Vida Sana
Ser doctor es la experiencia más maravillosa de mi vida. Ser doctor me ha permitido ser heraldo de buenas y malas noticias, cuidador de personas y de familias, oidor de confesiones y guardián de secretos, todo lo cual me ha ayudado a ser una mejor persona. Pero, ¿qué he aprendido de mis pacientes? ¿Qué me han ensenado que no aprendí en la escuela de medicina? ¿He sido beneficiario —en algún sentido— de las miles y miles de interacciones con mis pacientes?
Sin duda, hay muchísimas cosas que he aprendido durante los más de 30 años de mi práctica. A continuación, lo que me han enseñado:
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Que cada persona es un universo: Cada persona es un mundo y el médico que pretende tratar a todos sus pacientes de la misma manera no hace lo correcto. Por ejemplo, hay que saber cómo y cuándo se administran medicamentos y que no todos funcionan igual para todos. Uno aprende a ajustar dosis y escoger medicamentos de manera personalizada.
A ser humilde: Me han enseñado que es imposible saberlo todo y que soy un ser humano con virtudes y defectos. ¡Cuántas veces he tenido que decirle a un paciente que no estoy muy al tanto de lo que me pregunta, pero que se lo averiguaré tan pronto como pueda para discutirlo juntos!
A preguntar: Desde mis torpes comienzos en que, tratando de llegar a un diagnóstico, me enredaba con mis propias preguntas, he aprendido a saber qué preguntar y cómo hacerlo. Me han enseñado el valor de los silencios. Muchas veces un silencio es mucho más valioso que una palabra.
A que los respetos guardan respetos: Me han ayudado a cambiar el viejo paradigma de relación vertical médico-paciente con que empecé mi carrera. Ahora estoy convencido de que la relación médico-paciente debe ser horizontal y de un profundo y mutuo respeto.
A ponderar mis palabras y gestos: ¡Cuántas veces habré ido a casa preocupado por alguna palabra que me pareció muy dura o cortante! En todos estos años he aprendido que las palabras y gestos de un médico pueden ser bálsamo o cicuta para un paciente. Soy muy cuidadoso con ellos.
A interpretar el doble significado de sus palabras: He aprendido que lo que me están diciendo puede tener otro significado, y que sus palabras pueden, en ocasiones, ser una profunda señal, no de su cuerpo sino de su mente o de su espíritu. Son incontables las veces que he comprobado que el síntoma de un paciente representa el grito que sale desde lo más profundo de una depresión o una ansiedad. El médico que solo se enfoca en lo biológico, en lo somático, perderá la oportunidad de ayudar a su paciente.
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