Los abuelos se enfrentan a la ansiedad por la separación durante el coronavirus
Visitas a la entrada de la casa y videoconferencias reemplazan al vínculo afectivo directo.
In English | La sala de estar de Gloria Warnicki está preparada para entretener a sus nietos. Hasta hace poco, pasaban interminables fines de semana en su casa en Darien, Illinois, sobre todo en esta sala repleta de juguetes, materiales de arte y libros para colorear.
Pero la habitación ha estado silenciosa desde que se promulgaron las órdenes para quedarse en casa con el fin de frenar la propagación del coronavirus. Nada de dormir los fines de semana en casa de "Gigi", el apodo que le pusieron sus 10 nietos. No más visitas a la heladería ni a Barnes & Noble. Ahora, se ven a través de videoconferencias con Zoom, o se saludan desde el automóvil.
"Echo de menos sentirlos, agarrar esas manitos", dice Warnicki, de 72 años y administradora de oficina. Sus cuatro hijos viven en el área metropolitana de Chicago, lo suficientemente cerca como para que Warnicki tenga un papel activo en la vida de sus nietos. Hasta hace poco.
"No quiero que pierdan esa sensación de querer estar conmigo y de querer pasar tiempo conmigo".
La pandemia del coronavirus ha alterado la vida cotidiana de los habitantes del país y, para unos 70 millones de abuelos, se ha cortado el contacto con los nietos pequeños. Las personas mayores en el país tienen un riesgo más alto de presentar complicaciones por la COVID-19, y los niños pueden ser portadores asintomáticos. Por eso, las relaciones estrechas se han paralizado, y los abuelos quedan anhelando una conexión que antes daban por sentada.
"Los abuelos son personas de apego muy importantes", afirma el psiquiatra Alan Schlechter, profesor clínico adjunto del Departamento de Psiquiatría Infantil y Adolescente en New York University Langone Health. Aunque a las familias les preocupa que la separación pueda debilitar el vínculo entre los abuelos y los nietos, Schlechter no ve un riesgo importante. "Los niños no van a olvidar a los abuelos cariñosos", dice. "Así no funciona el cerebro humano".
El vínculo puede ser duradero, pero la infancia no lo es. Los niños crecen rápidamente, y un abuelo mayor puede ver el correr del tiempo. Si tienes 60 o 70 años y te preguntas: “¿Cuándo voy a volver a ver a mis nietos?', esta es una interrogante legítima", dice Adi Loebl, psiquiatra familiar y geriátrico y director médico del Ackerman Institute for the Family en la ciudad de Nueva York.
Warnicki, que padece de hipertensión, está preocupada por el riesgo que sus nietos representan para su salud y la de su madre de 92 años, una superviviente de cáncer con hipertensión, que vive con ella. Por eso, Warnicki ve a sus nietos a través de Zoom. Su nieto de 7 años, Sebastian, toca la batería, la guitarra y el teclado para ella a través de internet. Los videos ayudan, pero no es lo mismo que cuidarlo después de la escuela todos los viernes. "Hacíamos rompecabezas y juegos de mesa. Jugábamos con Beyblades [un trompo]", dice. "Él echa de menos esa clase de intimidad”.
Para mantener interesados a sus nietos, los llama a diario, les hace preguntas pertinentes sobre sus amigos y sus tareas. "No quiero que pierdan esa sensación de querer estar conmigo y de querer pasar tiempo conmigo", dice.
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A veces, Warnicki pasa por las casas de sus hijos para visitarlos desde la entrada de la casa. Una vez se puso el abrigo al revés, para crear una barrera y darle un abrazo a su nieta. "Quieres llorar. No te das cuenta de lo importante que es", dice Warnicki. "Mi nieta no quería soltarme, y cuando lo hizo, se quedó parada y lloró y yo también lloré".
Los expertos médicos consideran que esos encuentros al aire libre son relativamente seguros. Los niños pequeños "tienen poca estatura; te llegan a las rodillas. Un abrazo rápido ¿Qué puedes hacer?" dice la geriatra Caroline Blaum, directora de la división de medicina geriátrica en NYU Langone Health, quien sugiere lavarse las manos después del abrazo.
Para los abuelos que viven lejos de sus nietos, el comienzo del verano ha significado la cancelación de las reuniones familiares. Barbara Mitcho, 70, una enfermera escolar jubilada en Glassboro, Nueva Jersey, duda que sus tres nietos mayores puedan visitarla una semana como suelen hacerlo. Y recientemente canceló el inmueble que alquiló para las vacaciones de verano en la costa de Nueva Jersey, donde junto con su esposo, Carmen Mitcho, de 72 años, habían planeado reunirse con sus dos hijos y sus familias.
Pero la relación de Mitcho con su nieta Mary Wynn de 6 años que vive en Carolina del Norte, ha dado un giro inesperado. Ahora, Mary contacta a su abuela a diario a través de Messenger Kids, una aplicación de comunicaciones. "Me llamó a las 7 de la mañana y me preguntó: “¿Quieres ayudarme a escoger lo que me voy a poner hoy?" cuenta Mitcho.
Las llamadas no pueden reemplazar una visita, pero "esto es nuevo, el hecho de que se sienta cómoda para hacerlo conmigo", dice Mitcho. "Espero con ansias las llamadas".