Los principales síntomas y los más comunes de la COVID prolongada
Además, qué hacer cuando no desaparecen los efectos de una infección de coronavirus.
Millones de personas que han tenido COVID-19 sufren de una serie de síntomas debilitantes que pueden persistir durante semanas o incluso meses después de que se desvanece la infección inicial por coronavirus.
Este fenómeno, llamado COVID prolongada, ha desconcertado a los expertos desde el comienzo de la pandemia. Y aunque la investigación está comenzando a encontrar algunas respuestas, Greg Vanichkachorn, de Mayo Clinic, dice que “realmente no hemos descifrado la COVID prolongada”. Una razón importante es que “al parecer, hay cada vez más síntomas que pueden asociarse a esta enfermedad”, dice el Dr. Vanichkachorn, especialista en Medicina Ocupacional y Espacial y director médico del Programa para rehabilitación en la actividad después de la COVID.
De hecho, la lista de síntomas de COVID prolongada que se reportan con más frecuencia en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) incluye casi 20, desde complicaciones neurológicas hasta trastornos digestivos. Algunos estudios han descubierto más de 50 efectos a largo plazo (enlace en inglés) de la COVID-19, y han agregado problemas como la pérdida del cabello y la visión borrosa a la lista. Otros estiman que el número es mucho más alto, incluso cerca de 200.
Sin embargo, algunos de estos síntomas parecen ser más frecuentes que otros. La fatiga es la queja más común que Vanichkachorn observa entre sus pacientes de COVID-19 prolongada. “Y eso a menudo se combina con algunos problemas de respiración, ya sea tos o dificultad para respirar”, agrega. Hay casi la misma cantidad de pacientes que llegan con problemas neurológicos, como dolores de cabeza, hormigueo o entumecimiento en los brazos y las piernas, zumbido en los oídos, cambios en su visión, “así como muchos problemas para pensar”, dice Vanichkachorn.
Las investigaciones realizadas por AARP revelan una lista similar en cuanto a los adultos de 50 años o más que han luchado contra los efectos persistentes de la COVID-19. La fatiga (57%), la tos (34%) y los problemas cognitivos como la confusión mental (31%) encabezaron la lista entre la muestra representativa a nivel nacional que se encuestó. La dificultad para respirar (26%) y la dificultad para concentrarse (25%) completan los cinco principales.
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La mayoría de los síntomas comunes de COVID-19 prolongada:
Las personas con COVID-19 prolongada pueden experimentar una variedad de síntomas. Estos son los que se reportan con más frecuencia, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades:
- Cansancio o fatiga que interfiere con la vida cotidiana
- Síntomas que empeoran después de un esfuerzo físico o mental
- Fiebre
- Dificultad para respirar o falta de aliento
- Tos
- Dolor de pecho
- Pulso acelerado (palpitaciones)
- Dificultad para pensar o concentrarse ("confusión mental”)
- Dolor de cabeza
- Problemas para dormir
- Mareos o aturdimiento cuando te levantas
- Sensación de alfileres y agujas
- Cambios en el olfato o el gusto
- Depresión o ansiedad
- Diarrea
- Dolor de estómago
- Dolor muscular o en las articulaciones
- Sarpullido
- Cambios en el ciclo menstrual
Sin embargo, los síntomas solo implican parte de la información”, dice Vanichkachorn. “La otra mitad es cómo esos síntomas realmente han cambiado la capacidad de una persona de vivir su vida normal”.
Unos pocos virus pueden causar una enfermedad prolongada (los expertos las llaman secuelas posagudas), y la recuperación puede ser especialmente difícil para las personas que necesitaron hospitalización o cuidados intensivos. Pero lo diferente de la COVID prolongada es que parece estar más generalizado, y los síntomas que experimentan las personas, incluso cuando ya no dan positivo al coronavirus, parecen más fuertes, dice Vanichkachorn. “Ya habíamos tenido pacientes que se quejaban de fatiga después de una infección... pero los pacientes después de la infección por coronavirus tienen mucha fatiga profunda”.
Para algunos, esto significa que las tareas de rutina, como vestirse o bañarse, requieren ayuda. Otros tienen problemas para completar mandados diarios, como hacer compras en el supermercado o lavar la ropa debido a sus síntomas, “y por supuesto, ir al trabajo”, agrega Vanichkachorn. Según investigaciones de AARP, un tercio de los adultos de 50 años o más que tenían síntomas persistentes relacionados con la COVID-19 dijeron que su trabajo se vio afectado de alguna manera.
Priya Duggal, profesora del Departamento de Epidemiología de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, estima que entre el 3 y el 5% de las personas que han tenido COVID-19 “sienten que no pueden funcionar normalmente en la vida cotidiana” debido a síntomas duraderos. “Si consideramos que esto pudiera ser hasta el 1%, afectaría a 800,000 personas, dado que 80 millones han tenido una infección por COVID-19 en Estados Unidos”, dijo en una conferencia de prensa reciente. Ese número actualmente está más cerca de 83 millones, según muestran los últimos datos (enlace en inglés).
Para información actualizada sobre la COVID-19 visita aarp.org/ElCoronavirus
Todavía no está claro quién tiene el mayor riesgo de estos casos más agudos de COVID-19 prolongada, dijo Duggal. “Sin duda corren riesgo las personas que ya tenían problemas de movilidad o que son mayores, y las que están hospitalizadas. Pero también estamos viendo a personas más jóvenes y a las que estaban saludables antes de las infecciones, y a quienes tuvieron infecciones leves”, agregó.
En cuanto a la COVID prolongada, más ampliamente —que se cree que afecta hasta un tercio de las personas que han contraído una infección por coronavirus—, algunas personas pueden correr más riesgo que otras, aunque Duggal enfatiza que “nadie está libre de riesgo”. Las personas que tenían problemas de salud subyacentes antes de su infección pueden tener más probabilidades de padecer COVID-19 prolongada, dicen los CDC.
Las investigaciones también indican que más mujeres reportan síntomas largos de COVID que los hombres, y tienden a ser más frecuentes en los adultos de mediana edad. Y si bien algunos estudios han descubierto que las personas vacunadas que contraen una infección posvacunación pueden tener menos probabilidades de padecer COVID prolongada que las personas no vacunadas, las investigaciones siguen en curso.
Habla con tu médico temprano si tienes síntomas
Muchas preguntas relacionadas con la COVID-19 prolongada todavía siguen sin respuesta, pero algo es seguro: los expertos dicen que si has tenido COVID-19 y notas cualquier síntoma nuevo o prolongado tres o cuatro semanas después de tu infección, debes hablar con tu médico de atención primaria. No esperes meses antes de pedir una cita, dice Vanichkachorn. Si no tienes un proveedor de atención primaria, busca atención de un internista, agrega Duggal.
Habla con tu médico sobre la COVID prolongada
Consejos para ayudar a los pacientes a prepararse para una cita
- ¿Consultarás con un médico nuevo? Prepara una lista de tus proveedores de atención médica actuales y pasados, así como de tus enfermedades actuales y pasadas.
- Antes de tu visita, anota un resumen de tu experiencia con la COVID-19 y de cualquier síntoma nuevo o continuo. Asegúrate de incluir:
- Cuándo comenzaron
- En qué manera afectan tu vida
- Con qué frecuencia ocurren
- Qué los empeora
- Lleva una lista de tus medicamentos actuales. No olvides los medicamentos y suplementos de venta libre.
- Haz preguntas durante tu cita.
- Toma notas y asegúrate de entender los próximos pasos antes de salir de tu cita. También puedes pedir un resumen de la consulta.
Esto se debe a que algunas personas pueden recuperarse completamente de la COVID prolongada, dice Vanichkachorn, y “esos pacientes, al menos en nuestra población de pacientes, tienden a recibir atención más temprano”. Sin embargo, las investigaciones de AARP encontraron que menos de la mitad de los adultos encuestados vieron a su proveedor de atención médica para abordar sus síntomas actuales relacionados con la COVID.
Los cuidados que necesitan muchos pacientes al principio son cuidados que se pueden recibir en el hogar, “cosas como concentrarse en la dieta, la hidratación y optimizar el sueño”, dice Vanichkachorn. Si necesitas un tratamiento más especializado, es posible que te deriven a una clínica multidisciplinaria de COVID-19 prolongada; casi todos los estados tienen al menos una actualmente.
También es importante que las personas con enfermedades crónicas como presión arterial alta o diabetes consulten con su médico si notan un cambio en sus resultados después de recuperarse de la COVID-19, dice el Dr. Sabyasachi Sen profesor de Medicina en la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de George Washington University. Podría indicar un efecto a largo plazo de la infección.
Los CDC ofrecen consejos para los pacientes sobre cómo planificar una cita para hablar sobre la COVID prolongada. La agencia recomienda preparar una lista de tus enfermedades actuales y pasadas con antelación y anotar tu experiencia con la COVID-19 y cualquier enfermedad nueva o persistente. Asegúrate de incluir cuándo comenzaron estos síntomas, qué los empeora y cómo afectan tu vida cotidiana.
Aún no existe un tratamiento de “solución mágica” para la enfermedad, dice Vanichkachorn. En este momento, mucho se reduce a controlar los síntomas individuales y a brindar apoyo. Dicho esto, con toda la investigación en curso, “no hay nada que diga que no tendremos una cura para esto, un tratamiento mucho más rápido en los próximos meses, a medida que investigamos más a fondo”, agrega.
Mientras tanto, Vanichkachorn dice que las personas que tienen síntomas de COVID prolongada necesitan continuar abogando por sí mismas y buscar atención de sus proveedores. “Y no deberían perder la esperanza porque creo que las cosas mejorarán a medida que avanzamos”.
Rachel Nania escribe sobre el cuidado de la salud y sobre políticas de salud para AARP. Anteriormente, fue reportera y editora de WTOP Radio en Washington D.C. Recibió el premio Gracie y un premio regional Edward R. Murrow. Asimismo, fue becaria para asuntos de demencia de la National Press Foundation.