Vida Sana
| Una industria casera compuesta de escritores y analistas florece en la actualidad en torno a la pregunta del día: ¿cómo cambió permanentemente nuestra vida la pandemia de COVID-19?
Por supuesto, mucha de la atención se ha concentrado en los empleos y la economía. Pero también estamos empezando una conversación que ha tardado demasiado en llegar sobre otra área que la pandemia demostró que es tremendamente inadecuada. Esa área son los cuidados a largo plazo, una necesidad crítica que puede definir la calidad de vida de cualquiera de nosotros y que crecerá cada vez más en los próximos años.
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El sistema debe reformarse. El presidente Biden inició la conversación al incluir $400,000 millones en su plan de infraestructura para mejorar los servicios basados en el hogar y la comunidad. Esto crea una oportunidad para tener un debate bipartidista y trabajar en un asunto principal de política que requiere liderazgo de ambos partidos.
Las familias que buscan cuidados a largo plazo ingresan a un mundo fragmentado, confuso, costoso, subregulado y de poca transparencia. Con demasiada frecuencia, las personas y sus seres queridos deben crear, en forma apresurada y desesperada, una mezcla irregular de métodos para obtener los servicios que necesitan.
Según las encuestas, las personas por lo general no planifican estos gastos. Muchos no tienen conocimientos del seguro de cuidados a largo plazo (que podría brindar solamente protección limitada). Quienes terminan viviendo en hogares de ancianos a menudo ansían vivir en entornos más íntimos y menos institucionales. Donde sea que las personas reciban cuidados, dependen de trabajadores con salarios bajos y con pocas posibilidades de avanzar en su carrera.
Una conversación nacional sobre los cuidados a largo plazo debe concentrarse en las innovaciones para mejorar las opciones, la calidad y la asequibilidad. Puede resaltar maneras de hacer más segura la atención de salud y asegurarse de que esté disponible para todos, entre ellos los grupos de población desatendidos que corren mayor riesgo de muerte y discapacidad. Es importante que consideremos maneras de consolidar la fuerza laboral remunerada de cuidados a largo plazo, mientras también hacemos más para apoyar a los cuidadores familiares no remunerados.
El problema de los cuidados es mayor que la pandemia de COVID-19
La pandemia demuestra lo mucho que necesitamos esta conversación.
Los hogares de ancianos y otros centros de cuidados a largo plazo representaron más muertes por COVID-19 que ninguna otra categoría: cerca de un tercio de todas las muertes del país, un total de más de 183,000 residentes (enlace en inglés) y empleados, a pesar de que menos del 1% de las personas en Estados Unidos viven en hogares de ancianos. Estas cifras son una vergüenza nacional, y reflejan más que solo la pandemia. Son una consecuencia de defectos profundos y estructurales en el enfoque de nuestro país hacia los cuidados.
Tristemente, los artículos en los medios de comunicación rara vez exploran estos defectos subyacentes. Si estos defectos se dejan sin arreglar, causarán una crisis de cuidados personales para más y más familias. Esto lo garantizan los datos demográficos de una creciente población que envejece.
Ya son más de 10,000 las personas que cumplen 65 años cada día, un grupo que representará más del 20% de la población en años venideros. Según datos del Gobierno, alguien que hoy cumple 65 años tiene una probabilidad de casi el 70% de necesitar cuidados a largo plazo en algún momento, con frecuencia durante un promedio de tres años. El número de pacientes con la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, cáncer, enfermedades del corazón y otras enfermedades crónicas inevitablemente aumentará a medida que más personas del país viven hasta bien entrados los 80 años o más. Los adultos mayores son significativamente más propensos a tener discapacidades. Aproximadamente la cuarta parte de las personas de entre 65 y 74 años y la mitad de las personas de 75 años o más viven con una discapacidad, lo que representa más de 17 millones de personas.
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