadas con VIH que murieron de cualquier causa en el 2020, los datos más recientes disponibles. Debido a muchas investigaciones y fondos, muchas personas viven vidas largas y saludables con VIH. Con más fondos e investigaciones para la enfermedad de Alzheimer, algún día podría pasar de una sentencia de muerte a una enfermedad manejable, como el VIH.

Los nuevos tratamientos con anticuerpos hacen que Ballard se sienta optimista. “Estamos empezando a recibir algunos tratamientos que comienzan a parecer que [tienen] beneficios”, dice. Si bien los ensayos son limitados y se centran en las personas con etapas tempranas de la enfermedad, cualquier pequeño éxito les da esperanza. Agrega que la esperanza genera más investigación y, finalmente, más tratamientos.

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