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¿Se reinventará la industria de los hogares de ancianos después del coronavirus?

Expertos esperan que la pandemia inspire un cambio.


spinner image Una enfermera con una mascarilla sostiene una tableta para que un paciente se comunique con su familia
TIM DIRVEN/PANOS PICTURES/REDU​X

A medida que la COVID-19 se extiende por la nación, muchos de los 15,600 hogares de ancianos en Estados Unidos se encuentran entre los lugares más peligrosos donde podrías estar.

Según varios análisis, más de un tercio de las personas que murieron por el virus en los primeros meses de la pandemia eran residentes o empleados de hogares de ancianos. Los hogares de ancianos representaron más de la mitad (en inglés) de todas las muertes relacionadas con la COVID-19 en al menos 18 estados.

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Los relatos individuales son horrendos. En Brooklyn, un hogar de ancianos reportó 55 muertes por coronavirus. En Nueva Jersey, la policía descubrió cuerpos en una morgue improvisada en un establecimiento. En un hogar de ancianos en las afueras de Richmond, Virginia, una cuarta parte de los residentes (por lo menos 45) murieron a causa del virus.

De pronto, la industria de los hogares de ancianos, que durante tanto tiempo se manejó fuera de la vista del público, se encuentra bajo la lupa. Elaine Ryan, vicepresidenta de Defensa de Derechos y Estrategias Estatales de AARP, señala que el brote hará que los residentes de hogares de ancianos y sus familiares cuestionen si muchos centros deberían seguir existiendo. “Creo que a medida que los datos sean más claros, todos ellos van a reconsiderar si los hogares de ancianos son los mejores y más seguros lugares para vivir”, indica Ryan.

Pero el cambio será difícil.

La industria de los hogares de ancianos, que albergan a más de 1.3 millones de residentes, existe en gran medida por necesidad. Casi todas estas personas no pueden cuidarse a sí mismas y no tienen recursos para buscar otras opciones o familiares con quienes puedan vivir. Para muchos adultos mayores, los hogares de ancianos son la única opción, dice Patricia McGinnis, directora ejecutiva de California Advocates for Nursing Home Reform.

Gran parte de esta industria se financia con recaudaciones impositivas. El Gobierno federal dispone que todos los estados presten y paguen cuidados en hogares de ancianos para todos los adultos mayores y las personas con discapacidades que reúnan los requisitos para recibirlos. Estos cuidados se brindan por medio de programas estatales de Medicaid, financiados principalmente por aportes del Gobierno federal.

Medicaid actualmente paga las facturas de más del 60% de los residentes de hogares de ancianos a un costo de más de $41,000 millones al año. Sin embargo, dado que Medicaid es un programa híbrido federal-estatal, los estados tienen cierto poder de decisión sobre sus gastos, por lo que los beneficios pueden variar considerablemente según el lugar donde vivas.

Además de esas dificultades, también hay diversos tipos de hogares de ancianos, y con frecuencia tienen distintos entes supervisores o exigencias. Por ejemplo, los hogares de ancianos para veteranos están a cargo del Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA). Los hogares de ancianos que prestan servicios a quienes padecen demencia tienen exigencias muy diferentes a las de otros centros. Por lo menos el 70% de los hogares de ancianos son empresas con fines de lucro. Muchos ofrecen otros servicios en sus centros, como rehabilitación a corto plazo (que paga Medicare) para mantener las camas ocupadas y preservar el flujo de ingresos.

Ahora que la industria debe rendir cuentas, los expertos esperan que la pandemia inspire un cambio.

AARP entrevistó a más de doce expertos nacionales para conocer su punto de vista sobre los aspectos que ha sacado a relucir la crisis y lo que debe suceder para que la industria sea segura.

Problema 1: aplicación poco estricta de las normas en los hogares de ancianos

El senador de Estados Unidos Chuck Grassley (republicano por Iowa) respondió a la crisis con un llamado a una rigurosa supervisión de los hogares de ancianos. El Gobierno federal tiene la responsabilidad primordial de garantizar que “las decenas de miles de millones de dólares provenientes de recaudaciones impositivas que pagan el cuidado a largo plazo” se aprovechen bien y paguen una excelente atención, indicó Grassley en una declaración.

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Antes de la pandemia, las pautas oficiales de seguridad para los hogares de ancianos eran estrictas, pero con frecuencia no se exigía su cumplimiento, señala Richard Mollot, director ejecutivo de Long Term Care Community Coalition. Mollot considera que esas pautas se deberían enfocar más en el control de infecciones y su cumplimiento se debería exigir rigurosamente.

“Casi nunca vemos que se apliquen citaciones porque no haya suficiente personal, y en general las penalidades monetarias no existen o son tan pequeñas que resulta más redituable simplemente pagarlas que contratar más personal”, explica. Mollot considera que las regulaciones federales y estatales deberían disponer que haya por lo menos una enfermera titulada en el personal en todo momento, además de un experto responsable de prevenir la propagación de las infecciones que plagaron los hogares de ancianos mucho antes de la COVID-19. Los hogares de ancianos que no cumplan con las normas deberían pagar una penalidad o cerrarse, señala. En junio, el Gobierno federal anunció que exigiría que los estados lleven a cabo más inspecciones enfocadas en el control de infecciones en los hogares de ancianos, y los que no cumplan enfrentarán sanciones más graves.

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Problema 2: muchos no tienen la opción de envejecer en el hogar

Las encuestas que realizó AARP lo indican claramente: la gran mayoría de las personas desean permanecer en su hogar en vez de mudarse a un hogar de ancianos. Sin embargo, Kelly Bagby, vicepresidenta de AARP Foundation Litigation, señala que muchos no pueden hacerlo.

spinner image Una mujer con una mascarilla sostiene un perrito para que una mujer mayor lo vea a través de una puerta
Una visitante de la Animal Rescue League entretiene a una residente confinada en un hogar de ancianos.
MEDIANEWS GROUP/GETTY IMAGES

La ley vigente dispone que los estados utilicen los fondos de Medicaid únicamente para prestar servicios en hogares de ancianos, lo que en efecto elimina la opción de permanecer en el hogar para un sinfín de adultos mayores. Si un estado quiere derivar parte de esos fondos para la prestación de cuidados fuera de un hogar de ancianos, como el cuidado en el hogar o los servicios comunitarios para adultos mayores, debe solicitar una exención federal mediante un proceso largo y difícil. Esto dificulta aún más la prestación de cuidados en el hogar.

“Obligar a los residentes a vivir tan cerca de personas que no son sus familiares o amigos conduce a la negligencia, el aislamiento, la depresión y el deterioro de la salud”, señala Bagby. “La pandemia lo ha demostrado con claridad”.

Problema 3: entornos poco saludables

El brote de coronavirus nos demuestra que el control de las infecciones es ineficaz cuando los residentes comparten habitaciones, baños y duchas, y cuando el personal se ve obligado a correr de una habitación a otra. Esto también perjudica la calidad de vida.

Robert Kramer, fundador y asesor estratégico del National Investment Center for Seniors Housing & Care, señala que los hogares de ancianos se deben organizar de modo que la proximidad entre los residentes no dificulte el control de los brotes de virus, “ya sea una gripe estacional o un virus nuevo, como la COVID-19”.

Sin embargo, para lograr esa reorganización, sería necesario un mayor reembolso de Medicaid a los hogares de ancianos y cambios en las reglamentaciones. Eso representa grandes inversiones. “Hemos enviado a personas mayores, pobres y frágiles a un lugar donde ninguno de nosotros querría estar”, dice Kramer. “Ahora queremos algo distinto, pero la pregunta es si estamos dispuestos a pagar por ello”.

Problema 4: paga insuficiente y falta de personal

Si bien se ha elogiado a los profesionales de la atención médica durante esta crisis, los expertos indican que es evidente que los trabajadores de los hogares de ancianos con frecuencia percibieron salarios bajos y trabajaron sin que hubiera una cantidad suficiente de personal.

En los hogares de ancianos que sobrevivan esta crisis, los cuidadores deberán cobrar lo suficiente como para mantenerse con un solo trabajo a tiempo completo, indica Lori Porter, de la National Association of Health Care Assistants. Además, los niveles de dotación de personal deben aumentar de modo que cada trabajador esté a cargo de un pequeño grupo de residentes y no de docenas, explica. El salario nacional promedio de los cuidadores es de alrededor de $13 por hora, indica Porter. La escasez de personal también representa un riesgo para los residentes porque los trabajadores se ven obligados a tomar atajos.

Los inspectores federales han encontrado problemas de abuso y negligencia en los hogares de ancianos. Las investigaciones del Departamento de Salud y Servicios Humanos también revelan que muchos hogares de ancianos no han realizado verificaciones de antecedentes y han contratado cuidadores con antecedentes penales.

Sterling Harders, presidente de SEIU 775, un sindicato que representa a los trabajadores de cuidados a largo plazo en el estado de Washington y en Montana, señala que “los hogares de ancianos siempre tienen escasez de personal. El coronavirus nos ha revelado la realidad de las condiciones de los hogares de ancianos”.

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Problema 5: pocas opciones de seguro de atención a largo plazo

El costo del cuidado en un hogar de ancianos es alto: Medicaid paga un promedio de $6,180 por residente por mes, una suma que muy pocas personas en Estados Unidos pueden costear por su cuenta. En consecuencia, la principal alternativa para pagarlo es el seguro de cuidados a largo plazo. Sin embargo, el mercado privado de este tipo de cobertura es inestable y cambia con frecuencia, lo que significa que lo compran pocas personas.

McGinnis es partidaria de un programa federal de seguro de atención a largo plazo que permitiría que muchas más personas acumulen recursos con el tiempo para pagar su atención en la etapa avanzada de la vida. Japón puso en práctica un programa obligatorio de ese tipo en el 2010. Sin embargo, la última vez que se intentó establecer una legislación similar en Estados Unidos durante la presidencia de Obama, la iniciativa fracasó.

Cómo avanzar

Si bien es demasiado pronto para conocer los efectos que la COVID-19 tendrá en los hogares de ancianos, los defensores esperan que la crisis provoque lo que Bill Sweeney, vicepresidente sénior de Asuntos Gubernamentales de AARP, llama “un momento similar a lo que sucedió después del 11 de Septiembre, cuando la gente exigió un cambio”.

Lo que no sabemos es qué forma tendrá.

“En primer lugar, tenemos que analizar en detalle todas las opciones de vivienda para la vejez, incluso el cuidado en centros de vida asistida, en el hogar y en hogares de ancianos”, señala Nancy LeaMond, directora de Activismo Legislativo y Compromiso de AARP. Si bien hemos visto grandes avances en la atención médica durante los últimos diez años, se ha descuidado la atención de “las personas realmente enfermas y las muy mayores”, señala. “Eso debe cambiar. Medicaid debería centrarse más en la atención en el hogar y en la comunidad. Y Medicare debe ofrecer una mayor cobertura del cuidado en el hogar”.

Estos cambios harían posible que los adultos mayores frágiles pudieran recibir cuidados en su hogar o en establecimientos más pequeños con atención más individualizada en vez de recibirlos en complejos similares a hospitales. “Algunos estados han logrado cierto progreso en el traslado de la prestación de cuidados al hogar”, señala Ryan, de AARP. “Para eso son necesarios más trabajadores de cuidados en el hogar, y ahí radica la dificultad”.

Una primera medida fundamental sería que el Gobierno federal cambiara algunas reglas que rigen los gastos de Medicaid a fin de que los estados puedan tener más libertad para apoyar la atención en el hogar y otras soluciones que mantengan a más personas mayores fuera de los hogares de ancianos, explica Ryan.

Para resolver la situación también serían necesarios cambios en la ley federal que respalden un “mercado de seguros de atención a largo plazo que funcione”, para que más personas puedan pagar el tipo de atención que desean recibir en sus últimos años, agrega Everette James, decana provisional de la Facultad de Posgrado de Salud Pública de University of Pittsburgh.

Además, el Congreso debe exigir el cumplimiento de las leyes que disponen el control de infecciones en los hogares de ancianos. “Debe existir un nuevo nivel de responsabilidad en el modo en que los hogares de ancianos establecen y supervisan las medidas de control de infecciones”, señala Lori Smetanka, del National Consumer Voice for Quality Long-Term Care.

Es difícil efectuar un cambio tan drástico. Pero si alguna vez va a suceder, este es el momento, señala Ryan. “Esta pandemia nos ha demostrado duramente que no podemos ignorar a nuestras personas más vulnerables. La población de este país siempre responde ante una crisis. Y hay esperanza de que, por medio de ideas innovadoras y medidas drásticas, lo vuelva a hacer ahora”.

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