La vida después del cuidado: Dra. Elsie Aquino-Gonzalez
Después de cuidar a su padre, una hija recupera su identidad al reconectarse con sus pasiones.
La Dra. Elsie Aquino-Gonzalez, de 71 años, recuerda el estallido del vidrio rompiéndose dentro de la casa de sus padres en Juncos, Puerto Rico. Luego, los gritos de su padre. Recuerda también volar de camino a la cocina, donde, en el piso —y entre los fragmentos de una taza que se había caído de la mesa— encontró a su padre, Rafael Aquino-Perez.
Elsie se sintió impotente; sabía que no podía levantar el cuerpo de su padre, de seis pies de altura y más de 200 libras. Ese fue el momento en que aceptó sus limitaciones como cuidadora y supo que algo tenía que cambiar.
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Solo un año y medio antes de este incidente del 2019, la vida de Elsie iba por otros rumbos. A los 68 años, la residente de Míchigan había obtenido su título de doctorado en Wayne State University y esperaba marcar una diferencia en su comunidad. Pero la salud de su padre viudo se estaba deteriorando rápidamente. Estaba muy deprimido después de la muerte de su esposa y su neuropatía estaba empeorando, por lo que no podía cuidar de sí mismo. Elsie dejó atrás prácticamente todo en su vida y se dirigió a Puerto Rico.
“Me quité la toga y el birrete, y fui a cuidar de mi padre”, dice. “Durante más de un año, mi vida se centró en él”.
Entonces vino la caída de su padre y Elsie se encontró de nuevo en una encrucijada. Esta vez, la decisión fue más difícil, pero sabía que su padre necesitaba más cuidado del que ella podía darle. A principios del 2020, Elsie decidió ingresar a su padre en un hogar de ancianos y regresó a sus pasiones de educación y justicia social.
“Empecé a reconstruir mi vida”, dice. “Estaba decidida a salir bien y alcanzar mis metas”.
Ella recurrió a la red de escuelas y organizaciones sin fines de lucro en Puerto Rico que había cultivado mientras trabajaba en su tesis doctoral durante viajes anteriores a la isla. Compartió su investigación de doctorado con ellas y se convirtió en consultora de educación para unas cinco organizaciones sin fines de lucro. Fue nombrada presidenta de la junta ejecutiva de Atlantic Climate Justice Alliance, una coalición de organizaciones comunitarias centradas en el impacto desproporcionado del cambio climático en las comunidades marginadas. Elsie también es asesora de un plan de estudios escolares para grados de kindergarten a 12 que enseña el efecto adverso de los problemas ambientales en las personas desatendidas.
"Ya no me conocía a mí misma, a esa mujer que había dejado en Detroit. Todo giraba en torno a mi padre. Tuve que aprender quién era, cuáles eran mis gustos, mis metas, mis sentimientos. Tuve que volver a conocerme”.
“Estoy contribuyendo. Esa fue mi prioridad cuando estudié”, dice. “Quería regresar a Puerto Rico para contribuir y mejorar la vida de los niños de la isla”.
Recoger los pedazos
A pesar de sentirse realizada en su carrera, al principio Elsie tuvo dudas sobre haber puesto a su padre en el cuidado de otras personas. Algunos familiares se habían opuesto y cuestionaron su decisión.
“Durante más de tres meses, estuve deprimida”, explica Elsie.
“Después, no sabía cómo recoger los pedazos. Ya no me conocía a mí misma, a esa mujer que había dejado en Detroit. Todo giraba en torno a mi padre. Tuve que aprender quién era, cuáles eran mis gustos, mis metas, mis sentimientos. Tuve que volver a conocerme”.
Como monja budista ordenada durante los últimos 15 años, Elsie buscó la calma en la meditación, que practicó durante décadas. La meditación no solo ayudó su transición hacia un nuevo capítulo después de que su papel de cuidadora a tiempo completo terminó, sino que también le dio fuerzas para superar la pandemia de COVID-19.
“Es importante estar conectado. Con tanta distracción y tanta prisa, no te concentras, necesitas concentrarte”, dice.
Nunca es demasiado tarde
Elsie volvió a establecer contacto con antiguos colegas profesionales. Retomó la lectura, algo que había hecho con avidez toda su vida, pero que dejó de hacer por completo mientras cuidaba a su padre. Y diligentemente se puso al día con los acontecimientos en su campo.
Ella reflexiona sobre el capítulo más reciente de su vida: el trabajo con organizaciones sin fines de lucro sobre causas importantes, y con estudiantes jóvenes en Puerto Rico.
“Estoy en casa de mis padres, estoy tranquila. He tenido el año más productivo de mi vida, no solo con respecto a mi vida, sino también espiritualmente, he crecido muchísimo”, dice, al pensar en los últimos 12 meses.
“Nunca es demasiado tarde para alcanzar tus metas”, dice Elsie. “El tiempo no existe, lo que existe es tu deseo de vivir, de lograr, de contribuir a la humanidad”.
¿Y su padre? Ha prosperado en el centro de vida asistida. Hace ejercicio cinco veces a la semana, ha perdido el exceso de peso y ha mejorado sus niveles de glucosa en la sangre. Si su padre, que tiene 90 años, pierde el equilibrio, hay personal médico capacitado para ayudarlo.
“Se ha aclimatado muy bien”, dice. “No me imaginaba lo bien que podía irle”.